Vale sí, confieso que he pecado, y que con mi culpa arrastro
toda la carga de responsabilidad, pero eso sí, que no se me lleven las manos a
la cabeza los que se escandalizan ante tremebundos hechos, llamándonos locos,
suicidas, irresponsables, más que idiotas inconscientes; pero no, yo no soy ningún
suicida, que se juega la vida, como quien dice por nada.
Circulaba por el día en su bici, un ciudadano,
proveniente de su casa rumbo a trabajar, de repente y por sorpresa un agente
uniformado, me ordeno que detuviera mi vehículo a un lado.
Yo llevaba mis escandalosos auriculares puestos, son
grandes, negros y llamativos, pero eso sí, no de esos carísimos, sino de 15 o
20 euros, a pesar de eso se escucha la música de maravilla.
-Disculpe, ¿sabe que está prohibido circular con los auriculares
puestos?- me dice, el
Sr. guardia desde su motocicleta, a través de la apertura
de su casco y lo hace en un tono conciliador, o al menos yo lo interpreto algo
así, como informativo.
Acababa de realizar el gesto de apartármelos de las
orejas para poder oír lo que decía y ante la sorpresa de su revelación no se me
ocurre otra cosa que decir:
-Pero, ¿por aquí también? -y lo hago señalando el carril
bici Madrid Rio por el que en ese
momento estaba circulando a una lentísima velocidad.
-Si, por aquí también…, las bicicletas como cualquier
vehículo, deben de cumplir la normativa de circulación.
-No, si ya sé que hay ahora una polémica sobre el tema-
le respondo, -pero es que no sé si esto es un vehículo como otros- concluyo.
Instante en el que me doy cuenta que he metido la pata y que es absurdo
intentar razonar en esos momentos temas de esa enjundia.
-Pues efectivamente como vehículo que es, se debe de
regir por la normativa y no se puede circular con auriculares, ya que le
distrae de la circulación, en esta vía, y en todas.
Con cara de sorpresa y siempre violentado en tales
circunstancias le muestro el gesto de sorpresa de boca cerrada estirando la cara
intentando contraer los labios y abriendo los ojos excesivamente cuando le
digo:
-¿y por el campo, o un camino…?
-Por cualquier vía caballero, está prohibido circular con
auriculares y le advierto que puede ser motivo de sanción- Me espeta de repente,
aunque con tono, ya digo, informativo.
-Bueno, gracias, lo tendré en cuenta, no lo sabía- ante
lo cual, como conforme por la obligatoriedad del deber cumplido se despide.
-Adios, buenas tardes.
-Adios.
Y se aleja de mí por ese camino dirección al Estadio
Calderón. Yo por mi parte, me dispongo a seguir con el pedaleo, con los
auriculares sobre el cuello, no es sino cuando llevaba diez o veinte pedaladas,
o sea, cinco metros, cuando miro para atrás por ver dónde ha ido a parar el
motorista que no alcanzo ya a visualizar, nos hemos perdido de vista por nuestras
direcciones opuestas y me vuelvo a poner
los auriculares.
Es entonces cuando surgen las consideraciones. En primer
lugar pasé de un estado placentero a rumiar el desaguisado como si esa especie
de barro por la que se patina cuando alguien o algo que te molesta, se tratara.
Vaya-pensaba para mí- pues sí que estamos buenos, lo que
me faltaba, con lo que disfruto yo con mi musiquita cuando realizo estos
recorridos, ¡qué rabia!
Esa misma mañana había leído algo absolutamente revelador
y curiosamente coincidente con el caso, aunque esto mío, es evidente, de mucha
menor importancia. Parece ser que el Sr. Javier Cercas, escritor a la postre,
había publicado un artículo en El País, en el cual entre otras cosas venía a
decir que el derecho a decidir y su consulta (el tema de Cataluña) era algo
imposible por ilegal ya que la legislación vigente (la constitución) lo
prohibía y como ejemplo decía que era como si alguien se negara a pagar
impuestos, es imposible, no tendría derecho a hacer tal cosa; todo el mundo está
obligado por ley a hacerlo, cuando es menester; vamos, que como ciudadanos nos
debemos a la legislación. Algo que efectivamente no parece que sea demasiado
extraño. Pues bien, El Sr. Vicent Navarro le cuestionaba su razonamiento con un
argumento demoledor y… ¡ojo lo que voy a decir! pues se trata de algo
revolucionario o cuanto menos, subversivo. Decía Navarro que cualquier
ciudadano tiene derecho a no cumplir la ley, que otra cosa es que se enfrente a
una sanción y lo haga con responsabilidad, que la DESOBEDIENCIA CIVIL forma
parte de una actitud seria y responsable y que sin ella, por ejemplo, los negros
de EEUU, no habrían avanzado en la lucha de ciertos derechos de los que su
mayor promotor, Luther King, es hoy celebrado, cuando lo que hizo fue
desobedecer y llamar a la desobediencia de esa ley que se supone habría que
cumplir.

Bueno, está claro que salvando las distancias de buen
entendedor el parecido está claro. Cuando el Sr. guardia me decía que con
auriculares uno se abstrae, yo digo, que sí, que es precisamente lo que quiero,
abstraerme. Pero cuando estos defensores de mi vida, pretenden llevarme de la
mano por el buen camino, yo les digo que, muy bien, que yo sabré como
defenderme en la selva y que no quiero morir con los auriculares puestos, bien
que ya me cuido para que eso no pase, acaso será otro el que venga a llevarme pa’l
hoyo, y que descuiden, que no seré yo quien se ponga delante. Que pocos,
espacios de libertad van quedando y que no se puede legislar todo y obedecer
como corderos. Que me olviden.
Rafael Cuevas