sábado, 22 de junio de 2013

Un pulso, tras otro

Dice en un documento que hay por Yotube,  Jose Luis Campuzano que esta letra le salio de las tripas, improvisación pura y dura. Años hace y  sigue vigente.
Resistiré.
            Criminales disfrazados,
seres sin razón ni piedad
no hay palabras en el mundo
que definan vuestra maldad.
por dinero asesinais
por placer aniquilais
por poder nos destruís
súciamente mentís
aunque siempre vigileis
y mis datos proceseis
no es tan fácil hacerme callar.
resistiré,
resistiré hasta el fin
resistiré,
resistiré hasta el fin.
ordenáis a los profetas
que hablen de la guerra mundial
lleváis siglos maquinando
el final de la humanidad
y queréis hacer creer
que os importa nuestro bien
pero oculta en el disfraz
hay un arma mortal.
nos habláis de sumisión
nos pedís resignación
pero no me dejaré engañar.
resistiré,
resistiré hasta el fin
resistiré,
resistiré hasta el fin.
yo maldigo vuestro crimen
sé que lo tendréis que pagar
y no os servirá el dinero
para remediar tanto mal
contra vuestra coacción
surgirá la reacción
la sangrienta cuenta atrás
se tendrá que parar
aunque siempre vigileis
y mis datos proceseis
no es tan facil hacerme callar!!!
resistiré,
resistiré hasta el fin....

Pues eso. o resistimo
O nos darán por donde

Amargan los pepinos

miércoles, 12 de junio de 2013

Colorin, colorado

Hubo un tiempo, que creía que los cuentos eran maravillosos ya que al final todos comían perdices, sobre todo los de príncipes y principesas.
Luego con los tiempos cuando ya el pensamiento (maldito pensamiento) uno va descubriendo que las buenas intenciones no eran tales.
En este país parecía que mis sueños y mis buenos deseos podían llevarse a la realidad del cuento. Un jugador de balonmano sin sangre azul iba a convertirse en príncipe, el pueblo feliz lo celebraba. Pero en el cuento no nos decían que había uno señores que hacían respetar las leyes (que putada) así que le ley me ha hecho despertar de mi cuento, ahora van a ser juzgados el príncipe y la bruja junto al conseguidor.
Esperando que el cuento acabe con buen final, con un final que no este escrito de antemano.

Mientras tanto yo también aspiro a ser príncipe, y en ello estoy, ya voy ensayando la letra que Albert Pla ha escrito para aquellos ilusos que como yo creen aún en los reyes magos.

martes, 4 de junio de 2013

Sobre El Casco Ciclista

Desde el mismo momento que empezó a salir a luz pública el debate sobre la obligatoriedad del casco en bicicleta me visualicé con el mismo, con el convencimiento de que efectivamente, esa norma se aplicaría. Y no es que uno sea un visionario que adelanta el futuro, he de reconocer que mantengo un hilo de esperanza de que no se lleve adelante, pero harto se está de ver que se lleven a cabo los malos presagios que acaban con mi propio bienestar, por no decir el de todo el mundo. Y sí, es bienestar el circular en bicicleta sin casco, y el que renuncie a él, pues muy bien, pero que no me obliguen, ¡por favor…!
He oído decir argumentos peregrinos que pretenden justificar el hecho, como… ¡y se quedan tan panchos! que los gastos que provocan la atención a heridos o afectados por un accidente ciclista de quien circulaba sin el CASCO (helmet, en inglés) no tendrían por qué hacerse con cargo a la seguridad social, y cuando digo peregrinos, es ni más ni menos que hasta qué punto puede llegar la perversión mental que provenga de esas premisas. ¡Cobréenselo  también los gastos médicos al enfermo pulmonar que ha fumado! ¡Al enfermo cirrótico que ha bebido! ¡Al hipertenso que abusa de la sal! ¡Póngase un policía que investigue los casos! ¡Oblíguese al bañista a nadar con salvavidas! ¡Al conductor con casco! (esta debe ser de las pocas obligaciones de la que todavía esta liberado el conductor). Quizás esté dando ideas a las mentes legisladoras, quizás estas sean parcelas de legislación todavía por explorar. Un posible futuro negro sería el del carnet de impureza, según el cual todo aquel que haya llevado una vida saliéndose de las reglas de salubridad, estaría obligado a abonar un plus que compensara el gasto que supondría una hipotética cura
.

Señores, por favor, no hagamos un abuso de normativas ni legislaciones de todo lo posible. No hagan que el ciclista se convierta en un paganini más de multas que arreglen cuentas públicas. Dejemos espacios de libertad individual aunque para algunos se estén rozando los límites de lo razonable o justificable, ellos sabrán por qué. Dejen que el viento me acaricie la cara libremente mientras circulo a 15 km por hora (ya llegué a decir alguna vez que mi límite de comodidad está en 18 Km/h, a partir del cual el esfuerzo ciclista empieza a ser dificultoso, sí, es patético, pero es el mío) No conviertan al ciclista en un fuera de la ley, huyendo u ocultándose de los guardianes con porra y pistola. No obliguen a la molestia de tener que arrastrar durante nuestra existencia ciclista el incómodo artilugio cabecero. Que sean los propios usuarios de la bici los que decidan por sí mismos, o los padres por sus hijos. No se pretenda civilizar Europa desde debajo de los pirineos cuando ha sido por encima de donde provenían las mayores avances de cultura y civilización, al ser este el único país de la UE que implante la medida. No quedemos como imbéciles al pretenderlo, demostrando la falta de imaginación al intentar regular el boom ciclista a base de normativas represoras.
No, por favor, olvídense, miren para otro lado, no la tomen con las bicicletas, sigan haciéndolo con los conductores de coches, que esos se lo tragan todo, menos el humo, ese que nos tragamos los ciclistas.

Pero dejémonos de tonterías e idealismos,  la regulación del uso de las bicicletas en vías urbanas pretende actuar como sólo saben hacerlo las leyes sobre algo que se ha disparado en exceso, así como en su día se quiso regular el uso de internet. Aquí no se ha tenido en cuenta, o poco, la explosión ciclista, de repente se comprende que hay muchas bicis por todos lados, que esto no está bien, que hay que redirigirlas; son las acciones del poder, las que deciden desde sus criterios de teórico beneficio social y otorgándolo como un supuesto bien, los ciudadanos debemos firmar ese contrato invisible que se nos plantea, si no, seremos multados. Todo esto no viene a ser más que una acción de control sobre la población que estaba en espacios de, podríamos decir, pequeña libertad prestada, ahora, hay que devolverla.
Rafael C.

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