martes, 7 de marzo de 2017

Un monstruo viene a verme

Un monstruo viene a verme
Sabía de esta película por su participación en los goya a la que optaba a la mejor película la que por último se llevó "Tarde para la ira". Apenas y, como realmente me gusta cuando me enfrento a la visión de una peli, había leído y sabía nada más que esas escenas de un árbol extraño y su prosopopeya vital del que había leído algo así como única información al respecto: "la historia de un puto niño y un puto árbol" y algo más por el estilo, lo que a las claras venía a definirse por sí mismo. El caso es que dándola valor que merecía nos dispusimos a verla los tres enfrente del televisor semi gigante en el igualmente semi gigante sofá. Lo primero que me sorprendió fue que tratándose de una película supuestamente española ninguno del plantel de actores lo era, bueno, vale, conveniencias varias supongo; que apareció entre ellos la ilustre Sigourney Weaver (que vaya nombrecito) rondando los setenta años, lo que me llevó de un plumazo - como siempre en estos casos- al recuerdo en el añorado Cine del barrio de Carabanchel Alto "Coral" donde la ví fascinado en aquel "Alien el 8º pasajero"; y, que a lo largo de la visualización aparecían demasiadas cosas de las que uno no está acostumbrado a ver en una cinta para adultos por lo que evidentemente no es sexo, ni nada que se lo parezca.
Efectivamente pues, esto no es una pelicula normal, se trata de una propuesta de largo alcance basada en una alegoría de lo que supone para la vida de un niño todo un proceso al respecto de graves situaciones que se le presentan en su joven vida adolescente y se hace tratándolo de manera poco menos que exquisita utilizando como lenguaje narrativo la alegoría representada por el famoso árbol que cobra movilidad. El que le busca y le asusta pero que a la vez le sirve como terapia a el enfrentamiento de sus graves realidades.
Nos cargamos el corazón de razones para sentir cuando se nos presentan de tal manera que somos capaces de acercarnos a esos lugares tan próximos a la emoción y es porque nos lo han contado con seriedad, valentía y honradez, y eso se nota.
RfCs.


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