viernes, 25 de octubre de 2013

¿Qué ha Sido de CARRASCUS?

A TRIBUTE TO:
BLOGING IN THE WIND by CARRASCUS

¡Este tío no es normal!

De entre los blogs que he visto, visitado y seguido en esta aventura del conocimiento popular que tantas satisfacciones nos dan a tantos destacaría  especialmente uno, desgraciadamente desaparecido aunque todavía se puede entrar y se tenga la sensación de ojear una vieja revista, me estoy refiriendo al llamado: Blogingin the wind capitaneado por Carrascus, el ilustre sabio musical a la par que persona con la que no era difícil simpatizar, dos de las razones, supongo, de su fulgurante éxito y a la par, declive, ya se sabe, eso de la confianza…
De entrada el propio título sorprendía por el juego de palabras con la legendaria canción de Bob Dylan a la vez que de alguna manera empezaba definiendo su contenido., Pienso que su blog bien pudiera haber sido una sección prestigiosa de cualquier revista que se preciara de ser algo en el mundo de la música, para lo cual debería incluir a escritores de la talla de Carrascus para ilustrar con calidad, buen  gusto y sobrados conocimientos el proceloso mundo de, (principalmente) el rock. que siempre será quedarnos cortos. Pero él no se paraba ahí,  puesto que su sensibilidad aunque cercana al rock abarcaba con  igual, podíamos decir, cariño musical, otras músicas, otros artistas, otras épocas.  Esto que pudiera perecer algo menor, se podría utilizar precisamente para engrandecer su valor como escritor musical, dado que su prisma dirigía un foco abierto alejado de ese sentir un tanto talibán que rodea el mundo del rockerismo en el que desde luego mostraba su pasión, supongo que sería precisamente al descubrir la esencia y no la apariencia de quienes se dedicaban al tema. En alguna ocasión llegó a decir eso de: “no existen músicas buenas o malas, sino músicas que nos gustan o no”. Tal era su cariño musical hacia esa fascinante fuente de satisfacción.
 Pero no era sino, cuando nos acercaba desde sus interioridades, anécdotas, biografías  o curiosidades a una gran plantel variopinto y multitudinario de estrellas o no del rock en general, todos los estilos, todas las épocas…, donde se podría encontrar su particular estilo tan didáctico y entretenido, incluso hasta algo cotilla, pero reservado a quienes poseen el auténtico don de la sabiduría musical y vital, adquirida con los muchos años dedicado a la materia. Por si no fuera poco, nos deleitaba incluyendo entre sus escritos, bien planteados, fotos extraordinarias y además, y esto era algo increíble, canciones completas que ilustraban esencialmente lo que nos pudiera estar contando o pretendiera evocar. No, no eran vídeos insertados de you tube, que también había, como hacemos el resto de mortales en alguna ocasión, eran estas canciones sacadas de su propia discoteca personal que incluía en un reproductor propio lo que le supondría hasta un esfuerzo económico al contratar algún espacio virtual que las contuviera, y que por desgracia nunca llegué a saber cómo descargarlas, a pesar de que en algún comentario pude leer como hacerlo según explicaba el propio Carrascus. Por otro lado, que deliciosas esas entradas  en las que él mismo era el protagonista contando sus experiencias sin ningún atisbo de vanidad, sino su propio sencillo sentir pero tan universal a la vez, ¡que grandes aquellos que partiendo de sí mismos abarcan y trasmiten sentimientos que todos compartimos! recomiendo esta serie

Entre otras de sus virtudes estaba la de responder a  todos los comentarios que pudieran hacer sobre sus entradas y lo hacía con un alto grado de corrección y respeto, incluso profusamente sobre todo a los que como en el resto de los blogs suelen ser sus fieles seguidores, amigos o familiares, eso sí pero sin descuidar a los que pasaban por allí.
Siendo un sevillano, de pro, trasmitía su adoración por la ciudad en la que nació, presentándonos en alguna ocasión hasta la esquina del barrio de su infancia, incluso su vivienda actual, en un día lluvioso. Personalmente me abrió los ojos a una ciudad que  sabiéndola importante, él lo confirmaba y engrandecía con continuas referencias a su historia, actos conciertos o cuestiones que vinieran a colación.
Compartimos con él su calvario personal, cuando a su parienta, la señora Carrascus le gustaba decir a él, atravesó y afortunadamente con buena suerte, el sendero de la enfermedad, algo que nos trasmitió con sincera emoción y valentía.
No era Carrascus de esos que se esconden y jamás dan la cara, al contrario se nos presentaba a menudo sin caer en el protagonismo, mostrándose tal como es, o como era, como en aquella grabación extraída de quién sabe dónde en la que se le podía ver en el genial programa conducido por Paloma Chamorro, La edad de Oro, ¿Qué hacía allí Carrascus?  como decían los Vegetales en aquella canción  de “mi novia es una zombie” –ella sabrá porqué- (no llevaba zapatos) en este caso él sabrá qué hacía allí. En otra ocasión nos contaba lo odioso de Roma, o nos mostraba casi en un “Time lapse” un repaso fotográfico a su vida. En la mayoría, digo, de los blogs solemos reservarnos las intimidades empezando por la propia imagen personal, en ese enfermizo afán de cubrirnos las espaldas de qué sabe nadie, por eso mismo, el dar la cara, lo comparo como la de cualquier periodista al que pudiéramos conocer su rostro sin importarle a él mismo tal muestra, ni a nosotros sus lectores,  el saberlo. Pero en este caso, agradecía su gesto, pues bien pudiera uno ponerle rostro a sus crónicas. Podría parecer entonces, que del llamado Carrascus  conocíamos mucho, cuando en realidad era nada o muy poco, que andaba por aquí y allá, su dedicación profesional y alguna de sus debilidades, la mayoría de las contadas enfocadas a la música. Lo dicho, poco o nada, y qué importa eso…
Llamaba la atención los títulos de sus entradas, ingeniosos, con referencias a canciones o algún suceso que nos viniera a contar, en realidad eran la puerta casi dirigida a la propia entrada con claras intenciones de despertar el interés hacia lo escrito. Es cierto que alguna vez intento imitar su estilo al respecto como muestra de su influencia, no sé si conseguiré ese mismo efecto deseado.
Ente todo esto no es de extrañar que en su última entrada de despedida, le escribiera yo mismo que dudara de su desaparición, que alguien como él, tan creativo  y sabio, dejara de deleitarnos con la exposición de sus conocimientos; pensaba que no sería como esos músicos, artistas que semi vencidos por los tiempos de descargas de internet y demás y, ante la casi imposibilidad de vivir de la música, tiraran la toalla y se ufanan a trabajar e una fábrica, por ejemplo,¡ a qué no!; la gente como Carrascus tienen un impulso creador que pasa por encima de coyunturas, escriben porque el hacerlo forma parte de su ser íntimo. Debiera disculparme yo también por la infidelidad o descuido de atención que considero normal, pues es imposible seguir todas y cada una de los hechos y acciones de otros por muy buenos que fueran, la vida nos requiere a otras cosas y no siempre son coincidentes.
Fue el blog de Carrascus un lugar en el que su autor se mostraba generoso, entregado, cultivado y por qué no decirlo apasionado y entrañable, que hoy toca añorarlo con un puntito de nostalgia canalla. Por eso mismo se hace saber que: aquel quien tuviera conocimiento por donde se encuentra escribiendo Carrascus que lo dijese sin dilación en el tiempo, recibirá a cambio un gran agradecimiento de esta parte que lo solicita.

Salud

Rafael Cuevas.

domingo, 20 de octubre de 2013

Cierto parecido

Es cosa mía, o a mi me parece que hay  una cierta sintonía, entre estas dos canciones, creo que no me equivoco y me lo reafirma cuando entra el Leyva de Pereza.
No se si los delinquentes han manifestado algo al respecto, y no voy a perder el tiempo en averiguarlo.
Aquí dejo los dos temas.




sábado, 12 de octubre de 2013

Ya no te espero

De repente ha dejado de sonar teléfonos, de llegar faxes o de la visita del medico que hacían los delegados sindicales.
Los sindicatos, esos llamados de clase, parece que han desaparecido del panorama. El tablón de anuncios de mi empresa ya no recibe los pinchazos de las chinchetas. Si te quieres dirigir a ellos lo tienes que hacer por E-mail,  que en mi caso al parecer ha desaparecido o han cambiado de dirección sin siquiera comunicármelo.



Me fascina este tema de Silvio, que igual vale pa un roto que pa un descosio

lunes, 7 de octubre de 2013

OOOOH

Hay veces que me asalta una sensación de placentero bienestar, armónico con lo que me rodea y con lo que uno se cree que es. Porque de antaño me viene el recibir el calorcito del sol de una tarde de octubre, por ejemplo, algo así como gratificante. El sol es lo que tiene, siempre está ahí y se repiten las percepciones que se tienen de él. La soledad igual, al fin de cuentas siempre estamos solos o acompañados de nosotros mismos y a fuerza de costumbre no nos extraña para nada esa compañía. Las tapias que rezuman ese calor rebotado, que amortiguan los sonidos y que protegen de la brisa canalla que nos zumba las orejas; es grato apoyarse o caminar por su lado sintiendo su protección.
Un aroma, ¡qué diría…¡perfume! parece recorrer la comarca. Debe de ser el mismo que durante tantos años estaba por aquí en estas mismas fechas. El olor a mosto, a uva, a vendimia. Un trajín laborioso de tractores y remolques, de idas y venidas. El sonido ronco del motor que expulsa el cascajo de la  uva tras atravesar la torva que empujaba la cosecha por el eje de anillos sinfín, tanto que crea un cónico y enorme montón de varios metros de altura con un peculiar color granate, puede que tan propio de la garnacha y supongo que sirve también de ambientador.

Una pareja degusta el aperitivo a la hora del vermú, en una terraza soleada cerca de la cooperativa. Parecen charlar amistosamente y distendidos de cualquier vulgaridad, o no, pero amistosos y distendidos. Me acerco, pues los conozco y halagador hasta la adulación los felicito por su privilegio
− ¡qué suerte los que vivís aquí! ¡Qué a gustito estáis…!qué bien con este perfume que inunda todo, ¿ehh?.- les digo buscando su complicidad por medio del halago. Ellos se congratulan de su estado y simpáticamente comparan a su favor la tranquila vida pueblerina y la de los urbanos de ciudad que vamos y venimos cuando podemos en busca de ese cambio, tan necesario a veces, tan oportuno otras.
Llego a la ciudad, interesado ojeo y repaso un antiguo libro de lengua. Se trata del libro que más y mejor he estudiado en mi vida, de punta a rabo, párrafo a párrafo, a pesar de ello, suspendía. En una sección titulada Torre de Babel veo una antigua nota mía al lado de un poema de Fray Luis de León. La nota decía: ¡ooooh!, el poema:
El aire el huerto orea
y ofrece mil olores al sentido
los árboles menea
con un manso ruido
que del oro y el cetro pone olvido.


Rafael Cuevas

miércoles, 2 de octubre de 2013

PARO Y MIEDO

Me contaron el caso de una persona, llamada, digamos que P., esta misma, había estado una temporada demasiado larga para sus deseos en paro, hasta que tras mucho buscarlo, por fin, consiguió su ansiado contrato con vistas de ser prolongado. Tenía cincuenta y pocos años y había pasado por esa experiencia angustiosa de incertidumbre laboral. Se planteó afanosamente cumplir con sus obligaciones con sentido de la responsabilidad, algo por otro lado innato en cualquier persona que se considere trabajadora, pero esta vez si cabe con un tanto más de dedicación y concentración en ejercitarlo, por lo que el dolor en el pecho que le apareció tan solo a los dos horas de estar en plena faena y a los escasos dos días de empezar le preocupó, por su intensidad, que sobrellevaba con calmantes que algún compañero le procuró, y por el disgusto de no poder resistirlo y tener que pedir permiso para abandonar su puesto y acudir al médico. Se obligó a sí mismo a soportarlo con esos calmantes cada poco que atenuaban un tanto su malestar. Pasó un día horrible y cuando llegó a su casa a las ocho de la tarde, desde las siete de la mañana en que salió de su casa y después de haber mal comido sin apetito en el restaurante bar de cerca del trabajo. Se acostó incómodo, dolorido y medio narcotizado por la abundante dosis de calmantes que había ingerido. Pasó la noche entre sudores y algo más tranquilo, creyendo que la atenuación de su dolor era el síntoma de la recuperación de no sabía que lo podía estar pasando. Todo el mundo se muere por primera y ¡unica vez!



Amaneció, sonó el despertador que el escuchó entre su pesadilla recurrente de paro indefinido; el sonido del aparato le pareció música que le extrajo de su infierno soñado y que le llevaba a la vigilia de su realidad, iría a trabajar por tercer día. Se auto reconoció y comprobó que persistía el dolor aunque menos intenso excepto por alguna punzada algo más aguda que le obligaban a medio doblarse mientras se vestía, aun así fue a trabajar creyendo que cumpliría con su deber, el del compromiso de trabajo y el de dar buena imagen de trabajador serio.
-¿Cómo voy a ausentarme? ¿Qué pensarían de mí los jefes, si a los tres días ya empezaba a ejercitar el absentismo laboral? ¡No! ¡Debo de cumplir! ¡Ya se me pasará!- pensó para sí, -además parece que voy mejor. Se tomó otro calmante.
Llegó la hora del almuerzo de media mañana y todos solían sentarse en un pequeño cuarto del que disponía la empresa y que contenía de una máquina de café de esas de capsulas, que cada uno debía de adquirirlas por su cuenta. P. que todavía no se había encargado de comprar los suyos se vio asaltado por la invitación de varios de sus compañeros. Él declinó y agradeció la invitación excusándose en su malestar que empezaba a achacar, en su desesperación, a problemas estomacales o de gases, como le habían contado hace poco un amigo suyo, por lo que decidió salir a tomar el fresco por las cercanías  durante los escasos veinte minutos que se podían dedicar al tentempié.
Dos días más tarde le estaban enterrando en el cementerio de Carabanchel, después de haber sufrido un infarto de esos que dicen que si se cogen a tiempo se pueden controlar. Le encontraron caído en una cuneta cercana a la puerta de entrada de su empresa, en la que trabajaba...

Rafael Cuevas

Pd. Basada en hechos reales.

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