Cirujano, cirujano, aquí la tripa córteme
venia yo, no sé, notando
desde un tiempo hasta esta parte
como que esto se iba hinchando
poco a poco, así hasta hartarme
al cirujano fui tardando un tanto
pues tampoco soy cuentista
para acabar mi quebranto
visité al anestesista
este me dijo, ¡cuidado!
tu nivel de riesgo aumenta
y me dejo acogotado
esperando a los noventa
días de lista de espera
pero al final se acelera
y llega la ansiada llamada
que me dice “cha p’a juera”
que la suerte está ya echada
que te espera la enfermera
que te sube a la camilla
que se te planta un pijama
todo abierto por la espalda
que asoma la rabadilla
vamos, que es cosa sencilla
de eso quieres convencerte
pero al quirófano vas
y la anestesia se convierte
en un método eficaz
de los sentidos calmar
¡ea, pues! hacerme todo
pero hacerlo sin dudar
que mientras tanto me duermo
pues ya no me duele na’
al rato se ha terminado
el suplicio ya ha pasado
ahora de vuelta a la cama
y corriendo para el área
de intensiva vigilancia
que nos ayude en la cura
de una hermosa cicatriz
volver de nuevo feliz
a mi vieja derechura
tapándose la fisura
y aquí se acaba la
historia
de una cura operatoria
que me agotó la paciencia
de larga convalecencia
que resultó transitoria
Rafael Cuevas
Felicidades por dos cosas: por el éxito de la operación y por haberte permitido sacar atractivo juego literario de ella. Como decía Franco después del bombazo a carrero "no hay mal que por bien no venga".
ResponderEliminarMuy bien rimado y felicidades por haber salido de tal trance bien librado.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por vuestros buenos deseos
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