Crónica de la primera vuelta-
Comenzó el suplicio, y cuando digo suplicio lo digo como sufrimiento. Hasta ahora nunca en esta aventura futbolera que incluye visita al estadio a menudo, incluso demasiado a menudo, habíamos pasado semejante calor.
La tarde amenazaba tormenta en estos mediados septiembre, incluso cuando me dirigía allí, tarde, algunas gotas amenazantes confundían el ambiente como para augurar el chaparrón, luego fue de otra manera, algo así como un chasco. Primero hubo que pasar las penurias de rigor, arrastrar la lengua, esperar las colas, cacheos o registros, soportar la megafonía con sus anuncios inaguantables y músicas, himnos y arengas, minutos de silencio para completar el protocolo, sin saber aún, que lo peor estaba por llegar, y no era ni más ni menos que un sofocante sol que incidía sobre nosotros con ferocidad, provocando un terrible agobio de calor casi imposible de evitar. Empezaba el partido y el sol apretando, dos horas por delante que se antojaban increíbles para comprobar la capacidad de aguante de cada uno, lo malo es que la mía está muy mermada.
Llegado el momento hubo un milagro; de un cielo despejado por completo apareció un nubarrón que acabó por eclipsar nuestro sofocón provocando el descanso necesario para poder seguir alcanzando el otro sofoco, el de ver jugar al equipo de nuestros desvelos de manera tal que nos provocaba desinterés e indiferencia. Jugar sin ganas, ni ímpetu, ni ocasiones que nos animen, convertidos de dos plumazos en el prosaico equipo que en realidad es, sin ambición, frágil, vulgar…
Una prueba de juego, que nos catapulta a perder con seguridad en el siguiente partido, contra el Barcelona CF.
¡Vamos Atleti!
Comenzó el suplicio, y cuando digo suplicio lo digo como sufrimiento. Hasta ahora nunca en esta aventura futbolera que incluye visita al estadio a menudo, incluso demasiado a menudo, habíamos pasado semejante calor.
La tarde amenazaba tormenta en estos mediados septiembre, incluso cuando me dirigía allí, tarde, algunas gotas amenazantes confundían el ambiente como para augurar el chaparrón, luego fue de otra manera, algo así como un chasco. Primero hubo que pasar las penurias de rigor, arrastrar la lengua, esperar las colas, cacheos o registros, soportar la megafonía con sus anuncios inaguantables y músicas, himnos y arengas, minutos de silencio para completar el protocolo, sin saber aún, que lo peor estaba por llegar, y no era ni más ni menos que un sofocante sol que incidía sobre nosotros con ferocidad, provocando un terrible agobio de calor casi imposible de evitar. Empezaba el partido y el sol apretando, dos horas por delante que se antojaban increíbles para comprobar la capacidad de aguante de cada uno, lo malo es que la mía está muy mermada.
Llegado el momento hubo un milagro; de un cielo despejado por completo apareció un nubarrón que acabó por eclipsar nuestro sofocón provocando el descanso necesario para poder seguir alcanzando el otro sofoco, el de ver jugar al equipo de nuestros desvelos de manera tal que nos provocaba desinterés e indiferencia. Jugar sin ganas, ni ímpetu, ni ocasiones que nos animen, convertidos de dos plumazos en el prosaico equipo que en realidad es, sin ambición, frágil, vulgar…
Una prueba de juego, que nos catapulta a perder con seguridad en el siguiente partido, contra el Barcelona CF.
¡Vamos Atleti!
La verdad es que sufrís demasiado no solo por el "fútbol" que desarrollais, si no que tenéis que aguantar el entorno infernal según tu crónica.
ResponderEliminar¡¡¡Aúpa Atleti!!!