Atlético de Madrid 4 - Racing de Santander 0

El tiempo en oro

Llovía, tanto como para replantearse si ir o no ir al estadio. Entre la insistencia de R. para que fuéramos y la del equipo y su juego, que es para quitar las ganas de ir a cualquiera, nos decantamos por la primera opción, ir; no obstante, es un partido soñado ¡una semifinal de copa! Además lo tenemos pagado desde septiembre.
Llamé a Ch. para decirle que las rayas rojas, las del rojo vivo, las de la sangre del corazón, las del sufrimiento, las que a veces parece que se forjan sobre el fondo blanco en los tantos partidos de ilusión, se le están diluyendo; que hay que grabarla con perseverancia en los días más inimaginados, a pesar de la pereza o la comodidad.
Hay veces que la salida del campo, según bajas las escaleras interiores de las gradas, es una procesión lamentable, un descenso a la realidad de la mediocridad, una bajada fugaz de una ilusión, un gatillazo de crudeza, un túnel negro y oscuro y largo, terrible. Pero hoy, ¡hay, pero hoy!, es una bajada de la espuma de una ola deslizándose en pleamar sobre la seca arena, mansa y juguetona; es el fluir alegre del agua, que somos todos, rellenando los espacios en caprichosos grupos; es el canto en conjunto que mana de un antiguo pensar que rellenaba de incontenible aire los pulmones que gritan de pura necesidad, que expulsan la voz, el canto; es el haber dejado instantes antes, quizás, los mejores noventa minutos que se podían soñar para este día; es el creer, el convencer de uno mismo que ha merecido la pena; es la anchura luminosa de corazones ensanchados de gozo, a pesar de la hora, del tiempo, que quedó convertido en oro en un puñado de jugadas y, que nos llevamos el tesoro, como un generoso regalo.
Así, Atleti, así.

Rafa Rice desde Radio Lucientos