Amanecí otra vez
Entre sudores
Y desperté llorando
De tristeza
Me cobijé la cara
Por no verlo
Y así seguir soñando
Qué PODEMOS
Yo me quería olvidar
Del resultado
Y no tape mis ojos
A la tele
Y allí pasaron muchos
Muchos datos
Cuando llegué al pepé
Apareció Rajoy y entró en mi casa
Qué cosa más horrible cuando le vi la cara y vi que había ganado
Me volví meter
Entre las manos
Y allí seguían diciendo
Muchos datos
Y no apague la tele con el mando
Y así pasaron muchos
Muchos años
RfCs
Póngase esta musica:
lunes, 21 de diciembre de 2015
miércoles, 16 de diciembre de 2015
Amanecer, de F. W. Murnau
Joder, no sé
por qué pero existe una particularidad que marca la disposición del visionado
de una película y en el caso concreto de esta, la que desconocía por completo, (lo
que por otro lado es natural tratándose de la que se trata), pero la
disposición era un tanto forzada, traída, medio obligado por una recomendación
a la que tarde o temprano me veo en la obligación de pasar factura, o lo que es
lo mismo devolverla y comentarla con el recomendador, a quien tengo por sabio exquisito.
Pero ya sabemos cómo son estas cosas, lo que le gusta a uno no le gusta a otro
y aunque seas un perfecto sumiller conocedor de matices y delicados tonos, el “tragaldabas”
no alcanza a reconocerlo aunque también se mueva en el terreno de los gustos,
bueno…, pues lo mismo en otras artes, incluso la cinematográfica, entiéndaseme.
Es natural
que enfrentarse a una película en blanco y negro y ¡muda! las sensaciones sean
extrañas y puedan tirar por tierra un posible disfrute en el acto (el acto cinematográfico)
Está claro que uno está acostumbrado a lo que está en estos terrenos, sobre
todo en lo referido al color y sonido, principalmente a los diálogos aunque la música
le aporta el punto melodramático que
tanto afecta. Por otro lado hace ya tiempo que comprendí y esta película me lo reafirma,
el lenguaje del cine. Con el Acorazado Potemkin se produjo en este arte una
especie de iniciación y que aunque pudiera no parecerlo tampoco ha habido
demasiados cambios desde entonces aunque efectivamente sí que los haya habido,
pero leves, puesto que una vez, como digo descubierto el lenguaje, esto es la
manera de hacer comprensible lo que se nos muestra mediante imágenes y personajes
que un grupo actoral interpreta y un posterior montaje de las escenas, prácticamente
sobra todo. (en alguna ocasión creo recordar haber oído por parte de algún
entendido lo innecesario del sonido en una película). Vale, es cierto que ahora
mismo es impensable una película muda, de hecho el cine es un espectáculo, además
de industria, concebido para el entretenimiento principalmente, cabalgando a
lomos de la fantasía, lo soñado o lo deseado, a lo sumo actualmente nos podemos
encontrar con la presentación de una película muda pero que se queda en algo
anecdótico alejándose de la manera como el cine se hace y se vende. A pesar de todo,
recientemente se han estrenado un par de ellas, que recuerde ahora mismo, “The
Artirs” ganadora de algún Óscar y en España “Blancanieves” en la que trabajaba
mi admirada Maribel Verdú, ambas igualmente mudas y en blanco y negro.
Con
Amanecer, (después de verla comprendo el título fascinado) producida en 1927 y
ganadora de tres Òscar en la primera ceremonia de entrega, lo que se hizo en
una cena privada, al tratarse de lo que anteriormente decía por ser esta una película
muda, uno comienza su visión un tanto extrañado necesitando como una
readaptación a un universo primitivo aunque no por ello incomprensible pues
rápido se comienza a pesar del esfuerzo de atención a introducirse en él. A
pesar de todo estamos hablando de lo mismo de siempre pero quizás, más puro y,
no por inocente, ni ingenuo, sino en el estricto sentido de entender las
relaciones humanas. A partir de ahí, sucede todo, todo lo imaginable, y lo hace
con una belleza extraordinaria., el engaño, los celos, el miedo, el temor, la
redención, la pasión , la redención, la locura, el bien, el perdón , la
salvación, el odio, la risa, el valor, el mal, el amor, la complicidad, la alegría,
el llanto, la sombra, a veces hay una danza lenta, a veces cuadros pictoricos,
a veces comedia, a veces, tragedia, todo va sucediendo en un terrible crescendo
emocional, intensamente mostrado, fieramente comprendido, deliciosamente
depurado.
Una obra
maestra, una maravilla, una pasada.
Rafael
Cuevas
martes, 15 de diciembre de 2015
Manuela Carmena en el barrio
Ayer día 14 de diciembre a las 17:30 horas con una sorprendente puntualidad se presento el el Barrio del Lucero la actual alcaldesa de Madrid y baje a verla.
Si bajé, quería verla en persona como no se acostumbra a ver a este tipo de personajes o como se quiera llamar, políticos, gente famosa, conocida, de otra dimensión, qué se yo, especiales..., y lo hice no por esa vergonzante idolatría al famoseo, no, sino como reconocimiento personal a la admiración que la tengo, lo que en realidad me lleva a preguntarme por qué.
Me cae bien por si misma, por una honradez que percibo en ella, su ideario, su historia tan vinculada al compromiso, por sus propuestas, por su tolerancia, por sus actos..., cosas todas ellas por las que creo es difícil no empatizar y si me gusta por sí misma, más me gusta cuando veo como con ridículas tretas e idiotas argumentos la oposición política quiere ganarla terreno cayendo en la infamia infumable que ofende al mas elemental sentido común.
La ví muy mayor, correcta, educada, atenta a lo que le contaban y que imagino poco le interesará ya que no es de su interés y, en cuanto a lo que pudiera suponer al propio ayuntamiento, pues una micro-micra, con todos y tantos asuntos de enjundia que tendrá que tratar. Pero a pesar de todo esto allá que se fue con muy poca compañía oficial que no fuera como dos o tres personas de confianza que pudiera tener a su lado. Escuchó con aparente atención y disposición lo que le acosaban alrededor de ella. al pasar delante de una mujer que igualmente había ido a verla con alguna amiga la dio la bienvenida a nuestro barrio. Un barrio que si lo es..., es gracias a los próximos a la asociación de vecinos que tanto construyen por él, que no por el resto de los tantos habitantes que por allí vivimos casi como en ciudad dormitorio y que ni tienen ni quieren tener vínculos de fuerza con lo que supone debe de tener un barrio, socialización, en los colegios, en los mercados, en las plazas, en los parques, en los bares...
Lo que más me impresionó de Manuela es el señorío de su planta, de su presencia. A diferencia de la que era la reina de España Sofía, con la que tuve ocasión de cruzarme en proximidad y a la que igualmente aprecié esa cierta elegancia de la nobleza, pero en cierto modo fingida, en Manuela se siente la elegancia de la personalidad asociada con su presencia, lo que le otorga la nobleza en grado sumo, la que la convierte en nuestra princesa. La princesa del pueblo.
Viva Manuela
Si bajé, quería verla en persona como no se acostumbra a ver a este tipo de personajes o como se quiera llamar, políticos, gente famosa, conocida, de otra dimensión, qué se yo, especiales..., y lo hice no por esa vergonzante idolatría al famoseo, no, sino como reconocimiento personal a la admiración que la tengo, lo que en realidad me lleva a preguntarme por qué.
Me cae bien por si misma, por una honradez que percibo en ella, su ideario, su historia tan vinculada al compromiso, por sus propuestas, por su tolerancia, por sus actos..., cosas todas ellas por las que creo es difícil no empatizar y si me gusta por sí misma, más me gusta cuando veo como con ridículas tretas e idiotas argumentos la oposición política quiere ganarla terreno cayendo en la infamia infumable que ofende al mas elemental sentido común.
La ví muy mayor, correcta, educada, atenta a lo que le contaban y que imagino poco le interesará ya que no es de su interés y, en cuanto a lo que pudiera suponer al propio ayuntamiento, pues una micro-micra, con todos y tantos asuntos de enjundia que tendrá que tratar. Pero a pesar de todo esto allá que se fue con muy poca compañía oficial que no fuera como dos o tres personas de confianza que pudiera tener a su lado. Escuchó con aparente atención y disposición lo que le acosaban alrededor de ella. al pasar delante de una mujer que igualmente había ido a verla con alguna amiga la dio la bienvenida a nuestro barrio. Un barrio que si lo es..., es gracias a los próximos a la asociación de vecinos que tanto construyen por él, que no por el resto de los tantos habitantes que por allí vivimos casi como en ciudad dormitorio y que ni tienen ni quieren tener vínculos de fuerza con lo que supone debe de tener un barrio, socialización, en los colegios, en los mercados, en las plazas, en los parques, en los bares...
Lo que más me impresionó de Manuela es el señorío de su planta, de su presencia. A diferencia de la que era la reina de España Sofía, con la que tuve ocasión de cruzarme en proximidad y a la que igualmente aprecié esa cierta elegancia de la nobleza, pero en cierto modo fingida, en Manuela se siente la elegancia de la personalidad asociada con su presencia, lo que le otorga la nobleza en grado sumo, la que la convierte en nuestra princesa. La princesa del pueblo.
Viva Manuela
martes, 15 de septiembre de 2015
10 Razones (y el colmo) por las que no me gustaría ser mujer
10 Razones por las que no me gustaría ser mujer
1ª) Depilaciones variadas, que si cejas, que si barba,
bigote, sobacos, piernas y lo otro, y lo mismo da que sea con pinzas, con láser,
con cera o rasurado
2ª) Tacones, sin comentarios, debe de ser horrible el
plantar los pies sobre esas plataformas elevadas que desnaturalizan el andar
viniendo a ser gravemente perjudicial para la salud de varias partes del cuerpo
(espalda, tobillos, pies, caderas, rodillas…)
3ª) Maquillaje, sombra de ojos, rayas, labios,
coloretes y lo que no está escrito, en
cualquier momento que se les exija, que son todos los días, de momento.
4ª) Faldas, trapitos obligadas a ponerse en función de la
moda, que si enseñando cachita, que si enseñando riñones, escotes, hombros,
muslamen o lo que el viento de los tiempos disponga
5ª) Peluquerías. El horror de los tintes, cortes, mechas,
permanentes o lo que cuadre
6ª) Uñas. La exigencia del decorado de las uñas, cortas o
largas y su incomodo desenvolvimiento rutinario de inutilidad y torpeza de la manualidad, eso sí todo por
la supuesta elegancia o feminidad ¿?
7ª) Ropa interior insufrible, tangas, sostenes, fajas
reductoras, medias, ligueros, refajos varios, obligados a mostrar naturalidad a
pesar de ser algunas una verdadera molestia.
8ª) Cargar con abalorios, collares anillos, pulseras,
pendientes, decoraciones corporales varias con su consiguiente incordio de adecuación,
enganches, alergias, gastos, peso, cuidado…
9ª) Cuidado de piel, cremas, bronceado, hidratantes,
reductoras, quita manchas, baba de caracol…, un delirio.
10ª) La atención al anticonceptivo, que en realidad lo que
supone una liberación sexual, lo debe de soportar la mujer mediante
medicaciones o dius, lo que su pone una injerencia en su propio cuerpo.
Y para colmo el blanqueo anal, sin comentarios.
Es o no es.
RfCs
viernes, 17 de julio de 2015
jueves, 25 de junio de 2015
O ellos o el caos / Es un chiste
Entonces si resulta que la única
opción de sobrevivir en este mundo de libre mercado capitalista de la unión europea
es hacer lo que recomiendan el FMI, el BCE y la CE (fondo monetario internacional,
banco central europeo y la comisión europea) que justamente parece ser que es
lo que promulga que se ejecute por parte del PP (partido popular), pues eso,
que no se hagan más elecciones, que estén siempre gobernando ellos. O ellos o
el caos… ¿no es así?
No puede ser verdad que hayan denunciado y lleva camino de enjuiciar al G. Zapata por
eso que todos sabemos, no me lo puedo creer que el filón que han encontrado
algunos vaya en la vía de acabar con cierto humor que aunque a algunos no nos
guste ni verlo, no deja de ser un chiste, que como se decía en la película el
hijo de la novia: “ es un chiste, es un chiste, luego te cuento algo en serio y
comparas…”
RfCs
miércoles, 17 de junio de 2015
Arriba y abajo, la dificultad para ser de izquierdas
Arriba y abajo, la dificultad de ser de izquierdas
No solo de serlo, que hasta ahí cualquiera podría decir que
lo es, lo complicado viene después, cuando debes de elegir (llevando la
simpleza al grado superlativo) si
dárselo a los pobres para de paso cabrear a los ricos Todo esto a sabiendas que
a partir de ahí te van a putear en la totalidad, boicotear, desprestigiar,
incomodar, …, que en realidad en su mano lo tienen. Ahí es cuando surge el
dilema de una izquierda con gobierno, contentar a los que te han votado para
que les defendieran o contentar a los que presionan en defensa de los intereses
particulares, generalmente económicos, intoxicando, además, la realidad con el
tan traído interés general con el que dicen que actúan al asegurar que lo que
interesa a los de arriba interesa a los de abajo al verse estos beneficiados indirectamente.
Qué hacer pues, y lo que es peor, cómo hacerlo…
Ahí es donde surge la dificultad que requiere de mucha
resolución, claridad de ideas, integridad y capacidad de respuesta. Personalmente
creo que la solución está en actuar de
acuerdo a grandes líneas trabajo que abarquen en su interior el verdadero
sentido de su posición política, dejando lo menudo como posibilidad cuando, si
llegase el caso de verse traicionado por uno mismo, se actuara para que solo se
beneficiara a la parte teóricamente más ventajosa y, casi se podría decir que
impersonal, ya que la débil y en peores condiciones, los menos favorecidos, suele
verse afectada de manera algo más en lo personal.
Decía un profesor de
universidad de J. C. Monedero, en su
paso por Alemania y contado por él mismo que mientras le daba una clase al
referirse a los ejemplos aseguraba que éstos eran un freno a la razón, puesto
que condicionaban mucho el desarrollo de las ideas, cuando desde el fondo de la
clase alguien le pidió al profesor si podía poner un ejemplo. Bien, pues a pesar de esto, propongo por ejemplo el
siguiente hecho supuesto, esto es, cuando se deba por ideología izquierdista proteger
a alguien, digamos que un don nadie, al que van al desahuciarle de su vivienda,
junto con su familia de don nadies y dejarlos en la calle y para lo cual se debe
o se ha debido cuestionar y enfrentar al poder económico, grandes poderosos de
chistera y puro, que básicamente es
quien influye en las maquinarias del poder político con la intención de que actúe
de acuerdo a sus intereses, vamos, todo eso que ya sabemos, que no nos chupamos
el dedo, pero es que además, ese poder económico tiene poder real que manipula y
conspira para atacar y muy duro, a los que se cruzan en su camino, su único camino, el de los beneficios… Llegado
este momento… ¿qué hacer? ¿De parte de quien ponerse? ¿De quién no tiene voz ni
voto (aunque sí cara), o de quién amenaza y ataca afectando e influyendo?
Ya, ya, todos sabemos que somos muy íntegros e idealistas y
no se nos compra ni a desvía tan fácilmente. Veremos a ver…,
¡FUERZA!
RfCs
viernes, 12 de junio de 2015
Bye, Bye
Por mucho
que me acostumbre a la democracia hay cosas que no dejan de sorprenderme y por qué
no decirlo, me desagradan, como es el caso al que voy a referirme y, que
recuerde, tenía un precedente similar aunque pudiera parecer del signo
contrario.
Rita Barberá
anuncia que abandona la alcaldía tras 24 años como alcaldesa en la ciudad. Ese
es el hecho en cuestión. haciendo un gran ejercicio de aceptación de las
decisiones ajenas, como supongo debiera de ser, todo debería quedarse en eso,
una decisión personal, que sus razones tendrá y punto. Pero es que no se va de
la alcaldía y abandona la política, que a cuantos nos gustaría dejar de verle
el careto de una vez, no, se marcha a las cortes valencianas, a seguir con el
tema. lo que a las claras tiene una lectura contundente.
Esta tía es
una geta sin vocación ni voluntad más que dirigir y manejar desde el poder, y
si no es así, no va a perder el tiempo haciendo oposición, como si la oposición
no fuese siquiera necesaria. Para qué seguir profundizando en el tema,.., está
claro, ¿no?
Pd, el
precedente era Leguina, no gano y se fue; otro que tal baila.
RfCs
martes, 2 de junio de 2015
Sobre el porno y otras lides
Sobre el
porno y otras lides
Ha sido a
raíz del programa carnecruda en su episodio numero sesenta y tantos, (que todos
menos uno he escuchado en su integridad), en el cual se tocaba el tema del porno por lo que me he decido a hablar
sobre el asunto.
Pareciese
como que para ser o sentirse liberal, moderno o tolerante, progresista o
libertario todo aquel que se preciase debiera de hablar al respecto, en este
caso al tratarse de un programa de radio, en el cual a pesar de como he dicho
antes, todos he oído, lo he hecho sin embargo a través de los podcats y no he logrado saber si se pudiese
sintonizar en una radio convencional, pues bien,para tratar el tema había que
llevar a alguien que bien lo supiese, pero no cualquier guarrilla, guarrón, o
putón verbenero, sino alguien más chic, como por ejemplo una licenciada de
bellas artes, con aspiraciones literarias y poéticas y emprendedora, tanto como
para crear una productora de películas porno con tan solo 23 años se eligió entonces,
a la sin par Amarna Miller (Amarna por no sé qué del arte o dinastía egipcia y
Miller por Arthur, Arthur Miller) nombre artístico con el que se bautizó a sí
misma la susodicha. La tal productora, según nos cuenta ella misma fue creada
con pretensiones artísticas por apreciar en la normalidad del mundo de la
pornografía la existencia de un vacío más allá de la steadycam (estabilizador) y las posturas clásicas,
sobre todo las que ocultan la cara del actor masculino, que no su instrumento
que suele mostrarse morcillona o en todo su esplendor, en fin, más allá de todo
esto, que en realidad no es más que hacer porno igual.
Tras la
escucha paciente de su verborrea locuaz, acelerada, de quien parece que tiene
tanto por decir, acudo a un canal cualquiera de porno gratis por internet, de
esos que había denostado como solo lo hacen aquellos a los que este tipo de
cosas se le presentan como un problema para sus negocios privados, y lo hago en
busca de esa supuesta diferencia mediada su ejecución o su propia persona y
comprobar cuáles serían sus aportaciones a la causa de la pornografía con
calidad, bien…
Durante la
conversación o entrevista radiofónica, Amarna mostraba como una ingenuidad del
tipo sorpresa por los artilugios
técnicos propios de un estudio de radio o la dedicación con la que se la
entrevistaba, Ella por su parte se dedicaba a dar algo así como lecciones de
tolerancia desde un conocimiento profundo del universo del porno siendo esto
último lo que básicamente me indujo a pensar al respecto el asunto del porno ya
que esas diferencias del delicado tema me parecieron interesantes.
Tengo que
reconocer que el porno me excita, aunque lo odie porque en sí lo veo sucio y
perverso, insano, lo que es una contradicción que no justifico más que por
tratarse de algo relativo a la intimidad y ya sabemos que con la intimidad
hacemos lo que queremos, poco más o menos que con el sexo convencional
quedándose en la privacidad de cada cual. Todo aquello que sea sacarlo de esos
cauces y convertir el asunto en algo público, comercial y exhibicionista, no
hace más que reafirmar mis convicciones
de su nefasto existir.
Creo que porno solo se puede entender desde
dos posiciones claras, que no son ni el misionero, ni el perrito, como son la
de aquellos que lo producen y la de quienes lo consumen, moviéndose además en
un ámbito extremadamente peculiar.
Se suele
acusar al consumista pornográfico de hipócrita al respecto la moralidad social
con la que suele tratarse y su moralidad íntima con la que parece chocar, algo
así como los puteros bienpensantes; en ese sentido, los productores generadores
de porno alardean de encontrarse liberados de ese tabú y parecen quedar por
encima del más liberal de los tolerantes de cualquier actividad humana que
generase algo de polémica, actuando con normalidad sobre lo anormal como es la
esencia del porno, subversiva.
En realidad
además y a pesar de que se diga lo contrario en la pornografía se degrada
directamente a la mujer, considerándola un simple objeto, penetrable pon
cualquier resquicio de piel, alcanzando a
través del sexo la humillación y
el desprecio. Sí, ya sabemos que se trata de algo pactado y tolerado,
incluso pagado, ¡Faltaría más! pero que eso sea así no quiere decir que lo que en
realidad se muestre, es lo dicho.
Entiendo que
aquellos que han sido capaces de traspasar la línea, por gruesa que esta sea
que separa ambos mundos, esta se hará unas veces por inconsciencia, otras por
vicio, otras, las más, por dinero que
compra voluntades convirtiendo en
perversión lo que nos quieren vender como algo normal que merece la pena,
siendo tan solo una simple utilidad de un momento.
Farsa,
fingimiento y vileza, en contraposición de lo que debería ser un acto sexual
sano, deseo, emoción y verdad.
Efectivamente
al entrar en ese canal porno e introducir su nombre en el buscador aparecen
varios videos de nuestra amiga, pinchando sobre uno que parecía moverse en la
heterosexualidad (para qué ir más allá), se puede comprobar, como se la come,
como se la meten y como se lo traga, en fin, nada nuevo.
Antonio
Elcántaro, alter ego moralista de RfCs
Pd. Se
confiesa masoquista y feminista bisexual,
¡toma ya!
lunes, 18 de mayo de 2015
NACHO VEGAS FOREVER
Recientemente (unos escasos meses) he descubierto la música
de Nacho Vegas y no porque me resultara del todo desconocida ya que muchas de
sus canciones, de las cuales algunas como Teresina o Perdimos el control, por
decir dos de su variado repertorio, conocía y me gustaban, pero como digo ha
sido recientemente tras la escucha del que es su último disco, Resituación, el
que ha despertado en mí la fascinación, que no otra cosa, por su música y como
no, sus letras.
Conociendo como le conocía con anterioridad, incluso cuando
formaba parte del grupo “Manta Ray”, no acababa de convencerme. Pudiera ser ese
mundo oscuro de ambientes opresivos, marginales, suicidas, malditos, al límite,
de lo que es su universo musical lo que me limitaba la apreciación. Muchas
veces no es agradable presenciar ciertas realidades y parece que se mira para
otro lado, pero, mira tú, que la cosa dio un giro radical y lo que antes era
oscuro y maldito ahora esto se convierte en una suerte de novedoso
entendimiento poético del mundo que me convierte en privilegiado entendedor de
su mensaje, y digo privilegiado por descubrir ese mundo entre una maravillosa poesía que a veces me
asalta asimilándola y que me hace sentir como capacitado para perderme entre
estados de gran lirismo; esto se agradece pues uno se siente elevado a la
excelencia y no son tantos los capaces de arrastrarme en el arte por esos
derroteros, a pesar de que a veces me parece mal cantante o
con ritmos repetidamente pesados o
lentos y los imagino tocados en otros tempos y otras voces que elevaría
las canciones a los altares por si ya de
por sí no estuvieran lanzadas a ellos, porque la cuestión es que de cualquier
manera ya marchan para allá.
Veo por ahí que si su disco “Actos Inexplicables” fue
considerado el mejor del año 2001 (que ya ha llovido) por la revista Rock de Luxe, también fue nombrado
uno de los 50 mejores discos de rock español según la revista Rolling Stone, si
aquel tuvo esa consideración qué no tendrá su ultimo disco; le leo decir a él en
una entrevista su renuncia convencida a fichar por una multinacional
discográfica por sus inconveniencias artísticas y libertarias además del
buitreo que acostumbran a practicar, lo que considero lo emboca a la
independencia además de a una cierta marginalidad a pesar de su relativo éxito
incluso internacional pero que le convierte en alguien admirable que agranda su
integridad como autor comprometido entre otras cosas. Veo también que hay quien
celebra sus canciones como celebran su cumpleaños; que ha colaborado en
asociaciones solidarias; que se auto edita sus discos, en fin, multitud de
detalles de su desarrollo artístico como pudiera tener cualquiera a pesar de
ser él alguien tan único. En una entrevista al periódico Qué, declara que
siente asco por Miguel Bosé sin saber muy bien porqué, comentario anecdótico
que comparto, que me sirve para diferenciar a algunos artistas exitosos de
otros, que sin serlo tanto, conllevan en su esencia una serie de valores, de
méritos, de actos, de calidades reñidos con el triunfo, al menos
dinerariamente. Puesto que si algo tengo claro es que una cosa es el éxito y
otra la calidad, a veces coinciden pero generalmente no. No sé si será el caso,
o el caso es que con tener para vivir de esta cosa rara llamada la música, será
suficiente y ahí radicaría cierto éxito, que todo pudiera ser. Lo que sí es
seguro de particular es la manera que tiene Nacho Vegas de crear y recrearse en
el mundo, en la vida, en la música, haciéndolo desde el filo de la navaja de un
peligro emocional que rebusca en las interioridades, (pasadizos del terror que
cantó Gato Pérez) del ser humano para descubrirlas, para evocarlas, para
exorcizarlas, para contarlas y…, para cantarlas, esa sublime manera de la
expresión humana que comparte y socializa las emociones.
Musicalmente todas las canciones son originales, algunas con
un desarrollo de aspecto sencillo que pienso daría pie a una nueva producción,
esa especie de deconstrucción sonora a la que solo llegan los que manejan la
esencia resultan, al contrario de lo que pudiera parecer, intensas y en el
conjunto de las canciones de un disco completo tienen, como no podía ser de
otra manera, un sentido pleno en contraposición con otras de aspecto más
orquestadas o elaboradas en cuanto a instrumentación. Otras canciones gozan de
una gran fuerza dramática; una de ellas Morir o Matar relata la tortuosa
relación de una pareja con un crescendo que desata el escalofrío por la
enormidad sugestiva poética, por la gravedad de lo contado, de manera que tras
la escucha se queda uno tocado sabiendo haber presenciado un prodigio de la
composición musical moderna llamado rock. Un Rock que es una suerte de
disciplina artística que si acaso no hubiera sido creado ya, de seguro Nacho lo
crearía ya que él solo caben cosas como éstas si de verdad sigue vivo el rock. En
Nacho Vegas no hay compostura, ni apariencias, ni disimulos, ni fingimientos,
Nacho Vegas es brutal, crudo, excesivo, en momentos ni siquiera ofrece
concesiones a la razón para algunos, que pareciera locura, cuando lo que es, es
Realidad y, ésta a veces es hermosa, a veces bestial. Tal vez por esto último
cueste entrar en su mundo de desciframientos, de sugerencias, de retórica
compleja tan llena de matices personales y generacionales.
Escuchar sus canciones es caer en un deleite de vitalidad
entendida como oposición a la indiferencia y el individualismo adormecedor
puesto que te aporrean el cerebro despertándolo del letargo de estos tiempos,
terribles tiempos de desgana, pero…, por mucho que nos quieran espabilar la
revolución ya no es posible, el rock es un gatito por más que contenga entre
sus filas a fieras como Nacho Vegas que
desde su hacer nos trasmitirá su ánimo, eso será lo que nos quedará, la
satisfacción del conocimiento.
Nacho Vegas Forever
viernes, 1 de mayo de 2015
PITIGRILLI LA DIVINA PROVIDENCIA
Fue PITIGRILLI referente figura literaria de una cierta época, con todo lo que ello supuso, acá lo traigo en un pequeño relato, curioso, cuanto menos.
Y continuaron su camino, hablando de cosas más serias.
LA DIVINA PROVIDENCIA
Pitigrilli
Asomado a la ventana que daba sobre el balcón, el anciano
profesor, inclinado sobre unos viejos prismáticos, miraba hacia abajo,
perpendicularmente.
—¿Te exploras la barba, tío?
El profesor separó los ojos del instrumento, se dejó caer
desde la frente hasta la nariz los lentes, y saludó al adolescente, que, con
los pulgares en la cintura, las piernas abiertas, en camisa azul de manga corta
y con la cara inundada por el sol, lo estaba mirando desde la grava del jardín.
El tío había enseñado durante cuarenta años no se sabe
exactamente el qué, en una de esas instituciones femeninas en donde no se sabe
exactamente lo que se aprende. Entrado en ella por casualidad como suplente de
pedagogía, había más tarde suplido a los profesores de higiene, de historia, de
ciencias, de geografía, y contrariamente al aforismo según el cual no se
aprende bien más que lo que se ha enseñado, de todo lo que había enseñado había
aprendido bien poco.
Una vez retirado al campo, cultivaba las lechugas —igual que
Diocleciano, decía él—, e sub tégmine fagi —declamaba— dormitaba sobre
Lucrecio, con la traducción al lado.
Las sobrinas y los sobrinos lo visitaban con frecuencia, y
salían de su jardín con ramos de rosas y cigarrillos, y libraban su casa de
antiguallas, que hacen tan viejo en una casa vieja, y dan un tono tan ameno a
una casa moderna.
Como de costumbre, dio el té al jovencito, sin dejar de
hablar. Cuando terminó, recogió las cuatro esquinas del mantel y fue a sacudir
las migajas de las galletas fuera de la ventana.
—¿Proteges a los gorriones, tío?
—A las hormigas.
—Te diviertes con la entomología?
—No. Juego a la Divina Providencia.
En la historia de las religiones se había quedado en Salomón
Reinach, y en la psicofisiología se había detenido en Moleschott. Nacido en
plena discusión evolucionista, se creía un apóstol del darwinismo, y por haber
estado en Túnez de joven, se había convencido poco a poco de que, para él, el
África Ecuatorial no tenía secretos.
—¿Qué has dicho, tío?
El profesor repitió:
—Juego a la Divina Providencia.
Y antes de que el jovencito le invitara a que se explicara,
se explicó:
—Cuando llegaste, yo estaba observando a las hormigas con
los prismáticos. Entre la pared y la losa de piedra de mi balcón hay un
hormiguero. Mejor dicho, hay dos. ¿Nunca has observado a las hormigas?
—Superficialmente —admitió el sobrino, que de la hormiga
sabía que era laboriosa, que segrega ácido fórmico, y que, como todos aquellos
que son negados para el arte, contesta villanamente a la cigarra.
—Te daré algunos libros —dijo el profesor, y le citó esos
dos o tres autores que figuran en toda librería—. Pero, no es principalmente su
organización lo que yo observo, sino su comportamiento metafísico.
—¿Metafísico? —se asombró el joven, que se estaba preparando
para obtener el título de bachiller—. Según William James, el único animal
metafísico es el hombre.
—Pues bien, yo hago metafísicas a las hormigas, De momento
no puedo darte una demostración práctica, porque el sol está dando sobre mis
dos hormigueros, y el grueso de la colonia está retirado hasta la puesta de
sol. Yo reconduzco a las hormigas al estadio del hombre en los albores de su
vida mental. Reproduzco a la escala de las hormigas todos los fenómenos, que
han dado origen a la moral, a la religión y al sacerdocio.
-¿Cómo lo haces?
El profesor se atusó la barba con los dedos:
—Creo para ellas —contestó— lo sobrenatural. Fabrico entre ellas los magos, los videntes y
los grandes iniciados. Produzco el milagro. Doy el premio e inflijo el castigo.
Escucho favorablemente si deseos. Cuando han perdido toda esperanza, llego yo.
Yo soy la Providencia inmanente. ¿Comprendes?
—No, tío.
—Ante todo —y lo condujo hacia la ventana— las observo. Para
construir sus galerías, sus dormitorios, sus silos, derriban un poco de pared y
saca al exterior el material de excavación y de derribo ¿Ves aquel montoncito
de arena y de cal? Con finalidad de que el ambiente sea seco y templado lo
pavimentan con briznas de hojas, con astillitas de madera, con agujas de pino,
que algunas veces van a buscar a mucha distancia.
De repente hago que encuentren, junto a la entrada, una
inesperada provisión de astillitas de lápiz y de tabaco c pipa. Es decir que
reproduzco lo milagroso. Un frenético atareamiento de las hormigas demuestra s
alegría y su sorpresa. Una de ellas se encarga de avisar a la colonia, la cual
sale igual que un torrente para comprobar el prodigio.
Estos animalitos hallan en la tierra desde la mitad o desde
finales del período paleozoico, es decir desde... —y el profesor dijo un número
de siglos capaz de producir vértigo— y tienen tras de sí algunos millones de millones
de generaciones.
El hombre, queriendo ser generoso, y remontándonos al
pitecántropo, tiene tan solo dos millones de generaciones. Una bagatela. Así se
explica cómo la hormiga ha llegado a una forma definitiva y perfecta de
sociedad y de constitución, mientras el hombre, que empezó a organizarse hace
nueve mil años, se halla todavía buscando la mejor forma de gobierno.
Las hormigas, decía, están acostumbradas a la salida del
sol, al ocaso, a la lluvia, al buen tiempo, es decir, a los fenómenos naturales.
Prevén las variaciones del tiempo con una exactitud capaz de humillar a un
barómetro y de asombrar a un observatorio. Mas todo lo que les ocurre es
normal: es lo que han visto millones de antepasados suyos, lo que decenas de
milenios han inscrito ya en su instinto.
Finalmente yo, por primera vez en la historia de la
civilización de las hormigas, las coloco frente a lo sobrenatural, a lo
maravilloso, a lo asombroso. Yo marco una época. Mis dones son, para ellas,
intervenciones sobrenaturales, como las tablas de la ley, la Tierra prometida,
el maná del desierto, el paso del Mar Rojo. Cuando de noche, para vigilarlas,
enciendo a algunos centímetros de su brigada nocturna la pila eléctrica, creo
un prodigio comparable al fenómeno solar de Josué. Pero yo no me contento con
desconcertarlas. Sería una experiencia Inconclusa. Yo multiplico el milagro, lo
perfecciono. Ejemplo: pongo a su disposición un rectángulo de grasa de jamón,
de lo que son muy golosas.
Si ante sí tienen todo el día, lo consumen en el mismo sitio
y no se lo llevan a su casa, porque saben que es un material deteriorable. Al
acercarse la noche, terminada ya su comida, se preocupan de taparlo a fin de
que sus enemigos, como las ratas y los mirlos, no se lo leven. Y entonces se
van a buscar astillitas de madera o granitos de arena, o trocitos de hoja de
estaño.
¿Me sigues?
—Sí, tío. ¿Y qué más?
—Y entonces hago que encuentren, de repente, un montoncito
de tabaco de pipa medio quemado. Excelente material para tal finalidad. Es el
milagro que se completa, que se perfecciona. De pronto, las privo del jamón o
del tabaco. Espanto general. Y nace en ellas la idea del castigo.
—¿Castigo de qué?
—No lo sé. Así como el hombre primitivo, herido por lo que
consideraba un castigo, imaginó que la culpa debía de ser la causa de ello, así
las hormigas deben de pensar que no han observado el descanso dominical, o que
han dado indigna sepultura a un profeta, o que han matado injustamente a un
individuo de una colonia amiga o competidora, o de haber faltado al respeto a
un anciano.
El perro, el niño, el pueblo consideran encomiables las
acciones después de las cuales reciben un pastelito, una caricia, un honor, y
reprobables aquellas tras las cuales reciben un puntapié.
Es tan difícil definir la culpa, que el código francés llama
delitos a los que están castigados con detención, y crímenes a los que están
castigados con trabajos forzados, como el que no pudiendo definir lo que es un
buen cuadro dijera que son buenos cuadros los que cuestan caro. Pero no
divaguemos. Volvamos a las hormigas.
Una vez recibido lo que consideran un castigo, una hormiga
moralista inventará el concepto de culpa, de mal y de bien. ¿En qué hemos
faltado? se preguntarán. ¿Quién es el culpable? Quizá seamos culpables todas,
pensarán. Alguna, de imaginación más rica, dirá algo sublime. Entonces yo dejo
caer una lluvia de rectángulos de grasa de jamón, y la hormiga que ha hablado
sabiamente se convierte en un mago, un hechicero, un sacerdote, un iluminado,
un filósofo.
Más allá hay otro hormiguero al cual yo no le hago dones.
Las hormigas del primer hormiguero creerán ser el pueblo elegido, igual que
aquella tribu de beduinos que por haber vivido entre dos ríos se creían
superiores a los que vivían en un terreno seco.
—Piensa, tío, que el pueblo elegido se consideró tal no en
virtud del Tigris y del Éufrates, sino porque Dios habló a sus patriarcas.
—¿Y yo no soy su Dios?
—No creo, tío, que hagan tan sutiles razonamientos.
—iAh! ¿Crees entonces, pues, solamente en el instinto?
—Así me han enseñado en los cursos de psicología.
—También yo enseñé estas cosas en mis tiempos —contestó el
tío—, pero si bien el capítulo del instinto y el capítulo de la inteligencia
están netamente diferenciados en los libros, yo no creo que sean dos cosas
distintas. Si el instinto —y se volvió hacia el retrato de Darwin que pendía de
la pared— es “la memoria de la especie”, las hormigas, ante el nuevo caso que
yo provoco, deberían mostrarse indiferentes. Solamente lo que es habitual
debería regular sus actos, y el hecho nuevo no debería ni tan siquiera fijar su
atención.
En cambio, yo provoco su discusión, su decisión, su acuerdo,
su asombro. Si yo, con una jeringuilla, inyectara agua en sus galerías, crearía
la leyenda del diluvio, el cual, como tú sabes, no fue otra cosa que un
recuerdo novelado de una inundación del valle del Mediterráneo. Su cráneo, no
mayor que un granito de mostaza, aunque sea para usar una comparación ilustre,
no debe, por la modestia de su volumen, dejarte escéptico sobre su aptitud para
pensar. El asno de Buridán tenía un cráneo centenares de millones de veces más
capaz que el de una hormiga, pero la hormiga resuelve problemas que no ya el
asno de Buridán, sino un chico inteligente no sabría resolver.
La relación de causa a efecto es el primer acto intelectivo:
es el principio del razonamiento. La justa interpretación de las relaciones es
el origen de las ciencias: una errónea interpretación de las relaciones es el
origen de las religiones. Yo creo la religión de las hormigas y me convierto en
su dios. Si me alejo de la ventana, los gorriones vienen a picotear las migas;
si me quedo, no se atreven a acercarse. Las hormigas ocupadas en almacenar las
provisiones dirán, aludiendo a mí: “Con tal que Dios no nos abandone...”
* * *
El sobrino miró la hora, se despidió del profesor, prometió
volver pronto y se marchó con los ojos bajos para no pisar las hormigas del
tío.
* * *
—¿Nada nuevo? —preguntó una hormiga que había ido en busca
de resma, a una hormiga que había quedado de guardia.
—Nada nuevo —contestó ésta—. Todo en orden, gracias a Dios.
El viejo chocho que se entretiene en nacernos regalos e infligirnos castigos,
ha recibido una visita.
jueves, 23 de abril de 2015
Escuece la herida de este Atleti
Ya estamos aquí otra vez con el lamento, con la
rabia y con la pena. En los previos todo indicaba que podíamos hacerlo, que los dioses del triunfo y del éxito
nos brindaban la ocasión para alcanzar uno de los últimos peldaños del Olimpo
futbolero como era el paso a semifinales de la Champions, a sabiendas que los
que aún supuestamente estarían por venir se antojaban quizás más difíciles
visto lo visto, esto es, el Barça intratable y el Bayer poco más o menos.
Entonces ahí estaba el Atletí, mi atleti dispuesto a
medirse contra la soberbia del que se sabe y siente poderoso, que alardea y reboza
su cristalería metálica en las vitrinas de su palacete de Concha Espina, los
que patetizan y minimizan nuestro orgullo tantas veces reconquistado desde
nuestro chalecito con olor a meado sito en la ribera del manzanares y, ahí
estaba, a la conquista del trono de hierro arrebatado en Lisboa en el minuto 97
y donde ahora se sienta el tan odioso rey del tan odioso reino, y ¿qué pasó?
De un plumazo se nos devolvió a donde nunca debimos
osar asomarnos, porque la osadía merece entrega y convencimiento, ganas y
resolución y no encogimiento, arrugarse, temeridad; esa osadía merece asumir
riesgos, tener confianza en que la lucha es de igual a igual, de once con
gruesas cuentas corrientes contra otros once de magras cuentas, corriendo por una pradera maravillosa dando
patadas a algo que es blando y rueda, nada aparenta ser más fácil para la
incruenta batalla, pero va a ser que no, unos se lo creyeron mucho, y cuando digo
mucho, quiero decir mucho más que los otros y pasó lo que no deseaba que
pasara. Apagué la tele, no encendí la radio, me vi un capítulo de juego de
tronos, creyendo que así me alejaba de mi sombra, lo que es imposible. Un sueño
dulce me asaltó por la noche cuando sentía las razones de mi afición: “it's
just exciting” (simplemente es emocionante)
Amaneció, tras desperezarme me dispuse a levantar la
persiana para lo cual debo de estirar de la correa que lo facilita colocado al
lado de la ventana. En el mismo momento en que ya se podía contemplar el
exterior percibí con horror como un vehículo
triste y gris que se desplazaba bajo la
misma ventana ondeaba a su paso una de esas banderitas blancas, escudito incluido, con el que habían formado el mosaico
en el estadio donde se desarrolló el lastimero
duelo.
Rafael Cuevas
lunes, 20 de abril de 2015
Neil Young corazón de oro
No siempre estoy dispuesto a ver cualquier película a pesar
de saber su calidad o tener referencias, incluso interés por verla. Unas veces
no dispongo de tiempo, otras, de situación, lo que me lleva a posponerlas,
olvidarlas…, o guardarlas algo así como en conserva; por otro lado ya sabemos
que el cine tiene un componente de actualidad en cuanto a lo social pero no
tanto en lo personal. Sigo pensando que es mejor ver las películas con alguien.
¿Verlas solo…? en casa todavía, pero en el cine…, quita por dios, será que no
soy muy cinéfilo. Recuerdo haber ido al cine solo en muy contadas ocasiones,
una o dos, es de esas cosas que me desagradan. Una de las veces, se trataba de
una doble sesión de las del Cine estudio Griffitty en la que las sesión
continua consistía en dos películas de cierto cariz cómico; una : “Los dioses
deben estar locos”, en la que sobre una tribu remota africana le cae del cielo,
porque la tira el piloto de una avioneta, una botella de cristal de coca cola,
y los problemas que ello les supone, con lo agustito que estaban ellos con sus
pocas pertenencias; la otra, la terrible: “Bienvenido Mr Change” de Peter
Sellers que si bien ambas pudieran tener situaciones cómicas, las dos encierran
de alguna manera una crítica amarga a ciertas realidades; pues bien, oía a mi alrededor a la gente reírse mientras
yo, si acaso le viera la gracia en algún momento me parecía de bobos el reírme
allí solo, que no tanto el dramatismo que se interioriza más lo que resulta más
íntimo, al contrario que la risa dada a la incontención y casi demostración.
Tenía una película guarda como quien guarda un buen vino, de
esas de referencias e interés en su visionado; pudiera decir que se me ha
pasado unos años desde que la poseí a modo de CD en formato AVI grabada en un
disco de los que se acaban escondiendo en los estuches de los mismos, archivado
y guardado. Muchas veces pase página del álbum, de manera que como decía
anteriormente, no era el momento adecuado, hasta que un buen día, al igual que
otras veces, rebuscando entre las hojas
repletas reparé, escogí y guardé en el disco duro del ordenador. Ya no había
escusa, ahí estaba como en la lanzadera en una especie de cuenta atrás indeterminada.
Estaba solo, dispuesto, sugestionado, con tiempo por delante
y di al Play…
Neil Young aparece en un coche dirigiéndose donde iba a
celebrar un concierto, hacía tiempo que no le veía así, tan mayor, confiesa
tener un Aneurisma y el deseo de reunirse con una banda de músicos en una actuación en Nashville. Una pléyade de
músicos se va presentando mientras igualmente se dirigen a la sala donde se va
a desarrollar el susodicho. Todo parece derivar a un documental que no es tal
sino un concierto grabado en una aparente pequeña sala, tipo teatro, donde
comenzar a tocar y a cantar. La película está subtitulada lo que agradecí sobradamente, de no ser así,
no me habría enterado de casi nada aunque en honor a la verdad tengo que decir
que ciertas partes especialmente musicales pudieran pasar por formar parte de un
lenguaje musical al alcance de cualquiera.
Es Neil Young un
personaje de historia de la música principalmente rock con grandes notas de
country o folk, de dimensiones espectaculares a poco que se conozca su
trayectoria desde su participación en grupos como Buffalo Springfield, el paso
por Woodstock, los Crazy Horses y su brutal distorsión en el disco “Rust Never
Sleeps,”. Yo he tenido el privilegio de verle en directo; todavía conservo la
entrada del concierto en unos San Isidro o algo parecido. Es historia viva de
la música popular de manera tal, que bien pudiera considerarse además de
dinosaurio una figura mítica, indispensable e influyente para entender o, como
se entiende el rock en la actualidad, por eso mismo su presencia sobre el
escenario de cualquier lugar impresionaría a cualquiera que le valorara en su
justa medida, que es precisamente lo contrario de cómo se valora a la gente en
general, pero supongo que no en Nashville, Tennessee, conocida como la ciudad
de la música USA, por su industria discografica donde seguramente se habrán
cocinado la carrera de innumerables
artistas musicales. El público del concierto se diluye bajo un manto de oscuridad cuando en algún plano trasero la cámara se dirige hacia
donde este se encuentra, por lo demás no se muestra nunca, como si se ocultara
deliberadamente algo extraño a sabiendas del juego que dan esos planos de público entusiasta que acompaña
cualquier retrasmisión de concierto. Aquí solo se les oye en alguna risa o
aplauso cómplice que les asalta en algún comentario, presentación o como suele
suceder, cuando se nombra el lugar donde se está desarrollando el recital, algo
que sabiéndolo, todos utilizan como medio para ganarse al público a su favor,
porque de eso se trata, de ganárselo, a pesar de como digo, ser Neil Young un
mito digno de adoración. Cuando un artista cantante se enfrenta al público le
deben de surgir dudas, miedos, inseguridades, qué se yo, que a pesar de su
bagaje, le llevan a plantearse cada uno de los conciertos como una batalla contra
sí mismo que tiene que ganar para convencer y hacer disfrutar a los que hasta
allí han ido reclamados por su arte, esto no es fácil o no debe serlo. Neil
Young se presenta como lo haría cualquiera, tímido, bajo su sombrero tejano
acaricia abrazando la guitarra lo que aparenta que le da confianza para cantar una canción que desconozco y no entiendo nada
de su letra, es como si estuviera encriptado en un lenguaje indescifrable
propio de una cultura extraña y remota, me pasa en alguna otra canción, una poética
incomprensible y entiendo que mala, que no me dice nada, nada me sugiere y me
extraña. Musicalmente las canciones crean ese particular ambiente intimista de
melódica country crepuscular, por mi parte permanezco a la escucha, atento,
receptivo, temo decepcionarme, que caiga un mito. Le veo mayor a él y a toda su
banda y a veces pienso que muchas veces las personas mayores se alejan de la
realidad desde su perspectiva temporal,
siempre muy nostálgicas de su mundo, de las partes álgidas de sus vidas empeñadas en querer recuperar lo imposible. El
concierto sigue, despacio en clave de un tempo lento y muy íntimo. Algunas
canciones las presenta con una pequeña anécdota, una pequeña aclaración que
apenas dicen nada, pero dicen tanto, porque igualmente que el mismo tempo del concierto
las sensaciones comienzan a despertar poco a poco, van apareciendo como por una especie de
enamoramiento, de empatía, de fascinación hacia lo que se está desarrollando en
el escenario, de los músicos ensimismados en sus ejecuciones instrumentales,
tan compaginados, tan sencillos y tan grandiosos. Personas normales, sin
aspavientos acompañando a alguien normal, de ese mundo y estética americana,
que avanza en el concierto lo mismo que la vida, sin tener que demostrar nada,
sin prisa desarrollando su música como algo que fluye con normalidad pero que
nos acerca a la serenidad vital con sus
grandezas y miserias. El acercamiento con el personaje su música y su mensaje
es comunión tras la magia que lo consigue, pero no es esotérico no, es real
como la vida misma, sencilla y veraz realidad que nos traslada de lo personal a
lo universal, lo de todos, su perro, su guitarra su padre recientemente
fallecido, sus anhelos, sus deseos, su hija, sus amores, sus temores. En un
punto importante cambia el escenario y el vestuario como si fuese otro día,
aunque el mismo concierto, lo que acrecienta la idea de un trascurrir, de
seguir adelante, de avanzar en la edad, en la vida que nos empuja. El concierto
empieza a tomar tonos épicos aunque todo siga igual, es la compenetración, es
la intensidad de las canciones, alguna que si reconozco, es la sinceridad, es
la emoción contenida, la mesura que tanto se agradece. En ocasiones se
encuentran sobre el escenario veinte personas, coros, instrumentistas de
cuerda, de viento, todo es
equilibrado pero reconocidamente
espectacular, en una canción aparecen ocho músicos de violas y violines para
acompañar un estribillo y marcharse mientras se sigue desarrollando la canción,
Neil cantando, gritando, expulsando desde su corazón el quejido casi flamenco
de la razón de su canto, compartiéndolo y haciéndolo mío también. Diez
guitarras en fila parece que se van a despedir con la última canción. Los
ánimos están subidos, el goce perfecto, un deleite y el concierto acaba, ha
sido como ir hinchando una burbuja para que en un determinado momento, cuando
más nos fascina, más nos sorprende ¡ploff!, explota, acaba, termina el sueño,
pero en este caso con la agradable sensación de haber gozado por haberte
sentido participe de presenciar algo extraordinario. A pesar de llevar uno
mismo la vida consigo hay veces que alguien es capaz de celebrarla, de despertárnosla un poco haciéndonos sentir la
intensidad de la misma, un escalofrío, un recuerdo, una lagrima, un anhelo…
Todavía quedaba una última canción sobre el escenario vacío
y la sala iluminada sin público, un tema con un dramatismo sobrecogedor, tocado
y cantado por él solo en plano fijo lateral, mientras se muestran los títulos
de crédito. Acaba la canción, los créditos, desenchufa la guitarra, la guarda
en su funda, se levanta y camina al frente… fundido en negro…, pasa la vida,
pasa la vida, no has notado que has vivido cuando…., pasa la vida.
Rafael Cuevas
viernes, 17 de abril de 2015
Dónde siguen estas canciones
con 62 visualizaciones de este video ya publicado aquí me parece que estas canciones siguen ocultas, Seguiré insistiendo contra nada
jueves, 26 de marzo de 2015
Viviendo en una canción
Siempre he huido de la nostalgia por parecerme un
sentimiento que conlleva en él connotaciones negativas del tipo añoranzas
imposibles, de pérdidas, de tiempos que pasaron y que nunca volverán, pero, ¿es
cierto esto? Evidentemente sí es cierto, no volverán, puesto que es imposible
retomar el pasado, al menos en cuanto a lo físico, pero qué relativo es todo
esto cuando hemos construido todo un universo asociado a las emociones y a su
psicología, la que nos hemos creado respecto a ciertas vivencias, y que tal vez si puedan volver a parecer revivirse y
más, cuando usamos de catalizador a la música.
No sé, aquel día en
el que me disponía a realizar el mismo recorrido que tantas veces llevaba
haciendo en el cual, desde el primer momento sentí algo así como una magia
interior que me impulsaba al goce pagano, reconvertido esta vez, como otras muchas
más en algo casi místico. Esa unión íntima y espiritual, al que acudía con la
devoción que la tengo desde el lado puramente contemplativo, en mi caso
auditivo, al hecho simple de oír música a través de mis flamantes auriculares
inalámbricos. No, aquella vez no me apetecía, como otras muchas, programas
hablados con los que tanto aprendo y disfruto igualmente; esta vez necesitaba
acordes, melodías, notas, armonías, canciones en las que gusta perderme. Ya
llevaba un tiempo, el que dedico con obstinada insistencia a recopilar de acá y
de allá las canciones que considero merecen incluirse en otra playlist de las
muchas que voy realizando, quedando
éstas unas veces mejor, otras peor, más o menos completas y más o menos
adecuadas al momento de su escucha; en este caso y a raíz del visionado de la
película La Gran Belleza. Oí decir a David Trueba contando la anécdota que en
su día le había sucedido con Rafael Azcona, el ilustre guionista
cinematográfico en la que le aconsejaba que para hacer frente al desánimo que
puede, y suele, aparecer cuando se está
afrontando un trabajo, en su caso, al
respecto de un guion o un libro, se cuidase de ponerle un título y prever el
final ya que esto le otorgaba a la obra de una consistencia merecedora de más
atención que pudiese evitar el abandono. No es el caso, o sí, yo recurrí
a ese título La gran belleza 2, porque me pareció adecuado al propósito
del tipo de compilación que pretendía y que previamente ya había conformado.
Cogí la bicicleta, hacía un aire del carajo, no me
importaba, con ella podría decir lo que aquel poster que un día antes había
visto que vendían en una librería, en el cual, un calendario resaltaba cada día
como una celebración a la felicidad por su uso. Lo único es que para que esta
sea completa, o al menos más efectiva, debo de saltarme alguna que otra norma
prohibitiva del código de la circulación y, casi del sentido común, pero que yo
suplo con una especial atención que no me impide a su vez rodar por las vías de
circulación con los auriculares puestos y preservarme de los peligros
inherentes de tal práctica y todo, por si no fuera poco, con parte de esa
atención puesta en la vigilancia de no toparme con algún agente de la
autoridad, los cuales tienen la desagradable tarea de fastidiarme a mí y a los
que como yo nos saltamos alguna, yo diría que leve, de las impositivas normas
al respecto; pero en fin , es lo que hay, y de momento asumo mi responsabilidad
en lo que corresponda. Es mi ilusa manera de entender la libertad…
Por la mañana había escuchado decir al referirse al consumo
de la marihuana o el alcohol, las drogas
por extensión, como el medio de alcanzar un estado de especial sensibilidad de
los sentidos para desarrollar la creación artística, no era mi caso, una simple
cerveza, inofensiva para mi razonable costumbre de beberla era todo el material
para la creación de mi paraíso artificial, aunque supongo que, siendo poco, algo
afectaría como todo afecta al todo.
El día invitaba al recogimiento, puesto que al menos para mí
el aire desasosegante y molesto me lleva a la búsqueda de refugio que lo
aplaque, en este caso una braga bufanda me ocultaba la cara, unos guantes las
manos, unas gafas de sol los ojos y, los propios auriculares las orejas,
protecciones éstas que me supusieron el recogimiento hacia la interioridad
desde el mismo momento de la salida en la que dejaba la casa vacía, tan solo el
perro me miraba con esa mirada de pena y temor que siempre lanza cuando intuye
su soledad inminente y que tan acostumbrado estoy a soportar como inevitable,
¡qué le vamos a hacer! yo tengo que irme ¿y tú? Tú, no puedes venir conmigo…
La primera canción y el primer vahído, Esta me llevó a pensar que probablemente fuese
la primera canción de mi vida que me dejara huella, pero no, ahora que lo
pienso, alguna habría anterior a pesar de la edad temprana en la que ésta podría
pasar a formar parte de la banda sonora de mi vida. Era como un hormigueo en el
estómago el que me invadía con su regusto melódico que me trasportaba
inevitablemente a lo que ha sido mi propia vida, siempre asociado a aquel
arroyo con aquellos juncos, aquellas pandillas, aquellas primeras vivencias
compartidas. Comenzaba mi ruta ciclista sin apenas esfuerzo, una cuesta abajo
me facilitaba la comodidad en el
recorrido…, una nueva comenzó a sonar. De conocimiento relativamente reciente
tras anteriormente haber reparado en ella gracias a mi admirado Juan de Pablos
al considerarlo él como de lo mejor de música pop patria. La canción, que se
mueve en unos aires de entrañable evocación y un deseo futuro, resulta
fascinantemente bella, ser tan sencilla la torna maravillosa y te envuelve en
su cadencia de lo que nos queda por reparar, por conseguir, proyectándonos en
el futuro con la mochila del pasado.
Así, en estas, una nueva en la que pasar a
un chaparrón de Abril, con un nubarrón negro marfil, con olor a tierra mojada,
con una gota de lluvia que resbala por mi nariz, el que todos hemos vivido. La
canción describe casi de modo poéticamente costumbrista situaciones
medianamente infantiles o naif al respecto una lluvia primaveral que yo me
llevo siempre, además de las referidas, a ese día en el que igualmente en abril
tras un chaparrón subía la cuesta por aquel precioso paisaje mientras escuchaba
la canción. Mentalmente me traslado casi en tele trasportación a pesar de
seguir pedaleando lentamente.
Una nueva canción y que probablemente sea la
canción más versionada de la historia y que efectivamente compruebo que es
así tras la simple pregunta a google. Esta resulta ser del mismo grupo que la primera y completa las
mismas emociones o similares de aquella época semi adolescente y que me hace
preguntarme cómo es posible que haya quedado marcada en mi corazón de esta
manera y por tanto tiempo y que su escucha sea capaz de embargarme los
sentidos, embelesado por momentos. A
veces me pregunto de qué alimento artístico vivirían nuestros antepasados que
no fuera la música popular, hoy denominada pop, y que tanto solemos revisar sin
apenas llegar a tener cien años de existencia. El revival musical apenas carece
de vida puesto que la democratización y la popularidad que nos han traído estos
tiempos con sus nuevos cacharros de emisión y reproducción son demasiado
recientes, lo que nos dice de lo maravilloso de los tiempos que nos ha tocado
vivir. Si nos extrajeran por un momento de este tiempo trasladándonos a otras
épocas con sus maneras de vida o a lugares inhóspitos de tecnología…, qué sería
de nosotros, cómo sobreviviríamos a nuestros deseos emocionales inalcanzables
si no dispusiéramos de los medios.
El frio parecía afectar a la gente que por la calle me
cruzaba mientras yo paseaba pedaleando ajeno a sus incordios inmiscuido en mi
amena soledad cuando me sobrecogí de nuevo, esta vez más primitivamente si
cabe, más infantil y familiar. Karina era deliciosa, y su versión de ¡Oh Carol!
siempre me provocaba un estado de bienestar que probablemente rozara lo entrañable
como podía ser la sensación con la que viajaba en ese tiempo presente
acompañado de la evocación de algunas situaciones casi infantiles y fue
entonces cuando me asaltó, de golpe, de sopetón la canción que más me ha
gustado en estos últimos días.
Si fuera posible vivir en una canción, entre sus
acordes y coros, que fuese en alguna
como esta y que he escuchado más de veinte veces recientemente sin apenas
perder un ápice de su sentido emocional, con lo difícil que es eso, ya que
sabemos que tras la sorpresa sobreviene el declive de su importancia, sus
efectos, pero no. Descubrí su significado tras décadas de desconocimiento pues
esta es una de las canciones de juventud, de las que me gustaban pero que
ignoraba el sentido de su letra. Es cierto que a raíz del fácil acceso actual a
la letras de las canciones y su traducción medianamente idiota que realiza
google traductor, vengo yo de un tiempo a esta parte recuperando algunas y
aportándolas un sentido más acorde, real, al menos más humano que la propia
literalidad que tienen los traductores automáticos. En el caso concreto de ésta
que desde el título: I'll Have To Say I Love You In A Song ( Voy a tenerte que
decir te quiero en una canción) me dejo estupefacto, y más al comprobar que a
medida que se va desarrollando tanto en la letra como en la música, posee un
sentido pleno, el que le da un valor que antes a este conocimiento ignoraba que
pudiera llegar a tener a pesar de lo preciosista de la composición y mi particular gusto al
respecto, que me encanta, pero ahora más si cabe. Lo curioso de esto es que
abre un sinfín de otras muchas con los que pudiera regocijarme igualmente,
algunas decepcionan, otras sorprenden, otras pues ni fu ni fa, pero otras, ¡hay
otras…!, el saberlo me fascina como conocedor de un mundo que antes desconocía
y ahora se me es desvelado. Como cuando circulaba bajo sus efluvios melódicos
con mi cadencia pedalística suave, sabedor de la importancia de tener el
recurso de una Canción para reconciliarse, para declararse, para sobrevivir…
Kodakchorme de Paul Simon es divina, además de trasportarme
de un plumazo entre mis pedaladas, a un lugar que incluía un jukebox donde
tantas veces se repetían y repetían las canciones de moda aun a pesar de no
tener ni un duro, bastaba con arrimarse por allí para deleitarse y además
asociar a la misma la vivencia del momento o los momentos, siempre ignorante
preguntándome como podía titularse y
repetirse en una canción la marca de una película fotográfica, hasta que
traduje su sencillo mensaje evocador y la hice más mía. Esta es una canción
alegre y vital un himno al color de la vida y como dice su letra: “todo parece
peor cuando está en blanco y negro” que es como muchas veces nos asaltan los
recuerdos pero que aquí al contrario, nos asaltan generosamente luminosos y
coloridos a pesar de ser eso, recuerdos,
con su carga nostálgica. Traída al
presente reciente, ha llegado integra y compartida en un momento sublime y
sereno del día tras un satisfecho ejercicio amatorio del que recojo las
sensaciones a través de la escucha.
PMVR es el título de lo que pudiera ser un himno
generacional, que diría Jota (los Planetas) al menos a mí me lo parece la
canción de La M.O.D.A (La maravillosa orquesta del alcohol) de su disco
recientemente publicado, apenas un mes. Lo escuche en Carne Cruda y no pude
menos que tirarme desaforado en su búsqueda. Seguramente sea esta la canción
que peor se integraría en la selección pero cuando la cosa esta lanzada al
regusto parece que todo encaja a la perfección, como era el caso sintiéndome a
la vez por ese momento rabiosamente actualizado. Esta canción a su vez precedía
a mi grandiosa Mina y su Parole Parole que me introduce en el efecto:
“CuantaPasión” que tanto me subyuga al deleite a pesar de las repetidísimas
veces, una vez más, de sus escuchas. Además de trasladarme con ella como
canción antiquísima que es, a tiempos pretéritos de iniciáticas emociones pero
también por haberla hecho familiar, de manera que seguro forma parte de la vida
de mis hijos y que de seguro si la oyesen éstos dentro de un tiempo, les
invitará a retrotraerse a ciertos momentos de sus vidas pasadas. Pienso aquí si
establecer un banco de canciones para la vejez a modo de pensión sonora que
recibiría llegado el momento en el que, tal vez incapacitado para su búsqueda
quien hubiera sido guardián de las mismas me las dispusiese para mi disfrute, o
para mí, también posible, desbordado dolor nostálgico.
Me aproximaba a mi destino y todavía la casualidad me tenía
deparado una coincidencia singular. Natalia Lafourcade con su ingenua
apariencia aunque contundente resolución cantaba: “que nunca es suficiente para
mí, porque siempre quiero más de ti, (…)
y no verás que lo que yo te ofrezco es algo incondicional,
incondicional” La canción que hemos hecho nuestra recientemente, con lo que
ello conlleva, cuando me encontré de frente con ella. Yo entraba, ella salía,
era como si el destino se hubiese conjurado a ejecutar este encuentro, este
momento, bajó la ventanilla del coche y me apresuré a quitarme los auriculares
para decir:
-Escucha esto un momento- le dije acercándoselos.
Los cogió y me respondió con un cierto repelús...
-¡Si está todo sudado…!
Efectivamente, tras mi recorrido en el que
había estado pedaleando había roto a sudar por el esfuerzo y los auriculares se
encontraban un tanto mojados de sudor, aun así se los colocó teniendo el
cuidado de no pegarlo del todo a sus orejas, lo suficiente como para reconocer
la canción y decirme…
-la he escuchado esta mañana, la he
escuchado esta mañana, que bonita…
Un coche apremiaba a sus espaldas lo que la
obligaba a la cortesía de la apresurada salida por lo que apenas tuvimos tiempo
para decirnos un simple adiós quedando en mi ánimo el gusto de una excepcional
escucha musical y la coincidencia final como
colofón de la maravilla.
Marzo de 2015
Rafael Cuevas
sábado, 21 de marzo de 2015
Nico álvafez en El Cocodrilo
Robándole las palabras al ilustre Fernando Trueba, cuando al
referirse al pianista Michel Camilo en su película: Calle 54, dice algo
parecido a que el hecho de contemplarle tocando su instrumento es presenciar un
prodigio; igualmente, al contemplar lo extraordinario y maravilloso del manejo
de la guitarra de Nico Álvarez, siente uno como una magia interior, la que
produce la visión de algo prodigioso.
Oye, será porque se va perdiendo el hábito y solemos
toparnos con purrelas varias y variadas; será por la cercanía de los escasos
tres metros que nos separaban; será por la inesperada sorpresa de encontrarlo
allá donde fuimos animosos; será por aquellos de lo bueno y breve…; será por el
grandioso momentazo en el que compartió escenario con Jonnhy Cifuentes (Burning)
donde nos deleitaron con la gran canción “Como un huracán” que los asistentes
coreaban y que yo, avergonzado por el desconocimiento, veía como el tema iba
desarrollándose con un efectista gusto personal con el que me identificaba e
iba haciendo mío; o al fin, podría ser que a pesar de la aparente monotonía por la que parece discurrir
la música Blues, aparecían una infinidad de matices, de notas, de colores, de
registros dentro de otros registros que me provocaba la llegada de sensaciones,
de recuerdos imagino que similares a las de el sumiller catador de vinos y que
el infeliz ignorante escucha embobado la particular descripción de su cata, lo
mismo podría decirse aunque en este caso en el plano musical, sonoro y personal
al traer de las simas y cerros de las escuchas y vivencias convertidas en
emotivos recuerdos de ciertas emociones
que afloran con efusión bajo el influjo de un local con encanto rockero (El
Cocodrilo), un ambiente maduro y una cerveza agarrada por el cuello de la
botella.
RfCs
lunes, 9 de marzo de 2015
Cuento
Hoy me he acordado de este cuento-chiste que no sé si llegué a publicar aquí hace tiempo. Tras rebuscar en el baúl donde los guardo y tardando en encontrarlo, por fin, lo logré. Como últimamente andamos algo perezosos en nuestros deberes, (que no por no tener nada que contar, que hay mucho y variado) lo vuelvo a traer no sé si de nuevo, algo parecido a como los viejos rockeros, revisan una canción antigua para completar una compilación de su obra pasada.
Bajaba en bicicleta por una prolongada cuesta abajo lo que me provocaba una velocidad importante. Al llegar a la desviación por la que debía seguir, me
encontré de repente con una cadena que impediría el paso a los coches y por
ende a cualquier vehículo por entre los dos postes a los que me dirigía a gran
velocidad. Tuve que pegar un frenazo
impresionante de esos que derrapan las dos ruedas y la de atrás culeando a
derecha e izquierda hasta que conseguí increíblemente frenar justo a dos dedos
de la cadena, que por suerte pude ver y frenando, no empotrarme de lleno contra
ella.
-uff- pensé, nada más detenerme- ¿quién cojones habrá puesto
esto aquí? P’a haberme “matao”
Últimamente circulaba
a diario por aquel camino y jamás la había encontrada cerrada, por eso mismo
iba con confianza de creer tener la vía libre, lo que me produjo una cierta
sensación de fragilidad que me dejó desosegado, de repente mi apacible ruta se
hubiera podido truncar de manera violenta, quien sabe si hasta rodar la cabeza
seccionada por el gran impacto de no haberla visto.
Me rehíce del susto y penetré al camino por un acceso
aledaño cuando contemplé frente a mí, medio oculto entre unos arbustos, un
coche de policía que permanecía con la puerta del conductor abierta y sin nadie
en el interior. Observé alrededor buscando a alguien que hubiera podido salir
del coche, pensando que debían de haber sido ellos los que probablemente me
habían tendido la trampa con la cadena en el camino. No vi nadie y me extraño,
-cómo era posible abandonar el coche de esa manera si no era debido a algún
suceso extraño,-pensé- por algún lado cercano deberían de estar los policías de
esa “lechera”.
Me detuve y puse el pie en tierra, desmonté de la bici y agarrando el manillar con las dos manos, avanzaba lentamente andando a unos
diez metros del coche de policía. Tras aquellos arbustos se podía contemplar
una gran superficie de terreno despejada para apreciar que por allí no había
nadie. Serían sobre las tres de la tarde de un caluroso día de verano y no era
de extrañar la soledad a esas horas, podríamos decir que intempestivas. La
sombra de un cuervo que cruzó graznando me cubrió por un instante, las
chicharras sonaban cerca y aportaban a la escena un grado más de aterrador
misterio que no tiene por qué aflorar con nocturnidad y que me tenía perplejo.
De repente sentí que el motor del coche estaba encendido, apenas hacía ruido al
tratarse de un vehículo moderno, esto acentuó mi inquietud y casi di un
respingo cuando del interior del coche se emitió esos típicos sonidos de las
emisoras de radio al conectar y una voz desde la central de policía reclamaba
la presencia de alguien de la patrulla, que no contestaba.
Mejor me piro y paso de todo esto –pensé p’a mis adentros.
Decidí entonces largarme raudamente pedaleando y ciertamente asustado por la
anormalidad de la situación, cuando, en el momento que hacía el ademán de
montarme al levantar la pierna por encima del sillín pude ver inciertamente a
alguien que parecía agachado tras el coche en una leve hondonada y los arbustos y que desde esa posición y no
otra, debido a la perspectiva en escorzo, se podía ver. Fue entonces cuando ya
flipé en colores pensando en tiroteos, venganzas, mutilaciones, heridos, redadas
sorpresa que me hicieron retroceder la pierna levantada y llevarla de nuevo
junto a la otra al mismo lado de la bicicleta pero que malamente mantenían un
tembloroso equilibrio. Un sudor frío se mezcló con el caliente, pues debía de
hacer l’o menos treinta y ocho grados a la sombra cuando una profunda voz de
hombre rudo, me gritó:
-¡Ehh tú! ¿Qué coño haces ahí?
-¿Yooo…? No… ¡nada, nada…! no…, yo ya me voy…, solo pasaba
por aquí… - acerté a contestar con voz trémula
-Eso, eso, vete a tomar p’ol culo ¿no ves que estoy cagando
joder? – me espetó
-Si…, ya…, ya veo. – Le respondí, esta vez sorprendido, más,
si cabe – ya me voy…, ya… pero, de esto habrá que dar parte a la autoridad – me
atreví, por último.
-Sí, hombre sí, por mí se la puedes dar toda, ¡No te jode,
el nota…! ¡Amos pírate…! ¡Aireee!
Ahora sí que acerté a levantar la pierna y sentarme sobre el
sillín, para nada más hacerlo apretar fuerte el pedal y salir veloz por el
camino adelante. Cuando llevaba unos metros, giré la cabeza y pude contemplar
como el tío, levantado, se abrochaba el cinturón. Después de raudo haber
avanzado lo suficiente para haber perdido de vista aquella situación absurda,
me paré en una sombra y no pude menos que darme un cachete en la cara, para
decirme a mí mismo:
-¡Cómo se puede ser tan bobo y flipao…! Soy un gilipollas,
gilipollas, gilipollas, gilipollas…
RfCs
RfCs
martes, 24 de febrero de 2015
El Cuervo, de Edgar Allan Poe
Hay que poder; poder sentarse o estar sentado o, tumbado, escuchando a Pepe Mediavilla, por todos reconocidísima voz. Sentado y leyendo el poema que le dio la fama al gran escritor americano y dejarse llevar por la dramatización para flipar,
Tras haberlo disfrutado yo, en ocasiones sobrecogido, no puedo menos que compartirlo en aqueste lugar, además de recomendar el canal de youtube de P. Mediavilla que incluye el recitado de otras grandes obras.
RfCs
Tras haberlo disfrutado yo, en ocasiones sobrecogido, no puedo menos que compartirlo en aqueste lugar, además de recomendar el canal de youtube de P. Mediavilla que incluye el recitado de otras grandes obras.
RfCs
A continuación el texto íntegro de la traducción de Julio Cortazar
(Aquí en ingles y algo más de información curiosa)
EL CUERVO
(Aquí en ingles y algo más de información curiosa)
EL CUERVO
Una vez, al filo de una lúgubre media noche,
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”
mientras débil y cansado, en tristes reflexiones embebido,
inclinado sobre un viejo y raro libro de olvidada ciencia,
cabeceando, casi dormido,
oyóse de súbito un leve golpe,
como si suavemente tocaran,
tocaran a la puerta de mi cuarto.
“Es —dije musitando— un visitante
tocando quedo a la puerta de mi cuarto.
Eso es todo, y nada más.”
¡Ah! aquel lúcido recuerdo
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.
de un gélido diciembre;
espectros de brasas moribundas
reflejadas en el suelo;
angustia del deseo del nuevo día;
en vano encareciendo a mis libros
dieran tregua a mi dolor.
Dolor por la pérdida de Leonora, la única,
virgen radiante, Leonora por los ángeles llamada.
Aquí ya sin nombre, para siempre.
Y el crujir triste, vago, escalofriante
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”
de la seda de las cortinas rojas
llenábame de fantásticos terrores
jamás antes sentidos. Y ahora aquí, en pie,
acallando el latido de mi corazón,
vuelvo a repetir:
“Es un visitante a la puerta de mi cuarto
queriendo entrar. Algún visitante
que a deshora a mi cuarto quiere entrar.
Eso es todo, y nada más.”
Ahora, mi ánimo cobraba bríos,
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.
y ya sin titubeos:
“Señor —dije— o señora, en verdad vuestro perdón
imploro,
mas el caso es que, adormilado
cuando vinisteis a tocar quedamente,
tan quedo vinisteis a llamar,
a llamar a la puerta de mi cuarto,
que apenas pude creer que os oía.”
Y entonces abrí de par en par la puerta:
Oscuridad, y nada más.
Escrutando hondo en aquella negrura
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.
permanecí largo rato, atónito, temeroso,
dudando, soñando sueños que ningún mortal
se haya atrevido jamás a soñar.
Mas en el silencio insondable la quietud callaba,
y la única palabra ahí proferida
era el balbuceo de un nombre: “¿Leonora?”
Lo pronuncié en un susurro, y el eco
lo devolvió en un murmullo: “¡Leonora!”
Apenas esto fue, y nada más.
Vuelto a mi cuarto, mi alma toda,
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!
toda mi alma abrasándose dentro de mí,
no tardé en oír de nuevo tocar con mayor fuerza.
“Ciertamente —me dije—, ciertamente
algo sucede en la reja de mi ventana.
Dejad, pues, que vea lo que sucede allí,
y así penetrar pueda en el misterio.
Dejad que a mi corazón llegue un momento el silencio,
y así penetrar pueda en el misterio.”
¡Es el viento, y nada más!
De un golpe abrí la puerta,
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.
y con suave batir de alas, entró
un majestuoso cuervo
de los santos días idos.
Sin asomos de reverencia,
ni un instante quedo;
y con aires de gran señor o de gran dama
fue a posarse en el busto de Palas,
sobre el dintel de mi puerta.
Posado, inmóvil, y nada más.
Entonces, este pájaro de ébano
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
cambió mis tristes fantasías en una sonrisa
con el grave y severo decoro
del aspecto de que se revestía.
“Aun con tu cresta cercenada y mocha —le dije—,
no serás un cobarde,
hórrido cuervo vetusto y amenazador.
Evadido de la ribera nocturna.
¡Dime cuál es tu nombre en la ribera de la Noche Plutónica!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Cuánto me asombró que pájaro tan desgarbado
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”
pudiera hablar tan claramente;
aunque poco significaba su respuesta.
Poco pertinente era. Pues no podemos
sino concordar en que ningún ser humano
ha sido antes bendecido con la visión de un pájaro
posado sobre el dintel de su puerta,
pájaro o bestia, posado en el busto esculpido
de Palas en el dintel de su puerta
con semejante nombre: “Nunca más.”
Mas el Cuervo, posado solitario en el sereno busto.
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”
las palabras pronunció, como virtiendo
su alma sólo en esas palabras.
Nada más dijo entonces;
no movió ni una pluma.
Y entonces yo me dije, apenas murmurando:
“Otros amigos se han ido antes;
mañana él también me dejará,
como me abandonaron mis esperanzas.”
Y entonces dijo el pájaro: “Nunca más.”
Sobrecogido al romper el silencio
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”
tan idóneas palabras,
“sin duda —pensé—, sin duda lo que dice
es todo lo que sabe, su solo repertorio, aprendido
de un amo infortunado a quien desastre impío
persiguió, acosó sin dar tregua
hasta que su cantinela sólo tuvo un sentido,
hasta que las endechas de su esperanza
llevaron sólo esa carga melancólica
de ‘Nunca, nunca más’.”
Mas el Cuervo arrancó todavía
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”
de mis tristes fantasías una sonrisa;
acerqué un mullido asiento
frente al pájaro, el busto y la puerta;
y entonces, hundiéndome en el terciopelo,
empecé a enlazar una fantasía con otra,
pensando en lo que este ominoso pájaro de antaño,
lo que este torvo, desgarbado, hórrido,
flaco y ominoso pájaro de antaño
quería decir granzando: “Nunca más.”
En esto cavilaba, sentado, sin pronunciar palabra,
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
frente al ave cuyos ojos, como-tizones encendidos,
quemaban hasta el fondo de mi pecho.
Esto y más, sentado, adivinaba,
con la cabeza reclinada
en el aterciopelado forro del cojín
acariciado por la luz de la lámpara;
en el forro de terciopelo violeta
acariciado por la luz de la lámpara
¡que ella no oprimiría, ¡ay!, nunca más!
Entonces me pareció que el aire
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
se tornaba más denso, perfumado
por invisible incensario mecido por serafines
cuyas pisadas tintineaban en el piso alfombrado.
“¡Miserable —dije—, tu Dios te ha concedido,
por estos ángeles te ha otorgado una tregua,
tregua de nepente de tus recuerdos de Leonora!
¡Apura, oh, apura este dulce nepente
y olvida a tu ausente Leonora!”
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta!” —exclamé—, ¡cosa diabolica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio
enviado por el Tentador, o arrojado
por la tempestad a este refugio desolado e impávido,
a esta desértica tierra encantada,
a este hogar hechizado por el horror!
Profeta, dime, en verdad te lo imploro,
¿hay, dime, hay bálsamo en Galaad?
¡Dime, dime, te imploro!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Profeta! —exclamé—, ¡cosa diabólica!
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
¡Profeta, sí, seas pájaro o demonio!
¡Por ese cielo que se curva sobre nuestras cabezas,
ese Dios que adoramos tú y yo,
dile a esta alma abrumada de penas si en el remoto Edén
tendrá en sus brazos a una santa doncella
llamada por los ángeles Leonora,
tendrá en sus brazos a una rara y radiante virgen
llamada por los ángeles Leonora!”
Y el cuervo dijo: “Nunca más.”
“¡Sea esa palabra nuestra señal de partida
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
pájaro o espíritu maligno! —le grité presuntuoso.
¡Vuelve a la tempestad, a la ribera de la Noche Plutónica.
No dejes pluma negra alguna, prenda de la mentira
que profirió tu espíritu!
Deja mi soledad intacta.
Abandona el busto del dintel de mi puerta.
Aparta tu pico de mi corazón
y tu figura del dintel de mi puerta.
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.”
Y el Cuervo nunca emprendió el vuelo.
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!
Aún sigue posado, aún sigue posado
en el pálido busto de Palas.
en el dintel de la puerta de mi cuarto.
Y sus ojos tienen la apariencia
de los de un demonio que está soñando.
Y la luz de la lámpara que sobre él se derrama
tiende en el suelo su sombra. Y mi alma,
del fondo de esa sombra que flota sobre el suelo,
no podrá liberarse. ¡Nunca más!
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