Esta vez vamos con retraso pues pasaron cinco días desde la celebración del partido, Atlético de Madrid -2, Zaragoza-1. Pero los ecos retumban y retumban, además tampoco tenemos prisa.
Llegamos una vez más al estadio de nuestros amores, en el que nada mas penetrar en él pierdes la condición de ciudadano libre, sólo comparable a cuando estas en un hospital o entras a un parque temático, lo único es que aquí, convertido en un sufrido aficionado indefenso ante los abusos. Pues abuso es apenas poder llevar bebida, pues la confiscan o retiran el tapón, quedando las botellas semi-perdidas al tener que arrastrarlas por el suelo, único sitio donde poder posarlas, o mantenerlas sujetas con la mano, ¡ardua e incomoda tarea! ¡De botes! Ni hablamos, lo que obliga a uno a retirar el tapón y ocultarlo en el bolsillo temiendo el cacheo o el ridículo, porque si abuso es eso, el comprar una botella de agua o lo que sea en la miserable barra del pasillo es un auténtico atraco. Además se eso al plantar el culo en el sucio asiento de la grada y contemplar la grandiosa vista semi-oculta por una red que cubre el fondo en el que nos encontramos, que sirve de contención de los objetos que pudieran lanzar el indignado publico, hay que soportar indefenso, el terrible volumen que hoy supera unos cuantos puntos por encima del umbral de lo soportable. No sé a quien se le ocurrió, que para que todo el estadio pudiese oír los insufribles anuncios o aviso de la megafonía, colocar prácticamente encima de nuestras cabezas los altavoces que deben de avisar a todo el estadio, por lo que resulta obligado taparse uno los oídos, o dejar de hablar mientras emiten. Son momentos desagradables que hay que tomárselo con indefensa resignación ¿qué se puede hacer?
Se nos paso la hora de cenar, pues la rígida programación televisiva obliga a incluir partidos en estas horas intempestivas, y como a los programadores se la sudan los espectadores, estos indefensos sufrirán las horas que les conminan a llegar a casa pasada la media noche. Nosotros además, como somos de tomar el bocata al descanso del evento, pues eso, que se nos ha pasado un tanto la hora de cenar.
Y si a pesar de todo eso, por si no fuera poco, esforzarte en hacer un constante ejercicio de abstracción en el que intentar no oír a los voceras que te rodean con continuos y desagradables insultos y reproches o cánticos vergonzantes.
Pero aún queda más, el ver a tu equipo ridículamente desdibujado, cometiendo continuos e ingenuos errores que desesperarían al santo job, entregando balones al contrario, balones que un niño de apenas cuatro años devolvería a su padre desde diez metros. Pero como no hay mal que cien años dure, aunque este lleva camino, la chispa, la ascuita agonizante que llevamos en el corazón se convierte en fogata, por pura necesidad, en una mezcla de patetismo y heroicidad que nos embarga, al venir a resultar una victoria después de haber caminado los diez minutos de rigor por la cuerda floja. Salimos corriendo como quién huye del horror que no quiere revivir, eso sí, tras unos minutos, sonrientes.
Jornada feliz.
Fdo. Radio Lucientos.
Pero lo grave de todo esto es que ademas,tienes que pagar,a esto yo lo llamo solidaridad,y a cierta edad hasta un infarto te puedes ganar,¡¡deja el fútbol y vuelve a fumar!!pues la dosis que de vez en cuando tu equipo te da(cara medicina) para casi siempre acabar mal
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