jueves, 29 de agosto de 2013

No pido mucho

Si volvemos a (no) al aborto.
La educación para quien la pueda pagar.
La sanidad para lo mismo.
Las pensiones a la mínima expresión.
Los dependientes para la familia.
¿Qué nos queda?
Salvar a la banca.
Salvar el fútbol.
Salvar las autopistas de pago.
Salvar las eléctricas.
Salvar la industria automovilística.
Si para esto va mis impuestos ¡coño! que me consulten
Y a partir de ahí ya veremos lo que mas me cuadra.
Creo que no pido mucho.



lunes, 19 de agosto de 2013

El ipod cobra vida

I
Alargué la mano fuera de la cama rebuscando por las cercanías del suelo el Ipod que había depositado hacía tan solo unas horas, justo cuando estaba sonando la canción de Christophe - ' de 1968. Imaginaba somnoliento que significaba ese lamento, pues así lo interpretaba yo, ¿será, yo lloro y lloraré? ¿Rezo y rezaré?, me prometí enterarme al día siguiente, de cualquier manera el dramatismo de la canción no me apetecía en aquel momento y, estaba seguro de haber dejado el reproductor de música debajo de la cama cerca de la pata de la misma, que incluso recordaba haber palpado ésta como referencia de la ubicación del aparato. Tras varios intentos de querer sentir el contacto con el susodicho realizaba círculos cada vez más amplios, mientras las yemas rozaban el suelo, desistí de la búsqueda para seguir retozando un poco más. Era domingo y en un principio no tenía planeado ninguna actividad que me condicionase a levantarme, ya saldrá sola  -pensé-, pues a poco que uno se levanta empiezan a surgir, obligaciones personales, o no, como sudar un tanto los cubalibres de la noche anterior que, si bien, en un principio lo hace uno con inapetencia acaba por resultar gratificante y, el esfuerzo que supone, se da por bueno.
Al momento, di un respingo, con el que salí medio cuerpo de la cama asomando la cabeza y alargando más si cabe la mano. Cómo era posible que no estuviese allí, estaba seguro de haberlo dejado, y nada, no era capaz de encontrarlo. Ya por fin, puesto que tal era mi convencimiento, asome la cabeza completamente bajo la cama. La poca luz que se filtraba por las rendijas abiertas de la persiana dejaba ver, entre el polvo que se acumula en tan singular lugar, a mi dispositivo de mp3, desplazándose por sí mismo, arrastrando los auriculares que llevaba acoplados, habiendo dejado un peculiar rastro: un sendero libre de polvo, al estilo de las marcas que dejan las serpientes al reptar sobre la arena seca.
Asombrado, de un salto me coloqué de rodillas en el suelo y con la cabeza medio introducida bajo la cama, pude efectivamente, comprobar que el aparato se movía por sí mismo, y que estaba a punto de salir por el otro lado de la amplia cama, luego, aunque quisiera y, por mucho que estirase el brazo, no llegaría a alcanzarlo. De dos zancadas atravesé por encima hasta llegar al otro lado por donde estaba a punto de asomar el chisme, que amenazaba desquiciarme. De una brazada rápida le agarré como quien coge una mosca al vuelo en el interior de la palma de la mano. Me incorporé de pié y fue cuando sentí su movimiento, al igual que las moscas intentan escaparse cuando están así de atrapadas, o como las cosquilleantes y frías patitas de un hámster,  solo que en este caso me asusté. ¿Cómo era posible aquello? Abrí la mano de golpe y éste fue a caer encima de la cama y en el movimiento, algo así como ralentizado, pude contemplar como una especie de patitas milimétricas salientes de la base del reproductor pataleaban en la caída, lo mismo que una especie de bracitos que se extendían cada uno de sus laterales buscaban el equilibrio. No pude menos que echar un paso atrás horrorizado

II
No quisiera hacer un detalle pormenorizado de los hechos, hasta llegar al momento en que me vi delante del Ipod al que había dejado en el borde de un estante, del que le colgaban las piernecitas, estas que surgían de su cuerpo como le surgen los cuernos a un caracol,  y que movía infantilmente adelante y atrás mientras me hablaba, este comportamiento que bien pudiera parecer infantiloide distaba mucho de la seriedad y rigor con que lo exponía. Tan sólo decir que pasé del estupor al delirio, del miedo al pánico, de la razón a la locura, para por fin establecer dentro de los cánones de lo medianamente comprensible un sistema de entendimiento con la maquina: Él, ello, o eso, hablaba a través de los auriculares con ese lenguaje metálico que a veces derivaba al acento portugués, aun a pesar de hacerlo en español; luego me dijo, que esto era debido a un defecto del programa que los desarrolladores de itunes no habían podido mejorar, que él también lo lamentaba, pero no podía hacer nada. Yo, sin embargo, bastaba con hablarle al aire, para que él lo captara e interpretara lo que dijera, como si hablase con alguien inteligente capaz de razonar. Al cabo del tiempo, comprendí que sus razonamientos eran primarios, aunque contundentes y severos, primarios porque parecían ceñirse a órdenes, casi robóticas que cumplía al instante, pero, y ahí es donde está lo curioso, había desarrollado por sí mismo un código de conductas basándose en una nueva combinación de la multitud de factores de funcionamiento programados, que es lo que le daba autonomía propia, tanto como para alcanzar estados orgánicos utilizando micro partículas y células que se adherirán al aparato y que pertenecían a su propietario y a la postre usuario, que era yo mismo, por lo tanto podría decirse que era carne de mi carne.
La razón principal de su intento de fuga, y digo intento pues, no quiero ni pensar donde iría a parar si no lo hubiese descubierto justo antes de poder haberlo perdido de vista, como esas tantas veces que me obligaban a buscarlo por todos lados hasta dar con él, y que sí, eran escarceos de una huida que planeaba despacio, lentamente, para una noche, por ejemplo en Abril; la razón principal digo, era que últimamente estaban apareciendo en las listas de reproducción canciones, o artistas que él consideraba infames, que después de haber reproducido a tan, y tantos excelentes artistas o canciones no podía soportar la inclusión de la comercialidad, lo cutre y el mal hacer. Pareció comprender mi explicación, cuando le dije que esto era debido a recrearme en una añoranza casi nostálgica de una época en la que descubría la vida a través de esas canciones, y que le prometía no volver a caer demasiado en ese pozo oscuro. Al final pude convencerlo para que permaneciera a mi lado aunque debiera darle explicaciones si acaso se pudiera sentir ofendido. Desde entonces, llevamos una existencia más compenetrada, sincronizada le gusta decirle él, que nos sirve de entendimiento mutuo que alcanza estados de satisfacción memorables, pues hay veces que su selección, oficialmente llamada Random, me llega a gustar más que la mía propia…
III
Una mano se alzaba lentamente, muy lentamente, por el aire. Era como la mano y el brazo de un gigante que amenazaba con arrasar y aplastar a su paso todo lo que se pusiera en su camino, como esa casita bajo a la sombra de esos árboles hacia la que se dirigía. Era como una especie de Gulliver recostado, que al bostezar estiraba los brazos amenazando lo que estuviera a su paso. De pronto un dolor intenso obligó a un grito reflejo provocado por el golpe al, ya por fin, terminar por posarse con una especie de aceleración final contra algo duro y punzante. El dolor le despertó resoplando junto con movimientos oscilantes de la mano resentida. Era su mano izquierda que al caer violentamente había golpeado contra el pico de la mesilla y al rebotar ir a chocar en la metálica esquina del ipod que por mala suerte había depositado de pie, hacía tan solo unas horas en el suelo, la lado de la pata de la cama en la que había pasado la noche…

Rafael Cuevas. 24 de junio de 2013             Pd: IO PREGO E PREGHERO : Yo rezo y rezo

lunes, 12 de agosto de 2013

Orgullo de ser español

¿Quién soy yo para creer en que alguien pudiera estar equivocado o que ha caído en un error al respecto de sus sentimientos, si, de sus sentimientos nacionalistas?
Una persona de avanzada edad nos contaba algo, con esa urgente necesidad de compartir una vivencia, de manera que haciéndolo así, esta se revive, se reafirma, se magnifica, pues al hacerlo de todos, más se hace de uno mismo.  Nos contaba la experiencia en la que su fibra sensible le afectaba por  el orgullo íntimo de su nacionalismo  a raíz de un éxito deportivo internacional. Le temblaron las piernas y se le saltaron las lágrimas en el podio mientras sonaba el himno nacional. Con  su descripción de los hechos nos despertó la empatía ante alguien emocionado.
Se trataba de una persona muy mayor, pasando sobradamente los setenta, que se dedica como ocupación ociosa principal de jubilado al entrenamiento atlético y competencia internacional en los campeonatos varios que se organizan al respecto. No es esto sino  una manera de buscar la salud en la ancianidad mediante el deporte, que practican pocos, y que les sirven de razón de vida. Disfrutan, viajan, se divierten, se entretienen, se mantienen activos y en forma para en estos últimos años de vida vivirlos con más plenitud.
Ya digo que como es natural se nos despertaba la empatía al respecto, pero lo curioso del caso es que lejos de destacar un esfuerzo, una dedicación en la que, por qué no, reconociera su inquietud puramente ociosa, lo que me llamó la atención fue que lo que más resaltó fue su emoción como español mientras sonaba el himno, algo a lo que igualmente uno se puede mostrar comprensivo, pero que el resto de la valoración de su mérito lo teníamos que hacer los demás, pues no nos lo contaba,  tan solo la emoción de ser español. Aún hay algo peor, de entre los presentes, uno igualmente muy español, también se vio traspasado de emoción ante el relato de los hechos.
Ahora digo yo, qué fácil es reafirmarse en esas pasiones ficticias, que alguien o algo llamado tradición o educación ha insuflado en tantos que se han dejado convencer en base a una irracionalidad. Esos para mí son españoles de pacotilla, de boquilla y de beatería patriota que defienden cuatro símbolos con los que caen rendidos como si ellos fueran los  únicos que defienden a la patria y lo que es peor, de la única manera con la que creen que se puede defender sin importarles, excluyéndolos, otros pareceres más integradores y justos, solamente porque no responden a la tradición, su tradición. Esto que digo, lejos de ser una interpretación sesgada responde a un sentir general de los que hasta hoy han venido a desvelarnos su españolismo, ofreciendo respuestas similares cuando se trata de demostraciones que responden al tipo de español orgulloso.
El orgullo de ser español no estará sólo en la exaltación de unos símbolos o unos colores que ignoran a otros símbolos o colores, digo yo que estará en otro lugar, aunque cerca del corazón, y que generalmente no se asoman tanto como se muestran los rancios.
El orgullo de ser español (OES a partir de ahora) estará en saberse un país puntero en donaciones, en muestras de solidaridad, en aceptar al inmigrante e integrarlo, en querer tener un país que tenga una sanidad universal y de calidad igual que una educación pública y igualitaria, por lo que entonces será de todos y no de unos cuantos,. El OES, estará en el país al que se pertenece participa activamente en la igualdad de los pueblos y que todos pudieran tener cotas dignas de progreso y justicia y no en el que mira para otro lado. El OSE estará en saber que vives en un país que se preocupa del bienestar de los desprotegidos y débiles, ancianos y niños, parados y excluidos sociales y no del que desoye sus gritos, les retira las ayudas y los abandona a su suerte. El OSE estará allí donde se procure ofrecer un futuro a su población juvenil y no un muro con el que chocarse que tapa las salidas que no sean las fronteras para abandonarlo. Pero principalmente el OSE estará donde la creencia de solidaridad forme parte del imaginario colectivo de la mayoría de la población y que esta se ponga en práctica con el control de nuestros políticos a los que hemos delegado esta misión, que todos formamos país y tenemos un fin común, el bienestar, para ello hay que olvidarse de privilegios participando en el reparto.
Y lo otro, lo otro es otra cosa.

Rafael C.

lunes, 5 de agosto de 2013

Cirujano, cirujano, aquí la tripa corteme

Cirujano, cirujano,  aquí la tripa córteme

venia yo, no sé, notando
desde un tiempo hasta esta parte
como que esto se iba hinchando
poco a poco, así hasta hartarme

al cirujano fui tardando un tanto
pues tampoco soy cuentista
para acabar mi quebranto
visité al anestesista

este me dijo, ¡cuidado!
tu nivel de riesgo aumenta
y me dejo acogotado
esperando a los noventa
días de lista de espera

pero al final se acelera
y llega la ansiada llamada
que me dice “cha p’a juera”
que la suerte está ya echada
que te espera la enfermera

que te sube a la camilla
que se te planta un pijama
todo abierto por la espalda
que asoma la rabadilla
vamos, que es cosa  sencilla

de eso quieres convencerte
pero al quirófano vas
y la anestesia se convierte
en un método eficaz
de los sentidos calmar

¡ea, pues! hacerme todo
pero hacerlo sin dudar
que mientras tanto me duermo
pues ya no me duele na’
al rato se ha terminado

el suplicio ya ha pasado
ahora de vuelta a la cama
y corriendo para el área
de intensiva vigilancia

que nos ayude en la cura
de una hermosa cicatriz
volver de nuevo feliz
a mi vieja derechura
tapándose la fisura

y  aquí se acaba la historia
de una cura operatoria
que me agotó la paciencia
de larga convalecencia
que resultó transitoria

Rafael Cuevas



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