Dicen que subirse al cuadrilátero es algo sagrado y puede en
la frase haya algo de razón.
Efectivamente esta frase salió de boca de Manel Berdonze, quien ha vivido sobradamente la experiencia,
tanto como para poder afirmarlo. Reconozco
que soy bastante impresionable como para dejarme llevar presenciando el
campeonato de España Femenino de
Boxeo, por la fascinación. Miraba a los
lados y tenía la sensación de quien por allí estaba se comportaba con aparente
indiferencia, excepto los estrictamente implicados; los propios boxeadores,
familiares, entrenadores…, y me sorprendía. Pero mi mirada quería traspasar lo
físico para adentrarse en la
interioridad de los testigos y actores del drama, que estaba presenciando.
No sé a quién se le ocurriría que coincidiera la celebración
del campeonato femenino con el día internacional de la mujer, o no sé si nadie
había reparado en ello, pero allí estaban ellas compitiendo por su honor, con
su valor; por la victoria, con su fuerza; por la gloria, con su nobleza, puesto
que ser campeón no es solo ganar la final a tu rival, es ganar de acuerdo a
unas reglas estrictas, con un comportamiento heroico, que demuestre tu valor y
fuerza, sentido de honradez, de honestidad, de integridad.
Se pegaban a saco, intentando encontrar puntos débiles, si
los encuentran inciden en ellos provocando más castigo y con ello sufrimiento
al contrario, todo se ciñe al reglamento que establece las normas, lo que está
permitido y donde se puede pegar, se cumple estrictamente, sin malicias que no
sean las permitidas. Una sangra, un golpe directo le produce una pequeña rotura
vascular en la nariz, gran parte del combate gira en torno a eso, el juez
mirando constantemente cómo va la herida, parando el combate para la valoración
del médico, que limpia y aplica el vasoconstrictor o adrenalina que corte la
hemorragia; los “segundos” insisten en
el tratamiento en el poco tiempo que se les permite entre asaltos, aun así
ella, se abstrae de su problema y pega, vaya que si pega, pero también recibe y
vaya si recibe. En el boxeo quien gana se lleva igualmente una somanta de
hostias, casi tanto como el pierde, es terrible y dramático el contemplarlo, el
comprobarlo. Suena la campana, acaba el combate, ellas lo saben porque lo han
sentido en sus propias carnes, lo que han dado y lo que han recibido, midiendo
y puntuando mentalmente. El sonido de la campana les traslada a otra dimensión
de la realidad, se abrazan y se besan entre sudores y sangre, las dos se saben
heroínas modernas sobre el altar sagrado donde
ellas se sacrifican a sí mismas, en el eterno baile, en la eterna lucha
del hombre por su supervivencia.
Rafael Cuevas.
KOticas. Hay deportes que no entiendo pero por lo visto otros y otras sí lo entienden, les gusta, y lo practican hoy sí y mañana también. Hombre está bien cargarse la rutina pero sin dejarse la nariz, la ceja, el ojo, o la vida...no hay que ser tan drásticos o a lo peor sí...
ResponderEliminarLo del peso "gallo" tiene su miga, vamos que no puedes cacarear...
Pues a mi me gusta el boxeo y cuando era más joven he realizado combates entre amigos y me inicie en Tae Kwon Do. Creo que esta muy bien, siempre y cuando se marquen unos criterios claros, hace falta mucha disciplina para ser un luchador eficaz...Que sean hombres o mujeres, la verdad no me parece relevante.
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarDicen que el deporte es nobleza, pero yo en el boxeo no veo nada mas que violencia, no se donde esta el deporte en esta especie de hostia para aquí hostia para allá, veo mucho mas interesante el duelo, y algo de ello tiene el boxeo un duelo sin muerte, partiendo de esta premisa para mi el boxeo no es deporte.
ResponderEliminarYo no se si el deporte empieza justo donde uno comienza a sudar o subir las pulsaciones porcima de 120. Veo a los boxeadores-as a diario, ahora mismo mientras escribo esto pasa delante de mi, una de ellas y, creerme, lo que esta gente entrena y se sacrifica no está escrito, además pura afición, vamos ¡que ni un duro!. El boxeo efectivamente tiene un componente un tanto bestia pero que domina la razón al ciento por ciento y es por eso por lo que alcanza altas cotas de grandeza.
ResponderEliminar