

La única verdad.
Es eso, no hay otra, estamos hablando de la dignidad contra la tiranía, del dolor que provoca el daño, de la huida como única salida, del orgullo contra la indiferencia, del uno contra el otro, de la selva sin humanidad, de la vida contra la muerte. ¿Acaso puede haber otra verdad? Y quien eso no lo creyera, ¿no será sino, más reincidencia del aborrecimiento contra lo humanitario?
Es curioso pero tal vez se trate de una educación y por eso llegue a la canción pero ya otro lo dijo mejor:
La vida no vale nada
si no es para perecer
por que otros puedan tener
lo que uno disfruta y ama.
La vida no vale nada
si yo me quedo sentado
después que he visto y soñado
que en todas partes me llaman.
La vida no vale nada
cuando otros se están matando
y yo sigo aquí cantando
cual si no pasara nada.
La vida no vale nada
si escucho un grito mortal
y no es capaz de tocar
mi corazón que se apaga.
La vida no vale nada
si ignoro que el asesino
cogió por otro camino
y prepara otra celada.
La vida no vale nada
si se sorprende a otro hermano
cuando supe de antemano
lo que se le preparaba.
La vida no vale nada
si cuatro caen por minuto
y al final por el abuso
se decide la jornada.
La vida no vale nada
si tengo que posponer
otro minuto de ser
y morirme en una cama.
La vida no vale nada
si en fin lo que me rodea
no puedo cambiar cual fuera
lo que tengo y que me ampara.
Y por eso para mí
la vida no vale nada.
Efectivamente, no creo que se pueda decir ni más claro, ni, si se oye la canción de Pablo Milanés, más bonito.
Porque luego está lo demás, la música, la literatura, el coger setas, que te bajen el sueldo, el paro, la crisis, las facturas, los desplantes, las afrentas, follar o cruzar la plaza de Núñez de Balboa, asuntos estos, podríamos decir, menores. Desde nuestra cortedad de miras, sin internacionalismo, hay cosas que se nos escapan. Más tarde, hay veces que tal vez por casualidad, nos topamos con ello y nos llevamos la sorpresa mayúscula. La sorpresa del horror por el que nada hicimos para detenerlo y lo malo que tiene es que se instala, se acomoda, se expande y hasta se olvida, con el olvido viene el perdón camuflado en la distancia, pero urge reconocerlo y corregirlo por justicia, no rencor y si conciencia.
Para eso está el arte, el que construye para el deleite, con los ladrillos de la realidad diseminada, el que formalmente toma una concepción, en este caso el séptimo (arte) entonces se muestra, se expone, hasta se baja de Internet. Y trasciende, se convierte en arma, no importa que haya veces que éste contenga deslices, defectos que nos despistan, todo se perdona, si el estómago aguanta la rabia que nos asusta el mensaje esta claro, la locura pasó por Rwanda.
Rafa, de uno de los dos.
Elogio al futbolín
Habíamos decidido salir a practicar un poco de turismo comarcal. Hay un pueblo muy cercano a Cenicientos del que teníamos referencias y nunca jamás lo visitamos. Por qué no en este puente largo en el que parecíamos anclados en el nuestro, salir hasta llegar al susodicho, de paso airearnos y cumplir un deseo.
Nos armamos de las cámaras de vídeo y de fotos. La mañana era muy lluviosa y nebulosa, da igual, total…, vamos en el coche.
Llegamos a Nombela en breve, veintitrés kilómetros nos separan. Nos encontramos en
Nos dedicamos a recorrerlo en aproximadamente una hora, como todos tiene cosas curiosas y bonitas, el Ayuntamiento, coronado con esa singular copete y campana;
Nos sorprendió Nombela un tanto por su tamaño, al pensar nosotros que sería una pequeña localidad, y antes bien, tenía su grandeza.
Nos dió igual, dirigimos nuestros pasos hacia otro pueblo próximo, Pelahustan, a éste ya lo conocíamos sobradamente, más pequeño y coqueto se encuentra rodeado de monte bajo, en un lustroso encinar. Aparecía el sol tímidamente tras un húmedo paseo en el que encontramos un bar. Tocaba remojar el gaznate. Era un bar grandísimo de pueblo, de esos en los que sobra el espacio, tanto como para incluir estufa chimenea, varias mesas y sillas, una larga barra semillena de hombres rudos, un par de billares, una máquina de paletas y un futbolín. Allí estaba pues, al fondo, majestuoso, como invitándonos a usarlo y efectivamente así lo hicimos.
No es que juguemos a menudo, además ya quedan pocos, deben estar en peligro de extinción, por eso el rebuscarnos los bolsillos e introducir la moneda fue un acto como empujado por su atracción.
Pronto nos dimos cuenta de tener entre nuestras manos un aparato en excepcionales condiciones de forma y uso; los ejes rodaban finos y ajustados, los muñecos con ese punto de desgaste que permite recoger las bolas sin resbalones; éstas (diez), con esta pátina que otorga el uso preciso en el que además conservaban la absoluta forma esférica, sin rasgaduras; en fin, una maravilla a nuestra disposición.
Cincuenta céntimos de euro convertidos en entretenimiento y diversión garantizada solo nos exige un mínimo de deseo mutuo, porque esto se comparte. Una realidad visual, sonora, táctil, se nos presentaba junto con el enfrentamiento deportivo del tú a tú, directamente, cara a cara, ese que nos divierte en el “pique” en el que parecer jugarnos un potencial, una calidad, un genero, un honor. Recuerdos de partidas pasadas, en sitios lejanos; como decía Machado: vosotras (yo, las bolas, él, las moscas) pequeñitas, revoltosas, me evocais todas las cosas. Ruedan las bolas sobre la verde pizarra entre las patas aéreas de tantos muñecos dispuestos a reorientar sus vaivenes, dirigidos por brazos que agarran firmemente los mandos, que aprietan y giran y las hacen despedirlas con fuerza. Cuatro ejes son cuatro pilares que sujetan el equipo con su disposición táctica, portero, defensa, centro del campo y tres puntas, siempre dispuestos a retener, a enganchar la bola, a ejecutar el rápido movimiento, el giro, el barrido, el remate perfecto que se introduzca contundente a golpe de sonido de palo seco entre las tripas del mamotreto, ese que nos encargamos de domesticar a golpes de sutilezas. Esa bola penetrada, convertida en júbilo o en decepción reposará su gloria hasta convertirse de nuevo en otra alegría, en otro desastre, en otra partida…
Además, por fin gano mi atleti, debe ser de las pocas maneras que tenemos de ganar a estos...
Rafa, de unos de los dos.
Daría risa, si no fuera por que da miedo.
Esta frase que se refería a unas imágenes de una parada militar del régimen que sufre Corea del Norte era lo suficientemente ilustrativa para comprender ese horror. Además hay que calificarlo, quiero decir, este tipo de cosas vistas aquí, en occidente, con las valoraciones de nuestros supuestos avances de libertades, nos lleva a ponerle nombre, horror, sufrimiento, miedo, dictadura...
Ahora vamos a describirlo:
En una plaza de dimensiones excepcionales, puede que construida para tal fin, se presenta un ejército de miles de miembros, con una marcialidad extrema; batallones agrupados en formación de absoluta rectitud sostenían algún cartón o algo de color sobre sus cabezas, de manera que formaban un mosaico de el que algunos lo daban la vuelta para componer unas palabras que alababan a el líder, o gesta heroica. Ese cambio rápido se realizaba de una manera extraordinaria poco menos, se podría decir, que eléctrico, como si fuesen todos movidos por una interruptor que aplicaba corriente a unas bombillas y que todas se encendiesen o apagasen a la vez, o dicho de otra manera, quizás les iba la vida en ese movimiento, o fuesen condenados a algún temible arresto si lo hicieran descompasados. Delante de estas formaciones desfilaban compañías armadas de fusiles de asalto con un paso parecido entre la legión española, por su rapidez y de majorettes de desfile festivo americano bailando el Can Can, levantando la pierna hasta los noventa grados en los dos pasos. La composición de estos soldados debía de regirse por una selección exclusiva de parecido en gesto, altura, anchura, uniformidad, que rallaba la clonación. Los movimientos eran todos de una precisión extrema, que en plano corto, se apreciaba a la tropa efectuar un rebote corporal propio del avanzar al ir marcando los pasos poco menos que ridículo. De vez en cuando se veía algún imagen de un público que aplaudía al tal jefe de gobierno de manera que levantaban las dos manos como si fuesen a ejercer el saludo fascista con una ellas y el puño con la otra y en vez de eso chocaban las palmas entre extasiados y embobados.
Dicho esto hay que imaginarse el horror desde dentro. Pensemos en algún miembro, digamos que normal, (si acaso hay alguno y, si así no fuese dejaría de creer en el hombre) no los abducidos creyentes de la causa, ni esa clase militar de suboficial para arriba que goza de los beneplácitos del régimen, sino alguien normal, aquel que se ha visto poco menos que obligado a representar ese ejercicio del horror en el desfile y en su vida cotidiana, alguien completamente alienado, que ha perdido su voluntad humana, que no es otra que la libertad, la de hacer y elegir. ¿No nos produce todo esto un vértigo de miedo en el estómago?
Resulta que se conoce y se ha visto ya lo suficiente como para saber de que hablamos, me viene a la mente las aniquilaciones Estalinistas, el genocidio Nazi, las huidas de poblaciones escapando de los países generadores de miedos. ¿Escapará alguien de Corea? ¿Cómo lo hará? ¿Será perseguido él o su familia por eso?
La foto del Líder aparece por todos los lados, incluso obligatorio tenerla en casa, hay que hacerle reverencia, todos los niños, todos los días, cuando llegan al colegio. Un pais triste, sin nada, vidas oprimidas y dirigidas desde en nacimiento hasta la muerte…
Una risa temblorosa que nos delataría acojonados si tuviéramos que vivir así, sería la risa que nos daría junto al miedo.
Rafa, de uno de los dos.
Posdata:
A nosotros que desde aquí al menos podemos decir aquello de que tenemos: “libertad para mirar a los escaparates, libertad para eludir al fastidioso mendigo, esa libertad que solo vende parcelas del cielo, a plazos sin recargos” (Cucharada, en 1978)
Aquí la canción y la recomiendo:
No sé que tendrá la profesión de actor-actriz que sea capaz de convertir un texto y luego el gesto, la voz, en premeditado, en falsa actuación, pues no se siente de verdad. Frases y frases repetidas en ensayos (este guión se cambió diecisiete veces) a los que le acompañan ademanes, poses, posturas, gesticulaciones… para llegado un momento, repetirla delante de una treintena de personas, de las que algunas muy, muy próximas dirigen una cámara hacia su acción, que registra ese momento una y mil veces hasta convencerse de su corrección.
En un principio cualquiera valdría para la farsa, ni sufre ni padece los sentimientos de los personajes. De sobra son conocidos los éxitos de actores principiantes sin ningún bagaje, ni “tablas” que lo avalen y el caso de esta película es un ejemplo más, o no…
Aquí el actor es alguien al que una alteración genética le aporta la presencia de un cromosoma más y se convierte en alguien, digamos no raro, especial. Lo es en su vida real y en su personaje. Así de entrada la cosa es curiosa. Probablemente las situaciones imaginadas en el guión, se hayan repetido en sus propias carnes, pero de verdad, y le tocara revivir o adelantarse a ellas. El amor, el deseo y sus tretas para conseguirlo, el desprecio, el tormento de lo imposible, la tristeza de la resignación.
Terminada la película, corro a youtube, introduzco Lola Dueñas y veo una pequeña entrevista, en la que ella reconoce como mérito de su compañero el que trabaja desde la verdad lo que la provocaba un compromiso de obligación en el mismo lugar, -“todo lo que pasaba en el rodaje era verdad, y yo respondía a lo que él me daba”- reconoce.
En la pelí, esto se nota como no pasa en otras, pero es que además, y como Lola mismo dice, la dirección de actores la coloca en disposición de expresar y representar la parte que la toca, yo añadiría de una manera poco menos que sublime. Por eso mismo cuando presentaban la terna de sus rivales candidatas al Goya a la mejor actriz protagonista, Raquel Weisz, Penélope Cruz y Maribel Verdú, era como para echarse a temblar sino fuera por el íntimamente saberse merecedora del premio, que efectivamente la dieron.
Una trama que incluye una problemática social, las barreras del amor; una música que por reconocerla, se va paseando, asomándose tímidamente como una triste melodía de piano, para ir creciendo en intensidad hasta llegar a un punto tan álgido que sencillamente emociona (igualmente recibió el Goya a la mejor canción original) y una actriz que debuto como protagonista, que aporta una hermosa honestidad a un impresionante trabajo con el que ha logrado colocarse en lo más alto y mucho me temo que será para siempre.
Además su físico (algo tan importante en su profesión) la aporta, por ser así ella, un plus de sencillez y normalidad, por eso mismo es posible a poco que te fijes, reconocerla por la calle en la cara de otras tantas tías iguales sencillas y normales como ella, algo que nos la acerca, nos la aproxima, en vez de esas bellezas extraterrestres inalcanzables
Rafa, de uno de los dos.
Hay discos que pasan por nuestras vidas como atraviesa el rayo x los cuerpos opacos provocando una mutación celular que convierte al hombre en otro a partir de entonces. No se puede concebir ese alguien sin ese conocimiento, esa vida repentinamente alterada para siempre. A Serrat, con el que crecí en todos los sentidos, lo instalé en el pedestal de los Dioses desde hace mucho tiempo, mientras otros lo intentan, subían peldaños y siendo buenos se quedaron en deidades livianas. Como buen creyente igualmente contemporáneo, que conserva la fe ciega en su Dios y no va a misa, no practica ciertos sacramentos, pero recurre periódicamente a sus bálsamos, a su genio que despierta sensibilidades por acción directa de su palabra cantada, la más bella de las palabras.
Hay veces que me pregunto porqué se canta, porque la gente canta, llegué a encontrar una respuesta en una enciclopedia franquista, que venía a decir algo parecido a lo de su mal espanta. Fuera de desvaríos, puede que responda a una necesidad profunda, a una satisfacción expresiva, nos hace más presente el entorno que nos rodea, todo es vibrante todo esta vivo y cantando se entra en sintonía con el ambiente cercano (eso dicen).
Yo no sé cantar, mi padre, cantaba flamenco muy bien, en aquella época que se hacía en los bares, no llegué yo a desarrollar esta afición, entonces no estábamos para aquello. Lo cierto era que en vez de cantar uno mismo, nos cantaban otros, esa sensibilidad, ese conocimiento del mundo esa poética, esa lírica nos la transmitían otros a los que a fuerza de oírlos y oírlos los creíamos tan nuestros y cercanos que no nos dábamos cuenta de su grandeza y pretendíamos descubrirlos por nosotros mismos a otros dioses, otros ídolos, intuyendo que por ser descubridores serían más valiosos. Entre tantos y tantos se pasaba por el rock como respuesta a inquietudes buscando en sonidos rocosos la afinidad con la rebeldía y así era, ruptura, lucha, protesta, estilo de vida.
Algo más tarde oí decir a Trecet, que el león del Rock se había convertido en gatito, ¡sorpresa! puede que la diversión, la postura, el aburguesamiento, la vana estética se había adueñado de el sentido real de una música hecha para dar guerra. No se si será para tanto, pero es cierto que el rock se ha acartonado y ha perdido parte de su fiereza que ya a casi nadie asusta. Seguramente no sea la música sino yo el que vea la realidad cambiada pues hoy más que nunca, o al menos igual que siempre, hay motivos para la rabia. Woody Guthrie escribió en su guitarra: “this machine kills fascists”, pocos recogieron su testigo.
La vida sin música sería el infierno de aterrador silencio, habría que reinventarla, para que llenara nuestras vivencias de un condimento de pasión, de fuerza, de belleza.
Esta canción de un disco de Serrat lo tiene todo, poesía, crítica, ironía, ganas de vivir, de luchar, de advertencia…
En fin, todo para esto...
Se echó al monte la utopía
perseguida por lebreles que se criaron
en sus rodillas
y que al no poder seguir su paso, la traicionaron;
y hoy, funcionarios
del negociado de sueños dentro de un orden
son partidarios
de capar al cochino para que engorde.
¡Ay! Utopía,
cabalgadura
que nos vuelve gigantes en miniatura.
¡Ay! ¡Ay, Utopía,
dulce como el pan nuestro
de cada día!
Quieren prender a la aurora
porque llena la cabeza de pajaritos;
embaucadora
que encandila a los ilusos y a los benditos;
por hechicera
que hace que el ciego vea y el mudo hable;
por subversiva
de lo que está mandado, mande quien mande.
¡Ay! Utopía,
incorregible
que no tiene bastante con lo posible.
¡Ay! ¡Ay, Utopía
que levanta huracanes
de rebeldía!
Quieren ponerle cadenas
Pero, ¿quién es quien le pone puertas al monte?
No pases pena,
que antes que lleguen los perros, será un buen hombre
el que la encuentre
y la cuide hasta que lleguen mejores días.
Sin utopía
la vida sería un ensayo para la muerte.
¡Ay! Utopía,
cómo te quiero
porque les alborotas el gallinero.
¡Ay! ¡Ay, Utopía,
que alumbras los candiles
del nuevo día!
El vídeo en youtube (que como siempre digo ¡me sorprende! y ¡me asusta!)
Rafa, de uno de los dos.
No sé porqué nos toco entrar por la puerta de atrás, y por allí andaban gente importante aunque no eran cualquiera; Almudena Grandes, Luis García Montero, Benjamín Prado, Gaspar Llamazares, no son cualquiera, casi se diría que forman parte de los pesos pesados de la vanguardia intelectual de izquierdas de este País, daba igual, la puerta estaba cerrada para todos, pero se conservaba un resquicio. La más pequeña estaba abierta, y se producía una discusión airada por entre los que tenían en la entrada el acceso por la puerta de Fuente del Berro, y alguien con chaleco fosforito encargado de vigilar esa puerta, algunos expectantes pensábamos que podrían ceder y dejarnos entrar por allí, no obstante, aquello era mucho discutir…
Efectivamente, alguien abrió unas puertas más y se produjo la avalancha de los que allí nos encontrábamos, los Almudena, Benjamines, Llamazares, etc, incluidos; de repente nos vimos todos dentro, con la entrada intacta, buscando la localización, mientras el del chaleco fosforito aplaudía nuestra hazaña con sorna, ¡vale, vale, un aplauso ¡plas plas! por haberlo conseguido!
Era tarde y el concierto estaba a punto de iniciarse, me dio tiempo de llegar al sitio correcto para casi inmediatamente encontrarme con la gente con los que iba, que habían decidido entrar por la puerta alternativa y, que antes me había asustado por la cola y los registros (yo llevaba mi pequeña cámara de vídeo, y no sabía si me la dejarían pasar)
Entonces… las luces se apagaron, otras se encendieron y comenzó…
Uno se encontraba entre una suerte de gozos que nos vinieron a dar satisfacción, todo el mundo era próximo, amable y encantador. La música…
Hay ratos que la música nos penetra provocando en su tránsito una descarga de emoción, ha punzado el hipotálamo de lo sensible, a la mente le urge una respuesta corporal, lagrimas, congoja, escalofríos, bailes, movimientos convulsos y algo va, algo se eleva entre tanta alma palpitante divirtiéndose.
¡Miguel Ríos forever!
Thanks, Nino y Llanos por habernos convencido de ir.
Rafa, uno de los dos.
Me pregunto a que obedece eso de “Dios los cría y ellos se juntan”
¿Dónde está Leonor…? ¡Que venga…vamos a rodar…!
Todos los que nos encontrábamos allí buscábamos, retorciendo los cuellos, donde intuíamos que se pudiera encontrar.
Estaba en la caseta de cristal, improvisado camerino donde resguardarse del frío que se había desatado después de una relativa tarde cálida. Cuando ella se sintió avisada, con profesional decisión se dirigió al set de rodaje situado en la meta de la pista de Atletismo, justo en la escalera donde se colocan los jueces para realizar los cronometrajes. Evidentemente era de noche y todo el recinto se encontraba a la disposición de la producción de la película y se recurría a cualquier elemento que forma parte del paisaje propio del lugar como decorado. Arremolinados junto a ella deberíamos de ser cerca de treinta personas en medios círculos concéntricos directamente proporcional en la distancia al grado de intervención en las decisiones de la filmación. Los más cercanos, los que decidían y cuanto más lejanos a esos, los que obedecían.
Con un privilegio escandaloso de proximidad el director se mutaba en ojo escrutador, en cámara, en pantalla de los que serían luego espectadores; a través de él y por su influencia pasaba todo el fluir de la acción, era como si todo el montaje para esa representación se exhibiera en su honor y fuese el único en verlo aunque mentalmente ya tuviera la idea, él mismo era el guionista de la historia. No obstante, así no era, pues estaba aconsejado y orientado aunque fuese él y sólo él que decidía el proceder de la grabación.
Tras largos minutos de prueba, recitado y ensayo se empezaría el rodaje de la secuencia.
¡Motor!
Un eco repetía la palabra allá por donde se encontraba cualquiera de todos los que circulaban por el rodaje. -¡motor… motor…motor…! ¡todos a primera!, - Leonor entonces de despojaba del abrigo que la protegía del frío y se lo entregaba a la encargada de vestuario, que la acompañaba constantemente, la atusaba la camiseta estirando una leve arruga, a la vez que otra, encargada de maquillaje, la corregía con una brochita de polvos un punto de la cara y repintaba la sombra de ojos, para desaparecer corriendo del lugar. Una última revisión de todos preparaba el momento en que se pedía silencio. El mismo eco, lo solicitaba por todos lados.
¡Acción…!
Los actores se convertían entonces en el único centro de atención de todos, que casi con sobrecogedor silencio y quietud contemplábamos la toma de la secuencia, ese silencio que aporta una real puesta en situación, con el que se traspasa por una mágica puerta al mundo de la ficción por la interpretación de alguien. Casi nunca uno tiene a la calidad profesional interpretativa al alcance de la mano para poder darse cuenta de su nivel real, como el que teníamos delante nuestra, el que era realmente capaz de convencernos entonces.
La cámara seguía la acción como robándole al momento su realidad con una proximidad descarada que el silencio se encargaba de hacer desaparecer.
¡vale, cortad!
Una especie de relax que quita tensiones aparecía en todo el mundo que volvía a sus movimientos, trasiegos y trabajos en una coreografía perfectamente organizada en la que cada cual cumple con su papel. Los actores se abrazaban con un juego de complicidad. El primer día de rodaje después de ocho o nueve horas de permanencia en el set y, llegado a su fin por ese día, al menos para ella, tras la última toma válida, recibió un improvisado aplauso por parte de todos los presentes como agradeciéndola su participación, su esfuerzo, su profesionalidad, o será por habernos regalado por unos instantes su capacidad de actuación.
¡Vamos a rodar! ¡es buena…pero hacemos otra…!
Otra vez se repite el eco, el baile, el trasiego…Espectador ocasional de excepción en el que contemplar ese el mundillo provoca fascinación, es ese atractivo que despierta el cine, que todos conocemos y muy pocos desde dentro, el que nos resulta atrayente. La actuación, la técnica como medio para llegar al fin que es la película proyectada en las pantallas, el arte de construir una historia, contarla, que guste y emocione.
Una maravilla que tuvimos la suerte de vivir tan de cerca.
Rafa de uno de los dos.
A continuación una pequeñisima muestra de como se elabora, eso sí para evitar posibles problemas, el visionado esta limitado, quien quiera verlo mande un correo a: raguiramay@gmail.com