miércoles, 7 de octubre de 2009

Sobre la SGAE, los derechos de autor y demás


El domingo cuatro de octubre de 2009 se publicó en el País semanal un artículo de Javier Marías cuya temática versaba, después de adornarlo, darle vueltas y retruécanos, sobre los derechos de autor, en este caso, con un enfoque desde el mundo de las editoriales y escritores que por lo que se ve, también se sienten amenazados. Porque de lo que se trata es de eso, los derechos de autor, esto es, sacar tajada, la pela, la guita. Aquí no vale ofensas ni desaires, lo que importa es lo que importa, ya lo sabemos.

Y de esas se trata. Cierta vez, un antiguo maestro, me advertía del problema que tienen los curas con respecto a su predicación, no era ni más ni menos, que viven de eso, la fé es su sustento. Desde el cura raso al cura coronel, hasta llegar al cura capitán general de todos los “ejércitos”, al pontífice. De ahí es donde viene esa defensa a ultranza de la fé, la de mantenerse, seguir recibiendo, igual sucede en este mundo de los derechos de autor. Es su necesidad. Hasta llegan a alegar, en clara amenaza, de la desaparición de los tan necesitados artistas creativos.

Y digo yo, sintiéndome hoy creativo, pero sin la suerte de vivir de ello, ¿por qué por el hecho de crear una o cientos de canciones, o escribir uno o cientos de libros, su creador merece vivir de ellos para el resto de su vida?

El proceso creativo obedece a un impulso interior que se impone a la voluntad del creador y le empuja en una lucha interior que le reporta multitud de satisfacciones, y quebraderos, en que siempre vence el gozo, la satisfacción de mediante procesos en los que se entrecruzan, el interés, el esfuerzo, la dedicación, la canalización del torrente creativo, que vienen a dar un resultado, una obra, una creación. Todo ese proceso se encuentra alejado en su génesis de una compensación económica que se pudiera tener a posteriori. Por otro lado está el oficio, el artesano que gracias a sus conocimientos o estudios en el campo dado consigue, realizar obras aceptables, dignísimas, este oficio también viene acompañado de creatividad, en un principio siempre pura. Luego, la creación acompaña al creativo como algo ajeno, casi incluso, a su propia voluntad, después de haberla despertado. Ese despertar de la creatividad lo incentiva el propio espíritu y los agoreros que vaticinan su desaparición, o no entienden nada, o su costumbre de recibir a cambio han pervertido su estado natural de creación sincera y espontánea. Y digo más, si acaso fuera así, dudo mucho que desapareciera el verdadero artista, afortunadamente perderíamos de vista a muchos de que se llaman artistas y de eso tienen poco, los aprovechados del arte.

Además, tenemos una confusión generalizada que viene a decir que: “todo aquel que compone canciones, escribe libros, o camina por terrenos susceptibles de recibir derechos de autor (no se muy bien por qué) tiene que aspirar a ser millonario y sus editores mucho más”. Hombre, ¡faltaría más! ¡Para eso estamos en este negocio! ¡Para hacernos millonarios!, para ver si damos el pelotazo con algún caso, mientras tanto nos vamos haciendo el filántropo, en post de la cultura, y para poder ser altruista, necesitamos de quién vele por nosotros y nos recoja los beneficios, llámese SGAE. El problema viene dado en que esa constante lucha de los derechos de autor choca frontalmente con una época concreta y con una revolución: Internet y la revolución informática, algo con lo que tal vez no habían contado (aunque sí usado) y con lo que es imposible luchar si no es a base de: coacción y pretendidos recortes de libertades; lucha perdida a todas luces, por lo que harían muy bien en reconvertirse tanto los artistas y sus promotores de acuerdo a estos tiempos que corren.

Continuara…

Fdo Sr. Rice, de uno de los dos.

1 comentario:

  1. y aquí que decir,que por fin ahí un tipo como Marias coherente e integro

    ResponderEliminar

Dilo

Printfriendly