He leído Crimen y Castigo;
tengo que reconocer que me ha costado un tanto completarlo. Incluso lo dejé, lo
volví a retomar, lo volví a dejar y por fin sabiendo que me encontraba con algo
grande entre las manos, muy grande, me empeñe en su lectura hasta concluirlo.
Uno se pregunta… ¿pero esto
qué es? ¿Acaso la lectura no debe ser deleite? ¿Porqué padecer empeñándose en
leer algo en lo que nos estamos volcando con un gran esfuerzo? Bueno, tengo que
confesar que soy de natural perezoso, no acostumbro a lecturas prolongadas y
que mis gozos literarios suelen venir a trompicones, generalmente lanzados por
algún especial empuje, como algún libro entretenido y placentero. Bueno, vale…bien… Pero… ¿Qué
ha pasado? ¿Qué tiene de especial este? ¿Qué quiero contar?

Quisiera contar algo grande,
el haber vivido la bestial historia de un arrepentimiento, contada con pelos y
señales, la impresionante descripción de las emociones traídas con una sutileza
de detalles y profusión de enfoques, de desarrollo de procesos vitales, de
remordimientos, de complejas vueltas de tuercas a pensamientos que afectan a
nuestro héroe que lo van carcomiendo; para cometerlo, para sufrirlo. En el
fondo no deja de ser una novela con gran carga de psicología y moralidad,
(¿cuál no la es?) en el sentido de la ética y los principios. Puede llegar a
sorprender algún planteamiento que nos parece muy actual incluso sin superar,
pero de lo más curioso es, la postura del narrador omnisciente de la trama, en
la que no juzga los hechos variados, pedofilia, prostitución, asesinato,
miserias, injusticias, etc., simplemente los muestra, los cuenta, la
interpretación, el juicio moral, lo deja en manos del lector, al que se le
exige inevitablemente planteárselo constantemente. En realidad es como la vida
misma en sí, las cosas pasan por delante de nuestras narices sin la definición
moral, somos nosotros quienes la valoramos. Esto que parece una pequeña
tontería tiene una gran importancia a día de hoy, en el sentido de que
últimamente parece que nos lo tienen que dar todo masticado, esto es, pensado y
juzgado, para no provocar equívocos en nadie, es el curarse en salud, que luego
no se pueda reclamar. Por eso mismo, tal vez por la genialidad, tal vez por el
estilo decimonónico la novela es extraña y requiere un gran esfuerzo comprensor Eso sí, la gratificación viene dada por la satisfacción por
sentirse tratado inteligente, de esa manera sutil de quien ofrece algo para el
que sepa realmente disfrutarlo, interpretarlo, el que tiene la capacidad de
igual que el propio autor de sorprenderse ante la magnificencia del lujo de
detalles con que se ilustra la obra. ¿Cómo es posible (si no se es un genio) tener
esa capacidad de observación e interpretación del sentir humano? ¿Cómo es
posible transmitirlo al lenguaje escrito de tal manera que provoque en el
lector un fluido torrente de comprensión que le resulte divertido por
entretenido, por placentero, por gustoso, por asombroso? ¿Cómo es posible que
te toque el alma?
Rafael Cuevas