Diario de un catarro
Así como que este catarro 2015 está durando mucho más de lo
habitual, merece consideración especial
1er día, la sospecha.
Sin saber especialmente por qué, el catarro un buen día se
instala en mi ser. No sabría decir si sudé algo más y dejé que mi temperatura se
equilibrase evaporando lo sudado entre corrientes de aire; si una debilidad
inmunológica produce el arraigo viral, éste siempre al ataque, quedando pues más permeable e incapaz de la defensa, o sí
simplemente es el invierno la estación más propicia para el desarrollo casi
inevitable de este mal que, más que afligir, fastidia y de qué manera al género
humano.
Ese buen día me noto algo, alguna rareza con la que
normalmente no se convive, o sí, pero en este caso más persistente, insistera, incómoda,
anunciadora y me digo: ¡ya’s ta! ¡Uyuyuy! qué ya lo he pillao y…, dicho y
hecho, me voy a la cama con la vana esperanza de amanecer renovado y, antes
bien, mira por donde se confirma la evolución del proceso catarral y me
encuentro metido de lleno en el tema de lo que será el principio del comienzo.
2º día, la confirmación
Es la confirmación de lo inevitable, ya no hay marcha atrás,
ni remedios caseros, recetas de la abuela, ni hierbas, ni miel con leche, ni
coñac, vahos, vick vaporub, tratamientos que en el mejor de los casos algo
atenúan, pero nunca el desarrollo normal en el que pienso con resignación hay
que atravesar, como es tres día de subida y tres de bajada sin saber muy bien cuáles
son los peores, pues todos son un auténtico incordio.
Me levanto con carraspera producido por una sequedad picante
en la garganta que me empeño en querer amortiguar con humedad salivar. Un
hambre descomunal me arrastra al picoteo continuo como queriendo el cuerpo
acopiarse de alimentos para atravesar los procelosos días de malestar que
intuye se le vienen encima al probecito mío, cuando, comienza la batalla.
Un terrible picor de nariz, me produce un moqueo, estornudos
por los que expulso el alma a ratos y una congestión que me aturde la visión
como en una especie de bizquera. Es horrible, el achús, picor, mocos, tos,
achus, picor, mirada estrabica, sudores frios, calor, congestion, pañuelos uno
tras otro, la gota acuosa que se me cae por la nariz incontrolable, el escozor
de nariz por la irritación de tanto frotar. Estos accesos se suelen repetir
varias veces al día dependiendo de recibir sensaciones térmicas extrañas, pero
afortunadamente se calman un tanto a pesar de seguir moqueando, sonando la
nariz, gastando clínex y consumiendo el plantel de medicamentos de chichinabo
que ni me curan ni me alivian, bueno algo sí, sobre todo el paracetamol, el que
empiezo a ingerir cada poco se convierte en mi único aliado externo
produciéndome algunos momentos de bienestar que me hagan olvidar la tormenta
perfecta de desasosiego.
3er día, todo en marcha.
Con su noche, la que uno pasó rodando y rodando, soportando
el desagrado de fríos, tiriteras y sudores. La lechecita calentita con miel,
sí, estaba muy rica, me dio un montón de calorías, calóricas y térmicas, y
junto con la pastillita me produjeron una sudoración a media noche, de esas que
te hacen sospechar que el resfriado lo expulsé por los poros de la piel, y ¡de
la cabeza!, viendo como estaba esta de empapada en determinados momentos
nocturnos, no sé si febriles, pero muy ardorosos.
Me levanto agotado, pero aún constipado, y entre achus y más
mocos se me ilumina la mente pensando que una pastilla de la alergia
amortiguará esta rinitis moquera, como recuerdo me pasó otra vez y entusiasmado
la engullo esperando respuestas. Alguien me dice que se ve el efecto a la hora
pero este no llega ni a la hora, ni a las dos, ni las tres y desnudo al
amanecer me encontró la luna, que diría sabina, pero de mejoría nada, así que a
apechugar con el moquerío.
4º Dia, esperando la
mejoría.
Como llevo ya tres días conviviendo entre clínex y
paracetamol bajo los efectos euforizantes de uno de ellos decido salir a pasear
por mis cuestas camperas para ver si de paso, el sobresfuerzo arrastra con él
algo de la carga viral que me inunda. Sorprendido lo consigo con cierta
facilidad, lo que me hace presuponer que si soy capaz de tal logro físico será
debido a una notable mejoría, por lo que creo me voy colocando en la senda de
la recuperación. Confiado en ello, a la vuelta del trasiego, me propongo
destartalar un palé de madera serrándolo. Me dispongo en el patio trasero que
por otro lado en invierno es totalmente umbrío. Un rato breve en lo que se coge
la leña y poco más es soportable e indemne para la salud pero algo más de tiempo,
como en lo que tardé en apañar el asunto
del despiece con el consiguiente esfuerzo añadido, me dejó turulato bajo
efectos de la descompensación térmica y su incapacidad temporal de ajustarla
que es lo que tiene como principal síntoma el resfriado, por lo que en vez de
la recuperación retomé la senda del sillón en frente de la lumbrecita sin
moverme y con renovados bríos por el estornudo y sus efectos.
5º día No es para tanto
A base de pastilla va, pastilla viene, llego a creerme que
con lo avanzado de los días en los que voy permaneciendo enfermo esto debe de
tocar a su fín, por lo que insisto en el paseo campero, no obstante las mañanas
son monótonamente soleadas y, aunque frescas, cuando va abriendo el día no se
llega a tener sensación de frío. A pesar de todo hay zonas sombrías y frescas
que la delatan las heladas que se recogen a sus pies, zonas por las que hay que
pasar, yo me protejo la boca con una braga, pero el frío mira que es
persistente y busca cualquier fisura por la que circular a sus anchas y se
cuela por la braga, la boca y me ataca sin compasión a pesar de que yo me crea
a cubierto.
6º dia, Vamos con ello
Al igual que el vecino filósofo -así me gusta jugar a
catalogarle- con el que me cruzo y que acostumbra a decir eso de ¡Vamos, con
ello!, ¡adios! le respondo yo educadamente, con este maldito catarro que se ha
instalado como molesta mochila que tengo que animarme a sobrellevarla. Hombre,
algo de ayuda hay con el paracetamol, pues los buenos ratos del día se los debo
a su intermediación. Ya se han acabado las vacaciones y la vuelta parece
normalizar la salud, produciéndose lo que acostumbra a sucederme tras un
proceso catarral: la congestión tiende a bajar al pecho provocando más tos y
espesando las mucosidades lo que me produce insuficiencia respiratoria
superior, esto es…, por la nariz, una incomodidad añadida pero de muy fácil
arreglo UTABON. No sé por qué todas las medicinas no son como esta, así de
efectiva, un par de inhalaciones hacen desaparecer por completo y durante bastante
tiempo la congestión pareciendo cada orificio nasal como el túnel de Guadarrama
de grande, por los que circula el aire de manera poco menos que milagrosa, por
instantánea y espectacular.
7º día no descansó
Puede que sea por desarrollar de manera poco menos que
imposible una vida normal llevando conmigo tal estado de malestar, agotamiento,
del que no acabo de desprenderme, lo que me produce más, si cabe, de lo mismo,
pues a pesar de hacer, por obligación, en este estado, lo que acostumbro a
hacer, por obligación igual, gozando de salud,
sigo manteniendo el incómodo dolor muscular y sensación de cansancio y
pesadez que solo mejora la ayuda medicamentosa.
El caso es que al séptimo día, el refriado no descansó,
sigue en sus trece
8º Dia el día de la marmota
Me sorprendo de las malas noches y la levísima sensación de
estar mejor que a veces creo que es debida a la racionalización de pensar que
no hay mal que dure cien años y que mientras hay vida hay esperanza, porque por
lo demás al igual que se repite esta rutina de días sin una nube bajo el sol
cual día de la marmota se repiten las mismas sensaciones con una insistencia
desoladora, tos, clínex, mocos, malestar y algún achus que otro y sus
pretendidos remedios, paracetamol, lechecita, miel, descanso, mantita.
9º El día de la marmota 2
Pues si ya no teníamos bastante, la vida sigue igual…, de
mal, no observándome ni la más mínima sensación de recuperación, por lo que
sigo sorprendiéndome de tal estabilidad. harto de no saber qué hacer y aburrido
me voy pronto a la cama sabiendo que no duraré mucho en ella, una especie de
desvelamiento me asalta al poco de coger el sueño, no obstante, cojo el libro electrónico,
lo sujeto con el brazo extendido y mi mano derecha; “Diario del año de la peste”
de Daniel Defoe me acurruca en los brazos del sueño, eso sí que eran
aflicciones.
10º día. La mejoría empeora
Parecía que tras unos días de cierta estabilización, digamos
que bajo mínimos, se podía sospechar que circulaba camino de la sanación, mucho
más no podía tardar, pero mira por donde que de repente todo se volvió como al
principio, era como un volver a empezar en su peor momento con mejores ímpetus
en ello. Los mocos se licuaron y volvió el goteo constante, el achus, el picor,
el escozor en la nariz, la desagradable sensación de no tener una regulación de
temperatura en el cuerpo sino sudores, fríos y calores, que me obligaban a
apenas moverme de donde caía rendido y desesperado. Habíamos vuelto al pueblo y la chimenea me
pedía leña para que consiguiera subir la temperatura de la casa que junto con
la estufa de pellet, ésta a su bola, eso
sí a bastante potencia de funcionamiento iba consiguiendo, lo que permitía la
temperatura de confort hogareño que al menos compensara mis desdichas. Qué otra
cosa se puede hacer mejor que despanzurrarse en frente de la chimenea
contemplando el chisporroteo mientras esperas que se pasen tus males
invernales.
11º Dia, y dale perico al torno.
La pesadez del malestar en desaparecer es renuente y
sorprendido de ello me obligo a la resignación y el analgésico como única vía
de sobrellevar los males. Tengo hambre y a pesar de todo no renuncio a la cervecita de al medio día. Pienso que
puede que ésta amortigüe los efectos del segundo frasco de jarabe que voy tomando y que tan solícitamente me
dispensó el farmacéutico tan parecido a Frank de la jungla, además lo hizo con
una impulsiva respuesta de ofrecimiento que variaba en cuanto modelaba mis
síntomas a sus preguntas, llegando a mostrarme tres diferentes de acuerdo con
mis respuestas. Llevé el que creía mejor se adecuaba a la cura de mis males
despidiéndome con un: ¡que se mejore!, gracias, le respondí.
12º dia Domingo por la mañana
Una pesarosa noche, me hace levantarme incluso con
febrícula. Desayuno y me vuelvo a acurrucar en el sofá cubierto con una manta.
M. se levanta, me ve, y responde con lo que ella odia, pretendiendo que
acudiéramos al médico, incluso de urgencias, la doy largas diciéndola como
vamos a ir al médico para decirle que estoy malo con resfriado y tengo 37.3 de
fiebre, es ridículo Sigo estornudando a rachas e intuyo otro repetitivo día
más, eso sí, con la vuelta del fin de semana a Madrid. Paso la tarde entre el
viaje y el agotamiento recostado en el sillón, resignado a mi suerte.
13º La mejoría mejora
Por fin pude dormir con algo de continuidad que junto con el
paracetamol, me produjo una suerte de sudoración nocturna, que esta vez sí noté
como mejoría real, lo que me hizo levantarme de manera distinta a estos últimos
persistentes días, más disposición, menor malestar general, rozando el termino
neutro, tan es así que aun a pesar del frío decidí arrancarme a un paseo
mañanero que agradecí a posteriori que no en su desarrollo, pues fue este algo
incómodo debido a las corrientes de aire
frescas que me atacaban por doquier, pero que soporté estoicamente sorprendido
de la capacidad de termo regularme de nuevo. Conversaba con M. diciéndole
cuando me pregunto cómo me encontraba que me habían sentado muy bien los aires
que NO había tomado del campo…
14º Día lento aterrizaje
Llevo ya un día sin tomar el analgésico como lo tomaba cada
ocho horas y la sensación corporal no es del todo mala, pero realmente no me
encuentro bien, toso, se me congestiona las vías respiratorias y temo al frio
al que parezco especialmente sensibilizado. Deben ser las secuelas de semejante
proceso enfermizo y al que imagino debo de tener cuidado, ya se sabe aquello
del resfriado mal curado y sus consecuencias. Decido tomar una sauna que estaba
excesivamente caliente. Sudo en su interior como un auténtico descosido pero
poco tiempo ya que no hay quien lo aguante, esta insoportable de fuerte. Al
terminar parece que me ha sentado bien notando en cierto modo sus efectos
depuradores. Veremos a ver como amanece el día…
15º Siento que ya llega la hora…
…y que dentro de un momento te alejaras al fin. Lo que sí
parece claro que esto no es de golpe, al igual que durante este montón de días
desagradables las fases del desarrollo del constipado se han ido produciendo
con una desesperante lentitud obligándome a sufrirlas en toda su extensión, el
camino de la recuperación definitiva igualmente lleva su tiempo, pasando de
estar algo mejor, a algo un poquito mejor, sin estar bien del todo y, en esas
estamos, pero considero ya que esta historia debe de llegar a su fín
Fin.