miércoles, 4 de noviembre de 2009

Atlético de Madrid 2- Chelsea 2


No pudo ser, se acabó el viaje, qué se le va a hacer. Esto es el campeonato y sus reglas, las que muchas veces parece no ser iguales para todos. A unos, uno se cree sacarle tarjetas rápidas e injustas y, a otros evitar el mostrarlas. Lo mismo pasa con los fueras de juego, las faltas, sus barreras con sus distancias, el tiempo de descuento y todos, que son tantos, los asuntos que deciden los árbitros, que afectan o creemos que afectan al resultado. Pero lo que realmente afecta es el meter la bola en la red, y si se hace con contundencia mejor que mejor, asi hay goles imposibles de anular, aunque se quiera. Uno de ellos fue el primero del Atlético, en el que desde una clamorosa posición legal, se endilga un balonazo al contrario, al ancho de la portería que apunto traspasa el fondo de la malla por su fuerza. El júbilo desatado que embarga al personal resulta impresionante. Hacía tanto tiempo que no se lograba nada, siendo asqueroso el sentimiento tras los últimos partidos, que lo que llevábamos de éste nos devolvía al esperado reencuentro con la emoción del fútbol.

Realmente no sé que es ser atlético, como aquel, que decía que no sabía que era ser castellano manchego, o vasco, o español aunque estas últimas son identidades más difusas, pero si habría que empezar a definirlo se tiene que vivir un partido como el de ayer. Un tío como un castillo lloraba desconsolado lamentando la eliminación, apoyado en la pared, mientras su novia le calmaba con besos y abrazos mientras le decía que todavía queda la UEFA LEAGE. Todo un estadio saltando, gritando, aplaudiendo, celebrando el primer gol como el campesino que arrodillado en el suelo, llora agradeciendo al cielo, agarrando los puñados de tierra recién sembrada y ahora mojada, empapada por la ansiada lluvia que tanto tardaba en llegar y, que proyecta en todo ello su existencia. Cuánta vibración, cuanto grito, cuanto canto, cuanto salto, cuanta palma, cuanto suspiro, cuanto sofoco, cuanto lamento al ir perdiendo, ¡qué disgusto! y como de nuevo se torna, su vuelve de la muerte a la vida, en el descuento, en el que pasado el tiempo de la acción, de la vida, uno todavía cree en el milagro, que no llega, que no llegó. Y ahora, ¡Ay, ahora! El descenso a la realidad, el tumulto mortecino, cabizbajo, resignado, conformados con lo que nos queda, darlo por bueno, pensar en lo que viene, ¡El derby!, ¡Ay, el derby! Qué será de nosotros, ¿Podremos soportarlo...? Por algo parecido a todo esto, vivido, sufrido, que marca, ¿se empieza a entender…? En fin, como todos los seguidores, ¿o no?

Sr. Rice de Uno de los Dos.

1 comentario:

  1. Mas arriba te dejo un recado¡¡Huy!!siempre nos quedara el Besolla compañero
    Salud y fútbol..campeón

    ResponderEliminar

Dilo

Printfriendly