jueves, 7 de enero de 2010
Una noche es una noche
Y llegó la navidad, la nieve, no el agua, pintó los parques de esa mortecina atmósfera húmeda que tiñe las ramas de sombra, y las calles, y los campos y las cabezas chorreando y los hombros si te dio por salir del refugio, da igual, sabes que lo tendrás a la vuelta, te dará alivio y confort.
Llegó la hora de cenar, es fin de año, las circunstancias o los compromisos nos juntan, ¿o el azar? Unos cuantos cerramos alrededor de la larga mesa una elipse, que se abre y se cierra constantemente para meter y sacar comida, alimentos, venga ¡y venga! Insaciables que el aturdimiento de cantidad va tornando a hinchazón y hartura, pero ¡todavía hay más…!
Nuestros espíritus se llenaron de burguesía que huye de la joven respuesta rebelde, ¡tan necesaria! Algunos se llevaron la nuestra y son ellos los poseedores del tesoro que como siempre se malgastará ¿o no? Habrá quien sí, incluso hoy mismo.
Hay quien encontró la sabiduría tras años y años y hoy no sabe que hacer con ella o ni siquiera es consciente de su preciada pertenencia.
Obligaciones o sopores nos vencen para deshacer el grupo que gotea mermando hasta llegar al principio que por constante aburre. Buscaremos otros miembros que se unan a los nuestros, seremos más, ¿pero bien avenidos?
Si… lo somos.
Hay alegría y alborozo, grandes palabrerías se instalan en el decir ¡Feliz año! ¡Feliz año! Por aquí, por allá, bares, cubatas, hielos, vocerío, gritos, risas, ruido, mucho, mucho ruido.
Otra circunstancia nos convoca, igualmente hay aprecio o algo más, depende, ¡es lógico!
Sabemos estar, hemos aprendido a estarlo y lo entrenamos a menudo. Se juntan S. y A. grandes seres humanos, también saben estar.
Nuestra dieta híper calórica nos urge a movimiento, como si necesitáramos agitarnos y nos lleva a reunirnos a un local de letras luminosas sobre la puerta, que emite grandes bocanadas de humo tras cualquier apertura y un grandioso sonido que nos atrae, que nos absorbe. Allá que te va, nos deslizamos al interior, como siempre, hemos hecho, como desearemos hacerlo siempre.
Fuera lastre, ¡aquí estamos! Los pies comienzan a vibrar, las piernas se inquietan, el culo se sacude, el ritmo en los brazos, las manos (a veces) palmean. Para que está echa la música, la noche, ¡para bailar!, decía S. también decía M. R. que la noche y la carretera están hechas para poder huir, de lo que se puede interpretar que la mezcla de noche y algo más, resulta un cocktail explosivo, ¿qué pasaría si mezclamos noche y vieja…?
I. viene ya caliente, convicta y confesa se suelta, se libera, lo sabe y lo desea, contagia y alegra, anima a Ch., a P., a M.M., a M.; S. se anima sola. Sabemos que nos venceremos rindiéndonos a la noche más night. Así como hay veces que nos contraemos quedando más ridículos por nuestras pequeñeces, hay otras que nos expandimos haciendo brillar el entorno limítrofe como la estrella más luminosa, más atrayente, con la que se sueña…
Horas y horas de filtro constante, de alquimia corporal que convierte en oro nuestro engullir sobresaliente de compases poderosos, simpáticos, compartidos, tragos, bocanadas, roces, voces, risas, miradas…
Cuatro metros cuadrados a los que desgastar el pavimento y guardar distancias. C. nos viene a recordar que él está aquí, como también siempre ha estado, con su choque de palmas y dedazos que por tanto golpeo, tanto repetir, duelen un poco más.
No es momento de oquedades o vacíos, de obligados compromisos, de superfluas emociones, de gestos o posturas manidas, antes bien, en cada hueco una carcajada, en cada postura un suceder despreocupado y divertido.
¿La hora? ¡Qué más da! ¡Estamos aquí y el tiempo se ha detenido! Ya el sol estará por encima de este espeso mar de nubes bajas que nos desborda y que nos filtra su luz.
Sr. Rafa Rice, desde Radio Lucientos .
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Después de este comentario o crónica sobre la noche, (vieja) con una primera parte calcada a la de cualquier hogar español, y una segunda bastante parecida aunque ya fuera del ambiente familiar, donde te encuentras con amigos que con la ayuda etílica todo parece mas mágico mas sincero, al día siguiente llega la resaca etílica y la resaca del olvido hasta la próxima (52 noche vieja),¿sabes lo que yo hecho de menos? En una noche vieja o una noche cualquiera. Una noche reunido con amigos al calor de una buena lumbre mirando el chisporroteo de la leña con una charla interesante unas copas buena música, y dejar el neon para cuerpos y orejas que puedan aguantar lo Watios.
ResponderEliminarDe todas maneras la crónica no tiene ni un pero, lo que yo acabo de plasmar es una contra-cronica.
Para "juan dijo...":
ResponderEliminar"hechar" de menos es algo que pasa siempre después de una resaca. Lo difícil es echar de menos estando sobrio. Por no hablar de los acentos, que se perdieron, todos, por la senda del amanecer.
De uno que pasaba por aquí como una cuba.
Anonimo no te entiendo, yo simplemente e querido reflejar otra forma de celebración mas ajustada a mi edad y experiencias vividas, en cuanto a los acentos no comprej pan..
ResponderEliminarPara Juan:
ResponderEliminarLo de el chisporroteo de la lumbre en buena compañía, es que me encanta.
¡Cuando quieras!
que poético eres Rafita.Muy bonito tu punto de vista de la noche vieja pero yo me cago en todas las fiestAS que nos impone la puta navidad.
ResponderEliminarbesos rockero despistado
Hacía tiempo que no pasaba por aquí, cuanto bueno me he perdido!!
ResponderEliminarPara Juan, yo también me apunto a lo del chisporroteo, si es que me aceptáis como buena compañía...
Para el anónimo, ya decía yo... que porqué huele tan mal en algunas fiestas...Espero no encontrarte en ninguna, me gustan los buenos olores... por cierto lo de los besos ahórratelos, seguro que te apesta el aliento