lunes, 28 de diciembre de 2009
España, ¡ay, España!
Estoy por un centro comercial, lugar de honor ocupa el dedicado a Best Sellers, y los pretendidos de serlo, también, un gran montón de ejemplares de un libro de Cesar Vidal “mitos y falacias de la historia de España”. Leo su contraportada, se le presenta como un erudito en la historia. Intuyo que con este libro, por su título, pretende “desfacer entuertos” de lo que considera malentendidos o manipulaciones interesadas de la historia de España.
Ojeo el volumen, efectivamente va de eso, leo un pequeño párrafo que versa sobre, según él, confirmada antigüedad de España como nación, y hete aquí, como en una petit lecturilla de nada, aprecio ya su manipulación, la suya, como mediatiza con descarado cinismo su opinión o criterio, al tomar como anterior la actual idea del estado español, cuando lamenta las invasiones moriscas.
Corría el año 711, cuando la península ibérica estaba dividida por reinos visigodos llegados e instalados hasta aquí tras las invasiones germánicas y que no llevaban por estos pagos mucho más de 300 años, estos venían a ser entidades inestables que volcaban sus intereses en el beneficio propio, sin tener grandes ideologías católicas (aún deberían de desarrollarse, probablemente por contraposición). El rápido avance de una invasión musulmana que ocupó prácticamente toda la península, se debió, entre otros factores a la división interna que incluso buscó alianzas con los invasores, o a la escasez de población (pestes, hambres, guerras). A partir de entonces ya no puede hablarse de reino visigodo, (una rebelión de D. Pelayo fue la única resistencia) sino de musulmán, luego estos territorios en los que hoy tenemos como nuestros, estuvieron habitados en la gran mayoría de su historia por (pese a quien pese) musulmanes 711-1492 (casi 800 años; supuestamente cristianos 500-600; eso sí, con un lento aumento de “reconquistas” cristianas, que por otro lado dejaban mucho que desear), estos reinos árabes tendrían sus más y sus menos, sus opresiones y sus logros, pero sin lugar a duda marcaron una huella imposible de eludir y la que, según quién, minimiza o ignora, magnifica o recuerda.
Existe una creencia que se da en la actualidad y venida de antaño en la que se piensa como perpetuo lo que sólo fue o es transitorio (la actual concepción de España) y se ve a “aquellos invasores moros” de la península como extraños de estos lugares, entre otros gracias a cunas de reconquistas, Pelayos, reyes católicos o unidades de destino en lo universal. Quizás, y pecaré de atrevido al recordarlo, la gente olvida uno de los principios básicos de la historiografía y es que esta se construye en sus tiempos, los que les tocó vivir, en los que sus sucesos respondían a sus impulsos sincrónicos y en el que lecturas posteriores sólo sirven para adaptarlos a un entendimiento anacrónico a la de aquella realidad, a la que nunca jamás tendremos acceso por mucho que nos lo recreen, tan solo podremos imaginárnoslo ligeramente. Por otro lado, bien es sabido, la historia está interpretada siempre por los vencedores que la adaptan a sus creencias y convicciones. Esto sería, en honradez, un justo encabezamiento de cualquier pretendido libro de historia que no venga a resultar maniqueo de cual o tal tendencia, y este titulado, ya de entrada, “mitos y falacias de…” no es sino la constatación de su pretensión manipuladora. En estos tiempos de posicionamientos ideológicos y de autofagia, en la que irnos consumiendo a nosotros mismos y por lo tanto empequeñeciéndonos, esta bien, mirar para el otro lado para intentar ver qué es lo que por allí se cuece. Libros como este, antes bien, no son sino de auto confirmación, primero por venir que quién viene, maniqueo donde los haya. Este tal Cesar Vidal, instalado en la sociedad como faro de conciencias de las que se nutre y a las que les aporta abonando de su propio detritus, surge, a poco que uno se imagine como un personaje de lo más terrible para el bien hacer, entre otras cosas por querer buscar a España, esa de que se le llena la boca, donde no la hubo nunca.
Digo lo que pienso. Sr. Rafa desde Radio Lucientos.
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Si si, dices lo que piensas, pero...¿piensas lo que dices? lo digo yo, por que cuando alguien quiere opinar sobre algo o alguien. debe de pensar lo que dice, y para poder hacerlo, debe de informarse con corrección.Y tú ¿te has informado? ¿has leído el libro en cuestión...? ¿eh?, amigo.
ResponderEliminarMr Mister
Dando caña, el vengador de la blogosfera, para que ningún post quede impune.
Hay algunos temas como este que tocas, que ya estamos bastante informados tenemos casi 50 años y hemos vivido leído de todo y es una pena que olvidemos nuestra historia en general y siempre volvamos a la misma a la peor historia de España, que es la que tiene en la mente el tal Vídal yo jamas me leería un libro de este señor y mucho menos para imformarme.
ResponderEliminarNo hay que leer ningun libro de este tipo para saber que solo escribe infamias,yo he leido alguno y son vomitivos de hecho a sido el unico autor que he tirado a la basura sus libros
ResponderEliminarComo bien decía el Gran Wayoming, refiriendose a los libros de otro autor similar (de Prada), los libros de este tipo me dan grima, primero, tienen muchas letras y segundo sale su foto en la contraportada. Jajaja
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