Imagino una Guerra
Veo en cualquier medio de información sucederes bélicos de toda índole. Que si ataques aquí, resistencia allá, rebeldes, leales, combates, daños, ofensivas, heridos, muertos, etc.…, y parece ser que todo esto viene a ser mero o puro y descarnado tratamiento informativo de los hechos con el que después de tanto y tanto uso acaban por ser palabras huecas, descontextuadas, desgastadas por tanto usarse, entonces no llegamos a alcanzar la verdadera dimensión de la catástrofe, se nos resbala sobre la pátina, el brillo que cubre la verdad.
Y no es que no sea verdad, que verdad es, las dolorosas imágenes, las crónicas representativas de lo que sucede condensado en un medio de expresión, pero la verdad, el sufrimiento, el horror, lo terrible nunca alcanzaremos a sentirlo y bien está entonces intentar un aproximarse a todo ello, aunque sea imaginándolo.
Se oye o ve una noticia, en este caso de Libia, los rebeldes, que a día de hoy ya no se sabe quienes son, declararon una tregua que provocase una rendición de fuerzas contrarias. Paso el tiempo y se reanudan los combates. ¿Por qué? Desde aquí sabemos que el tiempo se acaba, la victoria está servida, los antiguos leales al régimen, ahora minoría va a morir en la absurda defensa de nada, pues todo lo tienen perdido, ¿acaso no conocen su propia situación? O es que jamás serían aceptados bajo una real bandera de libertad y justicia que sea arbitraria y exija responsabilidades a quien las merezca. ¿Es la humanidad un vertedero de héroes? La película El Hundimiento, en la que se narra los últimos días de Hitler en su bunker subterráneo defensivo, su cementerio, junto a sus leales e infames seguidores, nos retrata a alguien que es capaz en su delirio de sacrificarse a si mismo, incluso a sus vástagos indefensos que serían incapaces de valorar su propia situación y que perecerán sin culpa. A pesar de la demencia, o mejor dicho, a causa de esta locura es lo que los lleva a sentirse héroes, o que imaginan no serán capaces de soportar el peso de su culpa o la penitencia debida.
Entonces hoy allá andarán, igualmente, infames y malvados defensores de su antiguo mandatario libio, ahora refugiado entre montañas de billetes, con los cargadores todavía llenos y miles de ellos para rellenar, creyendo proteger algo. Miedosos de su destino, atroces con su actos, capaces de provocar todavía, y hasta la última bala, más destrozos, más muertes, más dolor.
Imagino pues el miedo instalado en sus almas que les traspasa su sentir hasta el rictus de sus caras; al dedo tembloroso apretando el mortal gatillo que dispara las ráfagas de horror; la cruel oración suplicada con la creencia de provocar la liberación y la justificación que producen sus actos; el borboteo caliente de la herida sangrante por el que se diluye la vida de inocentes; el horror de la contemplación del horror, indefenso, impotente; un último abrazo al fallecido que impregna la camisa de esencia vital de quien se le difuminó la existencia acompañado de lágrimas secas; el temblor, el insomnio, el hambre, el sufrimiento de no poder sufrir más, de la propia autodefensa que es capaz de delatar al hermano, de fusilar al inocente, de la mentira…
Eso es la guerra, cualquier guerra.
RfC
II
Escucho una canción un tanto antigua, p’alla de los 80’S, es muy poética, de esas que buscan profundidades sentimentales. Debe de ser por relacionarla con una época personal pretérita lo que me lleva a pensar, o no sé por qué, que en la actualidad de este 2011, la sociedad sufre una crisis de vacuidad emocional. ¿Será esto cierto?
Contemplo a mí alrededor y me parece apreciarlo, aunque también puede ser otras cosas. ¿Tendré yo realmente la misma capacidad emotiva de antaño?, o es que, uno con los años se va perdiendo... Veo a mis hijos y pienso si ellos practicaran igualmente, como nosotros aprendimos a hacerlo, esa deriva emocional, ese camino que nos llevó al amor, si acaso ellos buscarán esos momentos de interioridad, puede que tan hippy, puede que tan cursi, en los que soñar la vida desde nuestros, sus corazones y, quiero creer que sí, que a pesar de que una generación nos separe y sea eso lo que nos limite e incomunique, sus vidas emocionales son intensas como siempre han sido así, todas las vidas, en toda la historia.
Uno, en lo que alcanza a ver, siendo esto algo tan distorsionado como la propia posibilidad de llegar a verlo, parece encontrarse con una desoladora presencia de ínfima emotividad de la que creo hablar, pero efectivamente se trata de una distorsión de la realidad, la de quien la mira desde su prisma como esperando una receptividad que no percibo, no sé si será que ni siquiera ofrezco, también quiero creer que no.
Cuáles serán sus canciones, las que les ericen el vello, las que les recorra el escalofrío, cuáles sus poemas, los que les sorprendan descubran y proyecten sus vidas, las eleven a estados de grandeza; cómo será ese arte que les afecte…
En esta evolución personal por la que parece todo el mundo debe de pasar como ese transito que nos lleva nuestro propio moldeamiento, por dónde saldrá…, a dónde ira a parar, cómo influirá…, incierto futuro, confuso presente.
RfCs
La guerra son intestinos al descubierto por una bomba, amputaciones, violaciones, fusilamientos, contrabando, robos y asesinatos. Pero lo que marca la diferencia es el directo o por televisión...
ResponderEliminarAy ay¡¡ las guerras cuantas en nombre de las religiones, cuanto daño han echó, las de ahora se hacen en nombre de otro dios “el petróleo” yo soy de los que tampoco entiendo esta de Libia ya que los medios de información siempre hablan de una de las partes, y así no hay quien opine con un mínimo de razonamiento.
ResponderEliminarTío la canción podías haberla subido, ya sabes los hijos cuando empiezan a pensar por si mismo, los padres pasan a un segundo plano, antes de padres hemos sido hijos-
Saludos