Recientemente (unos escasos meses) he descubierto la música
de Nacho Vegas y no porque me resultara del todo desconocida ya que muchas de
sus canciones, de las cuales algunas como Teresina o Perdimos el control, por
decir dos de su variado repertorio, conocía y me gustaban, pero como digo ha
sido recientemente tras la escucha del que es su último disco, Resituación, el
que ha despertado en mí la fascinación, que no otra cosa, por su música y como
no, sus letras.
Conociendo como le conocía con anterioridad, incluso cuando
formaba parte del grupo “Manta Ray”, no acababa de convencerme. Pudiera ser ese
mundo oscuro de ambientes opresivos, marginales, suicidas, malditos, al límite,
de lo que es su universo musical lo que me limitaba la apreciación. Muchas
veces no es agradable presenciar ciertas realidades y parece que se mira para
otro lado, pero, mira tú, que la cosa dio un giro radical y lo que antes era
oscuro y maldito ahora esto se convierte en una suerte de novedoso
entendimiento poético del mundo que me convierte en privilegiado entendedor de
su mensaje, y digo privilegiado por descubrir ese mundo entre una maravillosa poesía que a veces me
asalta asimilándola y que me hace sentir como capacitado para perderme entre
estados de gran lirismo; esto se agradece pues uno se siente elevado a la
excelencia y no son tantos los capaces de arrastrarme en el arte por esos
derroteros, a pesar de que a veces me parece mal cantante o
con ritmos repetidamente pesados o
lentos y los imagino tocados en otros tempos y otras voces que elevaría
las canciones a los altares por si ya de
por sí no estuvieran lanzadas a ellos, porque la cuestión es que de cualquier
manera ya marchan para allá.
Veo por ahí que si su disco “Actos Inexplicables” fue
considerado el mejor del año 2001 (que ya ha llovido) por la revista Rock de Luxe, también fue nombrado
uno de los 50 mejores discos de rock español según la revista Rolling Stone, si
aquel tuvo esa consideración qué no tendrá su ultimo disco; le leo decir a él en
una entrevista su renuncia convencida a fichar por una multinacional
discográfica por sus inconveniencias artísticas y libertarias además del
buitreo que acostumbran a practicar, lo que considero lo emboca a la
independencia además de a una cierta marginalidad a pesar de su relativo éxito
incluso internacional pero que le convierte en alguien admirable que agranda su
integridad como autor comprometido entre otras cosas. Veo también que hay quien
celebra sus canciones como celebran su cumpleaños; que ha colaborado en
asociaciones solidarias; que se auto edita sus discos, en fin, multitud de
detalles de su desarrollo artístico como pudiera tener cualquiera a pesar de
ser él alguien tan único. En una entrevista al periódico Qué, declara que
siente asco por Miguel Bosé sin saber muy bien porqué, comentario anecdótico
que comparto, que me sirve para diferenciar a algunos artistas exitosos de
otros, que sin serlo tanto, conllevan en su esencia una serie de valores, de
méritos, de actos, de calidades reñidos con el triunfo, al menos
dinerariamente. Puesto que si algo tengo claro es que una cosa es el éxito y
otra la calidad, a veces coinciden pero generalmente no. No sé si será el caso,
o el caso es que con tener para vivir de esta cosa rara llamada la música, será
suficiente y ahí radicaría cierto éxito, que todo pudiera ser. Lo que sí es
seguro de particular es la manera que tiene Nacho Vegas de crear y recrearse en
el mundo, en la vida, en la música, haciéndolo desde el filo de la navaja de un
peligro emocional que rebusca en las interioridades, (pasadizos del terror que
cantó Gato Pérez) del ser humano para descubrirlas, para evocarlas, para
exorcizarlas, para contarlas y…, para cantarlas, esa sublime manera de la
expresión humana que comparte y socializa las emociones.
Musicalmente todas las canciones son originales, algunas con
un desarrollo de aspecto sencillo que pienso daría pie a una nueva producción,
esa especie de deconstrucción sonora a la que solo llegan los que manejan la
esencia resultan, al contrario de lo que pudiera parecer, intensas y en el
conjunto de las canciones de un disco completo tienen, como no podía ser de
otra manera, un sentido pleno en contraposición con otras de aspecto más
orquestadas o elaboradas en cuanto a instrumentación. Otras canciones gozan de
una gran fuerza dramática; una de ellas Morir o Matar relata la tortuosa
relación de una pareja con un crescendo que desata el escalofrío por la
enormidad sugestiva poética, por la gravedad de lo contado, de manera que tras
la escucha se queda uno tocado sabiendo haber presenciado un prodigio de la
composición musical moderna llamado rock. Un Rock que es una suerte de
disciplina artística que si acaso no hubiera sido creado ya, de seguro Nacho lo
crearía ya que él solo caben cosas como éstas si de verdad sigue vivo el rock. En
Nacho Vegas no hay compostura, ni apariencias, ni disimulos, ni fingimientos,
Nacho Vegas es brutal, crudo, excesivo, en momentos ni siquiera ofrece
concesiones a la razón para algunos, que pareciera locura, cuando lo que es, es
Realidad y, ésta a veces es hermosa, a veces bestial. Tal vez por esto último
cueste entrar en su mundo de desciframientos, de sugerencias, de retórica
compleja tan llena de matices personales y generacionales.
Escuchar sus canciones es caer en un deleite de vitalidad
entendida como oposición a la indiferencia y el individualismo adormecedor
puesto que te aporrean el cerebro despertándolo del letargo de estos tiempos,
terribles tiempos de desgana, pero…, por mucho que nos quieran espabilar la
revolución ya no es posible, el rock es un gatito por más que contenga entre
sus filas a fieras como Nacho Vegas que
desde su hacer nos trasmitirá su ánimo, eso será lo que nos quedará, la
satisfacción del conocimiento.
Nacho Vegas Forever
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