martes, 17 de noviembre de 2009

Facturas


Facturas

Venía pensando a resultas de lo que nos sucede llegado un momento de las facturas con que nos enfrentamos.

Todo tiene un precio que pagar, ¿cuántas veces, siendo tantas, nos dedicamos a desgastar nuestro sufrido cuerpo en tantos los avatares en lo que le metemos?

Todo nos viene a parecer lejano o externo a nuestras sensaciones a pesar de que las sintamos muy adentro, como que nuestro aguante superará lo esfuerzos tranquilamente, teniendo cuerda que tensar para rato.

Nuestra infancia, adolescencia, juventud, es una suerte de recepciones que nos llegan en un intenso ametrallamiento de vivencias, en las que hemos puesto todo de nuestra parte, sin pensar ni por un momento que nuestro aporte resultara rasguñado, herido, maltrecho. Se ponía y punto. No hay tiempo de chorradas. En nuestro tiempo más chorra no se repara en ello. Corre a nuestro favor. El tiempo es viento que nos sopla nos empuja, nos avasalla. El cascarón es duro resistente, aguanta lo que le echen, vendavales, tortuosas tormentas a la que nos dirigimos sabiendo incluso que no pinta nada bueno vaticinando nubarrones amenazantes, da igual, qué nos importa, podremos soportarlo. O eso creemos…

Pasa el tiempo, nos amoldamos a nuestras limitaciones; sobrevivimos creyéndonos héroes de nuestra propia supervivencia sin saber que es esa capacidad de aguante, la que nos coloca en la resistencia. Vemos los terribles efectos en los demás y son las grandes distancias temporales las que nos impresionan de nosotros mismos, al notar los cambios que se han producido.

Entonces sucede. El buzón de nuestra propia memoria se encuentra repleto de misivas, que no son otra cosa que advertencias de cobro, alguna incluso con acuse de recibo, hasta con intereses al sobrepasar el plazo, el exceso.

Pero lo peor no es eso, lo peor es que creyendo tomado firme el timón que marca nuestro rumbo, un extraño flujo que no distinguimos es el que nos viene a conformar hiriéndonos en heridas invisibles, con golpes que nos doblan, nos obligan a hincar la rodilla, no supimos esquivar, no fuimos capaces de adivinar.

Tal vez fuese el cúmulo, el sobrepeso que no abarca las brazadas para sujetarlo lo que minó nuestro aguante. Son las heridas interiores, endógenas, invisibles, las que surgen achacosas en nuestra presente realidad. Las facturas que se nos hace pagar y que tanto nos cuesta llevar al día.

En estas estamos y con esas luchamos. ¡Adelante con ellas!

Fdo Sr.Rice de Uno de los Dos.

2 comentarios:

  1. Buen ejercicio literario aunque un poco pesimista,
    fíjate en la foto ¡ese árbol que todo lo aguanta!Buena foto me encanta.
    Y ya que vamos de pesimista mira lo que compuso Romero Sanjuan y que popularizo Pata Negra.
    Pasa la vida...amigo, pasa la vida.
    Y pasa la vida, pasa la vida.
    Pasa la vida y no has notado que has vivido,
    cuando pasa la vida y no has notado que has vivido,
    cuando pasa la vida, pasa la vida.
    Tus ilusiones y tus bellos sueños, todo se olvida
    tus ilusiones y tus bellos sueños, todo se olvida.
    Pasa la vida, igual que pasa la corriente
    cuando el río busca el mar
    y yo camino indiferente donde me quieran llevar.
    Y pasa la gloria, pasa la gloria.
    Pasa la gloria, nos ciega la soberbia,
    pero un día pasa la gloria, nos ciega la soberbia ,
    pero un día pasa la gloria.
    Y pasa la gloria y ves que de tu obra
    ya no queda ni la memoria
    y ves que de tu obra ya no queda ni la memoria.
    Y pasa la vida igual que pasa la corriente,
    cuando el río busca el mar
    y yo camino indiferente, donde me quieran llevar.

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  2. Es cierto, lo del pesimismo, aunque quiero terminarlo algo mas positivo. Esta entrada la tenía guardada de hace un tiempo, y había dudado mucho de incluirla. En ese tiempo ha, como, madurado, y ha perdido para mí el grado de gravedad al diluirse la misma por esa capa de "polvo".

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Dilo

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